Santa bruja
Admito que el g¨¦nero necrol¨®gico se presta a la delirante exaltaci¨®n de las virtudes y los trascendentes logros del finado en el humano convencimiento de que todo el mundo es bueno
Admito que el g¨¦nero necrol¨®gico se presta a la delirante exaltaci¨®n de las virtudes y los trascendentes logros del finado en el muy humano convencimiento de que en el c¨®mputo general de la existencia resulta que todo el mundo es bueno. Admito que el g¨¦nero se presta a la floritura literaria, a la intensidad emocional, a la sinceridad arrebatada, a que el dolorido y l¨ªrico necr¨®logo reciba m¨²ltiples felicitaciones por su emoci¨®n al recordar las haza?as del ilustre muerto. Y constatas que forzosamente tienes que ser alguien importante para que te dediquen tanto llanto impreso. Por supuesto, del prestigioso g¨¦nero necrol¨®gico est¨¢n excluidos los parias, los eternos perdedores, la gente an¨®nima, aunque durante toda su vida su conducta fuera ejemplar. Con que les lloren los familiares (si les queda alguien) y alg¨²n vecino ya van sobrados.
?Descubro a ra¨ªz de la muerte de la ¨ªnclita Margaret Thatcher que su proceso de santificaci¨®n es inminente. Bueno, no s¨¦ si a las anglicanas las pueden hacer santas, pero en cualquier caso figurar¨¢ en alg¨²n tipo de altar.
Se pronuncia con arrobo e infinita admiraci¨®n el apelativo la Dama de Hierro. Y me pregunto por el valor supremo del hierro. Que yo sepa no tiene nada que ver con el talento, la sensibilidad, la lucidez, el sentido del humor, la compasi¨®n. Algunos amigos argentinos me cuentan que la siniestra Junta Militar podr¨ªa haberse perpetuado si no hubieran sido derrotados en la guerra de las Malvinas. Pero dudo mucho que la Thatcher embistiera a los milicos por sus convicciones dem¨®cratas y su asco al fascismo. La futura santa ofreci¨® entusiasta cobijo y solidaridad plena a Pinochet y consideraba terrorista a Mandela. Cuentan ahora de ella que salv¨® a Europa y a su pa¨ªs. ?De que les salv¨® y a qui¨¦n salv¨®? No a la chusma de la clase trabajadora ni a los tozudos y prescindibles mineros. Es una l¨¢stima que su abandono de la vida pol¨ªtica y el compadecible alzh¨¦imer no le permitieran ejercer como l¨ªder de Occidente en estos tiempos sombr¨ªos. Se hubiera sentido gozosamente en su mundo jodiendo sin escr¨²pulos a los d¨¦biles, a los de siempre, a hierrazo limpio. Es normal que Aznar y Aguirre escriban a su muerte consider¨¢ndose sus leg¨ªtimos herederos. Pero el baboseo casi generalizado sobre bruja tan letal y despiadada posee aroma dada¨ªsta.
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