Sara Montiel se despide de Madrid entre cupl¨¦s y gritos de ¡°guapa¡±
Madrid dice adi¨®s a la actriz, protagonista de pel¨ªculas como 'El ¨²ltimo cupl¨¦' y 'La violetera' fallecida a los 85 a?os
Cientos de personas han acompa?ado a Sara Montiel por su ¨²ltimo recorrido por las calles de Madrid. Famosos y an¨®nimos, amigos y compa?eros de profesi¨®n, curiosos y ¨Cmuchos¨C profesionales de los medios de comunicaci¨®n. Poco antes de iniciarse el cortejo f¨²nebre, a¨²n en el tanatorio de San Isidro, se celebr¨® una misa de despedida para los allegados de la artista. A las puertas del recinto, decenas de curiosos observaban c¨®mo sal¨ªan las primeras personalidades: el consejero de Cultura de Castilla-La Mancha, Marcial Mar¨ªn; el actor M¨¢ximo Valverde; su paisano Luis Cobos, que calific¨® a la cantante como ¡°emblema de La Mancha¡±; o su amigo, Javier Gurruchaga, visiblemente emocionado.
Tras la salida de conocidos y familiares, con sus hijos Zeus y Thais al frente, razonablemente enteros, dos coches repletos de coronas de flores ¨Cuna de ellas, enviada por Julio Iglesias¨C escoltaban al veh¨ªculo negro con el f¨¦retro de la cantante, decorado solo con una de sus fotos.
Mientras los coches pon¨ªan rumbo al centro de la capital, los curiosos forcejeaban con los reporteros gr¨¢ficos para ocupar el mejor sitio para fotografiar el f¨¦retro. ¡°La verdad es que hemos venido para ver si nos encontr¨¢bamos con alg¨²n famoso¡±, comentaba un matrimonio de jubilados.
Los seguidores de la artista estaban en ese momento, sobre todo, en las calles del centro de Madrid. A las 10.30, mientras el cuerpo de la actriz manchega segu¨ªa en el tanatorio, en la Plaza de Callao, coraz¨®n de la Gran V¨ªa, empezaban a reunirse t¨ªmidamente grupos de admiradores de Sara Montiel, esperando la llegada del coche con el f¨¦retro. Eran en su mayor¨ªa personas mayores de 60 a?os, unas decenas, quiz¨¢s unos cientos, que pasaban los minutos contemplando la pantalla gigante situada sobre la hornacina de los Cines Callao, en la que se estaba emitiendo La Violetera, pel¨ªcula estrenada hace 55 a?os, en la que la Montiel, protagonista indiscutible, desplegaba su belleza racial.
Poco antes de las doce llegaba el coche f¨²nebre, que entraba en la zona peatonal, previamente acordonada por la polic¨ªa, y se ve¨ªa rodeado de fot¨®grafos hasta quedar pr¨¢cticamente oculto para los asistentes, convidados de piedra que aplaud¨ªan t¨ªmidamente. De vez en cuando se o¨ªa un grito de ¡°guapa¡± o ca¨ªa un clavel rojo sobre el veh¨ªculo. Unos minutos m¨¢s tarde, tan discretamente como hab¨ªa entrado sali¨® el coche de la plaza, sin avisar, otra vez a la Gran V¨ªa, direcci¨®n Castellana. Ese fue el ¨²nico momento en el que la pasi¨®n se desbord¨® ligeramente. A la carrera, el p¨²blico se coloc¨® en una de las aceras de Gran V¨ªa en un pasillo espont¨¢neo de unos cien metros, invadiendo uno de los carriles de la calzada para acercarse al coche que portaba los restos de su ¨ªdolo. Llegado al primer sem¨¢foro, el veh¨ªculo aceler¨®, y tras unos segundos de confusi¨®n, la peque?a multitud se fue dispersando. Los irreductibles, una cincuentena, permanecieron en Callao unos minutos, terminando de ver la pel¨ªcula.
Mientras tanto, el coche enfilaba hacia el cementerio de San Justo de la capital, donde sus restos recibieron sepultura. Minutos antes de la llegada del f¨¦retro, periodistas y curiosos se api?aban junto a la tumba abierta. Su eterno pretendiente, el italiano Giancarlo Viola, lloraba desconsolado mientras los periodistas se suben y se aferran a las cruces para captar mejor el momento. Un trabajador del recinto aseguraba que el tumulto le recordaba al del entierro de Gregorio Mara?¨®n, que tambi¨¦n recibi¨® sepultura en el recinto en 1960.
El escaso espacio disponible oblig¨® a los trabajadores a pedir a los centenares de asistentes que desalojaran la zona inmediata a la sepultura para dejar moverse a los familiares. Mientras un anciano se sub¨ªa a una tumba cercana para obtener una mejor instant¨¢nea del f¨¦retro descendiendo, un grupo de seguidoras cantaba una de sus canciones. ¡°Era la m¨¢s grande, hac¨ªa siempre lo que le daba la gana¡±, comentaba un estudiante, uno de los asistentes m¨¢s j¨®venes, sobre la cantante, que ya descansa junto a los restos de su hermana y su madre.
Entre gritos de ¡°Viva Sara¡±, "Guapa" y ¡°Viva Campo de Criptana¡±, su localidad natal, personalidades como Boris Izaguirre o Enrique Cerezo abandonaban el camposanto. Decenas de personas segu¨ªan cantando y aplaudiendo, poniendo m¨²sica al ¨²ltimo viaje de la manchega m¨¢s universal.
Babelia
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