Querejeta, ese hombre de cine, ese hombre
Ha producido o coproducido 48 pel¨ªculas. Todas llevan su sello y una sensibilidad fuera de lo com¨²n
A ciertas horas p¨¢lidas de la noche (la palidez se la invent¨® L¨¦o Ferr¨¦, que lo sab¨ªa todo de la noche y de la soledad, tambi¨¦n aquella certidumbre de que "el silencio nunca telefonea") las ¨²nicas llamadas telef¨®nicas que puede recibir un individuo de mi edad que vive solo y hace tiempo que se retir¨® de las diversas variantes del juego solo pueden obedecer a que se han equivocado, a un bicho que te amenaza desde el mezquino refugio del anonimato, a que te llame tu novia o a razones entre perturbadoras y tr¨¢gicas, a accidentes o a la cercan¨ªa de esa eterna e indeseable dama llamada muerte rondando o llev¨¢ndose a seres amados. Por tanto, me sobresalto al escuchar mi nombre al otro lado del m¨®vil. Consecuentemente, lanzo rayos y centellas al contestar afirmativamente y descubrir la identidad del llamador. Es El¨ªas Querejeta. Quiere saber despu¨¦s de anteriores y m¨²ltiples avisos si he visto ya el documental (perd¨®n, El¨ªas, ya s¨¦ que tu ancestral factor¨ªa solo hace pel¨ªculas) Al final del t¨²nel y si no lo he hecho que vaya sin falta a un pase o al estreno al d¨ªa siguiente. Cuelgo con gesto de renovado estupor o de fatiga e inmediatamente me conmuevo. El productor m¨¢s importante del cine europeo en el siglo XX (el actual ya no es el suyo, Pat Garrett intentaba avisar del cambio o del desastre a Billy The Kid y justificar en nombre de la supervivencia su cambio de chaqueta con un desolador: "Los tiempos est¨¢n cambiando, Billy", y el kamikaze le respond¨ªa: "Pero yo no") sigue actuando como siempre, luchando incansablemente por sus criaturas, logrando que veas esas pel¨ªculas cuya creaci¨®n puede haber ocupado a?os en la vida de sus autores y que otro puede ventilar p¨²blicamente con un comentario no necesariamente amable, o bien dedicarles su entusiasmada atenci¨®n, pero que fueron concebidas para que tuvieran p¨²blico, incluidos los que se dedican a esa profesi¨®n tan rara de la cr¨ªtica de cine. Y consciente de que lo ¨²nico que importa es la pel¨ªcula, Querejeta har¨¢ todo lo que no es correcto o acad¨¦mico para ayudarla. Ser¨¢ pesado, se presentar¨¢ al final de la proyecci¨®n, intentar¨¢ controlar el material que va a publicarse sobre su persona y sobre lo que ha producido, manipular¨¢ hasta donde pueda y le dejen, jam¨¢s podr¨¢s ignorar lo que ¨¦l ha ayudado a parir. Y es irritante, es profesional. Tambi¨¦n merece respeto. Y por mi parte, admiraci¨®n.
Por razones semejantes, como exigir ser testigo antes de su publicaci¨®n de una entrevista exhaustiva y regada con infinito whisky que le hab¨ªa hecho para el semanario El Independiente y habiendo ocurrido antes algo similar con otro largo y memorable encuentro para la revista Casablanca, no volver¨ªa a hablarme con ¨¦l hasta varios a?os m¨¢s tarde, en la boda de su hija Gracia. Y antes publiqu¨¦ en Diario 16 un art¨ªculo titulado El hombre que quer¨ªa todas las llaves (no guardo nada de lo que escribo y recuerdo poco, deb¨ªa de estar demasiado encabronado para no olvidarlo), en el que lamentaba el reverso tenebroso de este hombre singular. Con el tiempo no volvi¨® a interrumpirse esa extra?a relaci¨®n.
Cuentan los interesados que el oficio o el arte de producir cine exige sacrificios ¨¦picos, vocaci¨®n, capacidad de riesgo, imaginaci¨®n. Cada vez que disfruto de esa obra maestra titulada Cautivos del mal termino convencido de ello. Y qui¨¦n soy yo para dudar de esos prop¨®sitos tan generosos y creativos en la vida real. Pero mi escaso conocimiento de la labor del productor en el cine espa?ol me asegura que solo he conocido uno que se arruinara haciendo pel¨ªculas, aunque debe de haber much¨ªsimos que creyeron en algo, expusieron su dinero y el ingrato p¨²blico no valor¨® su esfuerzo. Ese productor se llamaba Toni Oliver. Amaba el cine, era culto, gustaba a las mujeres, era un caballero. Lo perdi¨® todo, jam¨¢s se quej¨® ni busc¨® culpables, escribi¨® canciones memorables junto a Joaqu¨ªn Sabina, sobrevivi¨® como pudo en los excesos de la noche, se larg¨® de Madrid, explot¨®. Sin embargo, conozco algunos productores que nunca han tenido un ¨¦xito, o ni siquiera han podido estrenar algunas de sus apasionantes pel¨ªculas, pero pueden presumir de una obra muy extensa y la l¨®gica compensaci¨®n econ¨®mica a su heroica labor. Y eso que en la b¨¢rbara Espa?a, a diferencia de la mod¨¦lica Francia, no funciona la inaplazable excepci¨®n cultural.
El¨ªas Querejeta ha producido o coproducido 48 pel¨ªculas. Para bien y para mal todas llevan su sello, una personalidad, una inteligencia y una sensibilidad fuera de lo com¨²n. Descubri¨® a bastantes directores muy valiosos, financi¨® historias y estilos con demanda problem¨¢tica, arriesg¨®, se benefici¨® del orgasmo que sienten los pol¨ªticos de cualquier ideolog¨ªa (excepto Mill¨¢n Astray) ante eso tan mol¨®n de la cultura y el arte, dej¨® libres a los creadores despu¨¦s de volverles locos antes del rodaje, supo vender su producto dentro y fuera, se garantiz¨® el apoyo de la cr¨ªtica y la simpat¨ªa de variados, progresistas e intelectuales jurados. Fue listo, profundo, jugador, pretencioso y arrogante con causa.
Hace tiempo que lleg¨® el injusto y lacerante invierno para el hombre que rein¨® durante tanto tiempo. Es probable que no fuera un buen gestor de sus beneficios, que se equivocara, que solo pensara en el ocaso en t¨¦rminos literarios, pict¨®ricos, cinematogr¨¢ficos y l¨ªricos. Pero nadie decente, perceptivo, racional, podr¨¢ negar la excepcional importancia de su figura, aunque ¨¦l siga convencido de que lo m¨¢s valioso de su obra es haberle marcado un gol al Real Madrid. En su caso, claro que entender¨ªa que el Estado ejerciera el mecenazgo art¨ªstico con los ¨²ltimos proyectos de este verdadero hombre de cine, con un productor que siempre ha sido algo m¨¢s que un productor.
He visto Al final del t¨²nel, El¨ªas. S¨¦ que la idea es tuya y que has coescrito el argumento. Nada m¨¢s. Me da mucho miedo ese etarra que sigue justificando la muerte ajena, aunque a ¨¦l no le tocara derramar sangre. Y siento piedad por el killer que ahora reconoce el horror que caus¨®. Pero la que m¨¢s me inquieta es la reivindicativa hija del m¨¢rtir, esa se?ora acompa?ada de un gintonic que parece sentir a?oranza de aquellos reivindicativos a?os en los que se multiplicaban las ekintzas, o sea, los asesinatos. ?Hace falta aclararte que te respeto, te estoy agradecido y que, a pesar de los pesares, siento cari?o por ti, El¨ªas? Ojal¨¢ que sigamos teniendo broncas. Pero, no me llames por temas profesionales pasadas las diez de la noche. -
Al final del t¨²nel-Bakerantza es una pel¨ªcula documental de Eterio Ortega Santillana sobre una idea original de El¨ªas Querejeta. http://alfinaldeltunel.com
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