Evocaci¨®n
El ¨¦xito de audiencia de la serie La Biblia, adquirida por Antena 3 al History Channel, nos recuerda que el hombre es un animal de costumbres
El ¨¦xito de audiencia de la serie La Biblia, adquirida por Antena 3 al History Channel, nos recuerda que el hombre es un animal de costumbres. As¨ª como en Semana Santa uno no puede rechazar las torrijas, vengan de quien vengan, tampoco los telespectadores se pueden resistir a una nueva versi¨®n de los materiales b¨ªblicos. Pero bastaba enfrentarse a la visualizaci¨®n de episodios tan potentes de la narraci¨®n b¨ªblica como la destrucci¨®n de Sodoma o el sacrificio de Abraham de su propio hijo para entender que los autores de la serie carec¨ªan de la virtud de la sugerencia. Los ¨¢ngeles enviados por Dios para destruir la ciudad del pecado respond¨ªan al patr¨®n del cine de artes marciales, incluso uno era de rasgos orientales, delatando m¨¢s abuso de esteroides que de lectura sugerente. Como si Dios a estas alturas necesitara vender merchandising o imponerse en una tertulia de cotilleo a gritos, los creadores, Mark Burnett y Roma Downey, que se reserva el papel de Mar¨ªa Madre, provienen de la producci¨®n de realities y tratan de hacer comulgar la ficci¨®n religiosa con su idea de televisi¨®n.
?La carencia de poder evocativo entablaba una ri?a con el material original. La Magdalena de Proust pretend¨ªa hacer despertar la sensibilidad del lector con la certeza de que tras las cosas perdidas queda un olor y un sabor en el recuerdo, como si fueran almas. El autor buscaba que los lectores no fueran tanto lectores de su libro como lectores de s¨ª mismos. En su detallismo min¨²sculo provocaba que las rememoraciones funcionaran como un cristal de aumento que el espectador aplicara sobre su interior. Por todo ello la plasmaci¨®n b¨ªblica resultaba un ejercicio de charcuter¨ªa televisiva, de cl¨ªmax en cl¨ªmax sin capacidad para plantear una emoci¨®n m¨¢s duradera que tres segundos de m¨²sica de lata saturante.
La Biblia es un libro v¨ªctima del ¨¦xito de sus fragmentos. Algunos oscilan entre el salvaje integrismo o la delicada met¨¢fora de uso formativo. Hasta Robert Crumb nos ofreci¨® una precisa versi¨®n en c¨®mic del G¨¦nesis con mayor delicadeza que este docudrama fatigoso. Esa es la diferencia entre un mercachifle y un narrador. Donde uno ve una fogata divina, el otro, Proust, por ejemplo, observa que el fuego habla siempre sin esperar respuesta.
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