Ni empacha ni repite
De puesta en escena sencilla, que no simple, el filme se ayuda de la m¨²sica de Gabriel Yared

Desde el gran ¨¦xito de Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992), el cine ambientado entre fogones se ha convertido casi en un subg¨¦nero en el que han hincado el diente pel¨ªculas de todo tipo de ambientes y g¨¦neros (melodramas, comedias, tragedias), en las que su calidad final depend¨ªa sobre todo de que el ingrediente culinario (es decir, la descripci¨®n verbal y visual de los platos) no se comiera literalmente el relato que se supone estaban contando, dej¨¢ndolo tan hundido que se hac¨ªa imposible interesarse por ¨¦l y sus personajes m¨¢s all¨¢ del hambre que suelen dar estas historias. La cocinera del presidente, octavo largometraje del veterano Christian Vincent (in¨¦dito, sin embargo, en los cines espa?oles desde su debut, La discreta, de 1990), opta, como la tambi¨¦n francesa Vatel, por adentrarse en los lujosos manteles de los m¨¢s poderosos, aunque con plena ambientaci¨®n contempor¨¢nea. Y lo hace con el equilibrio justo entre fondo y aditamento: la historia de una mujer de apariencia endeble pero gran personalidad, profesional hasta los huesos, ariscamente tierna, criada en el terru?o, contrasta de forma estupenda con la grandeza del El¨ªseo y sus engolados habitantes, as¨ª como el elogio de la cocina de la abuela, con ciertos toques leves, aunque nunca superficiales, alrededor del machismo, la impostura y la autenticidad.
LA COCINERA DEL PRESIDENTE
Direcci¨®n: Christian Vincent.
Int¨¦rpretes: Catherine Frot, Jean d'Ormesson, Hippolyte Girardot, Arthur DuPont, Jean-Marc Rulot.
G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. Francia, 2012.
Duraci¨®n: 95 minutos.
Vincent y sus guionistas aciertan con un pr¨®logo en plena Ant¨¢rtida, ambientado en una base cient¨ªfica (no, no es que sea la cocinera de La cosa), que provoca no solo una estructura a base de saltos cinco a?os atr¨¢s en el tiempo sino tambi¨¦n una expectaci¨®n creciente sobre los motivos que han podido llevar a su protagonista desde el centro del poder de Francia al mism¨ªsimo culo del mundo.
Con una puesta en escena sencilla, que no simple, perfecta en ritmo, la pel¨ªcula se ayuda tambi¨¦n de la experiencia musical de Gabriel Yared, que no es ning¨²n don nadie (El paciente ingl¨¦s, El talento de Mr. Ripley¡), para aportar empaque a un relato que, adem¨¢s, sorprende por la figura del presidente de la Rep¨²blica propuesto: muy alejado de la imagen del mandatario franc¨¦s altanero, y muy cerca de los aparentemente adorables ancianitos Pertini, Scalfaro o Napolitano, colegas de la vecina Italia.
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