Excepci¨®n
No entiendo la muy bien compartida opini¨®n de que la televisi¨®n forma una parte importante e ineludible de nuestra vida, de forma voluntaria o rutinaria, supliendo carencias o utiliz¨¢ndola como una ventana para mirar el mundo. Siento estupor ante ese dato escalofriante de que la gente consume de media alrededor de cinco horas diarias de televisi¨®n. Deseando imaginar que, al igual que yo, tiene que haber bastantes personas que solo la encienden ocasionalmente o, incluso, la ignoran, debe de existir para cuadrar la estad¨ªstica m¨¢s de media Espa?a que pasa en su compa?¨ªa ocho o nueve horas al d¨ªa. Suponiendo que duerman otras siete u ocho, resulta que su existencia transcurre casi en su totalidad entre el embrutecimiento y el sue?o. Y ese p¨²blico no pueden formarlo exclusivamente jubilados, ancianos y parados. Tiene que haber mucho y variado personal fascinado con el vertedero del morbo, la nader¨ªa obscena, los concursos idiotas, los descerebrados realities, las pel¨ªculas infames, las series cutres y fabricadas por computadora, los informativos sensacionalistas y vacuos, las toneladas de publicidad que sustentan econ¨®micamente a esa basura.
?Podr¨ªa ser de otra forma? ?La oferta responde exclusivamente a la demanda? ?El gran p¨²blico es irremediablemente zafio y lerdo? Lo dudo. Consumen lo que los traficantes les dan gratis, una droga cochambrosa, pero es probable que supieran valorar otras mejores si tuvieran la oportunidad de probarlas. El dato de que el retorno del corrosivo, natural, penetrante, admirable Jordi Evole con Salvados en un reportaje sobre la educaci¨®n, y en lugares tan ex¨®ticos como Finlandia, lo siguieran cuatro millones y medio de espectadores dar¨ªa qu¨¦ pensar a cualquier mercader que aspirara a la lucidez, que no exhibiera el cinismo como su m¨¢s preciado don.
Al igual que hizo la abyecta Telecinco con Cuatro, podr¨ªa haber ocurrido que Antena 3 transformara La Sexta en un clon suyo. Pero demostrando inteligencia, no lo ha hecho, respeta sus se?as de identidad, no se ha arriesgado a perder el p¨²blico que esta ten¨ªa. No deb¨ªa de ser excesivo, pero s¨ª fiel. Y sospecho que est¨¢ creciendo. Veo a ?vole en Texas, preguntando a las instituciones y a la gente sobre la pena de muerte y me siento respetado como espectador. Solo es televisi¨®n, pero me gusta.
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