Que el lector imagine
'Una reina en el estrado' cuenta la ca¨ªda en desgracia de Ana Bolena Hilary Mantel nos coloca ante un mundo turbio donde la verdad no interesa
No es frecuente encontrar grandes novedades dentro de la literatura hist¨®rica. Tampoco es frecuente encontrar textos que vayan mucho m¨¢s all¨¢ de la cr¨®nica novelada. Una buena novela hist¨®rica ha de tener, por parte del autor, una intenci¨®n superior a la de novelar un periodo hist¨®rico si quiere competir de igual a igual con la gran ficci¨®n. Es decir: el autor ha de crear, no s¨®lo recrear. Hilary Mantel, con su hasta ahora doble incursi¨®n en el mundo de los Tudor ¡ªque ha sido doblemente premiada con el Man Booker Prize, el m¨¢s prestigioso de los premios literarios ingleses¡ª ha conseguido alcanzar esa meta con sus dos libros y demostrado una ambici¨®n literaria fuera de lo com¨²n.
Una reina en el estrado cuenta la ca¨ªda en desgracia de Ana Bolena, a la que Enrique VIII se dispone a sustituir por la que fue su tercera esposa, Jane Seymour; en este camino final asistiremos tambi¨¦n a los ¨²ltimos meses de vida de Catalina de Arag¨®n, la reina repudiada, y a los movimientos dentro de la corte entre los Bolena y los Seymour para conseguir el favor del rey, adem¨¢s de a otros muchos cortesanos con intereses que defender y posiciones de poder que ocupar.
La historia es bien conocida, as¨ª que no conviene insistir en ella. Lo verdaderamente interesante de esta novela es detenerse en su realizaci¨®n. El verdadero protagonista es Thomas Cromwell, conde de Essex, secretario de Estado y primer ministro de Enrique VIII: con ¨¦l se empe?a Mantel en crear un personaje y a fe que lo consigue. Cromwell no pertenec¨ªa a la nobleza ¡ªera hijo de un calderero¡ª y su ascenso y ennoblecimiento lo consigui¨® gan¨¢ndose la confianza del rey. Su astucia y habilidad para moverse en los entresijos del poder es legendaria, pero del hombre no se sabe tanto como de sus manejos; de hecho, el personaje s¨®lo pod¨ªa ser creado desde la ficci¨®n, con el riesgo que eso entra?a. Es decir: para dar con ¨¦l no hab¨ªa que novelar su historia sino crear, tal como exige la ficci¨®n, al personaje. Un personaje que, sin embargo, deb¨ªa de responder, al menos externamente, a la realidad conocida.
Para lograrlo, Hilary Mantel recurre a una argucia de narrador que revela su talento. La novela est¨¢ relatada en presente; la voz narradora es la de un narrador inidentificable que se refiere a Cromwell con el apelativo ¨¦l ("¨¦l dice, un poco inc¨®modo, que lo de escribir versos a las damas, incluso a las casadas, no tiene importancia¡"). De este modo establece una especie de distancia inmediata y un doble efecto: Cromwell se convierte a la vez en personaje y en observador: as¨ª domina, ve, elige, decide, planea, deduce. Es un hallazgo literario de primer orden porque Mantel se mete as¨ª en Cromwell al tiempo que evita que ¨¦ste cuente en primera persona, evitando a la vez entrar directamente en la mente de Cromwell que, si no, ser¨ªa el narrador. De este modo fabrica una distancia magn¨ªfica para un relato hist¨®rico y para dejarnos ver a Cromwell. Mantel crea, no recrea.
Porque Thomas Cromwell es, seg¨²n confesi¨®n propia, el verdadero objetivo de Hilary Mantel, que lleva aparejado consigo, como es natural, una representaci¨®n admirable de las intrigas y conspiraciones del poder. Conspiraciones, mentiras y maldades perfectamente acordes con los tiempos que vivimos, con la diferencia que existe entre una monarqu¨ªa omnipotente y una democracia. La conclusi¨®n final es que la esencia de la lucha por el poder es la misma, que s¨®lo var¨ªan las condiciones. Esta es una lectura muy conveniente hoy d¨ªa, no s¨®lo referida a la pol¨ªtica sino a la lucha por la vida en general.
Pero, adem¨¢s, Mantel cuenta de manera vigorosa, con una prosa de ritmo vertiginoso y una expresividad casi perversa, siempre a gran altura. La descripci¨®n de Enrique VIII (p¨¢gina 56), el retrato de Ana Bolena y de Ana m¨¢s Cromwell (p¨¢ginas 57-58); una maldad de Cromwell de ra¨ªces b¨ªblicas (p¨¢gina 123); Cromwell explicando c¨®mo tratar al rey (p¨¢gina 258); la fuerza de Cromwell cuando nos damos cuenta del tan complejo como fr¨¢gil entramado del poder y sus aleda?os, siempre a merced de la intriga, al que un azar ¡ªla ca¨ªda del rey en una justa¡ª puede dar una dram¨¢tica vuelta a la Historia; la ¨²ltima conversaci¨®n con Lady Worcester, cuando Cromwell empieza a tejer su tela de ara?a sobre Ana Bolena, tras el enfrentamiento de ¨¦sta con el rey y las subsiguientes con Mary Shelton y Mark Smeaton y el modo sibilino con que les arranca lo que quiere que digan en el juicio (p¨¢ginas 332 y siguientes) son s¨®lo unos pocos ejemplos del poder de creaci¨®n de la autora. En fin, una novela que nos coloca ante un mundo turbio donde la verdad no interesa y donde Hilary Mantel consigue el milagro de regalar al lector la posibilidad de que ¨¦ste la recree en su agradecida imaginaci¨®n.
Una reina en el estrado de Hilary Mantel. Traducci¨®n de Jos¨¦ Manuel ?lvarez Fl¨®rez. Destino. Barcelona, 2013. 496 p¨¢ginas. 20.90 euros (electr¨®nico: 10,99)?
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