¡°Las religiones dividen, los museos forman ciudadanos del mundo¡±
El responsable de la instituci¨®n londinense reflexiona sobre los retos a los que se enfrentan los museos de todo el mundo
Neil MacGregor (Glasgow, 1946), director del Museo Brit¨¢nico de Londres, divulgador radiof¨®nico y una de las autoridades intelectuales m¨¢s admiradas de Reino Unido, vino a Madrid a celebrar algo m¨¢s que el pr¨¦stamo de la muestra de dibujos El trazo espa?ol en el British Museum. Dibujos del Renacimiento a Goya. ¡°Este a?o se cumple medio siglo de la primera vez que visit¨¦ el Prado. Lo recuerdo perfectamente; iba con mis padres y me negu¨¦ a salir para comer... ?quer¨ªa seguir viendo m¨¢s salas!¡±. Entonces, MacGregor solo era un chico escoc¨¦s con una curiosa idea acerca del gusto art¨ªstico: ¡°Crec¨ª en Glasgow, al lado de la casa del refinado Stirling Maxwell, que ten¨ªa una de las mayores colecciones de arte espa?ol. Y cuando ten¨ªa ocho a?os, la ciudad compr¨® Cristo de San Juan de la Cruz, de Dal¨ª. De modo que a tan tierna edad pensaba que los coleccionistas coleccionaban arte espa?ol y que cuando las ciudades compraban, tambi¨¦n se decantaban por su pa¨ªs¡±.
Aquel chico se convirti¨® en director de museo, primero de la National Gallery y desde 2002 del British, instituci¨®n que aspira a contener el mundo desde la antig¨¹edad hasta nuestros d¨ªas. Tambi¨¦n hizo historia de la radio con un programa de la BBC (que se convirti¨® en libro, editado por Debate) en el que dos millones de a?os de la humanidad quedaban explicados en 100 objetos. Sobre los retos que aguardan en el futuro a los museos charl¨® con EL PA?S en el moderno, soleado y apacible claustro de la ampliaci¨®n del Prado, met¨¢fora de lo mucho que han cambiado las pinacotecas en este medio siglo. ¡°Han cambiado, s¨ª, ?pero los cuadros, no!¡±.
Es importante no ser dependiente de lo privado ni de lo p¨²blico
Mostrar el pasado en el futuro. ¡°Siguen siendo los lugares para entender el mundo mirando al pasado. En el Prado compruebas que la historia de Europa es una sola, cultural y pol¨ªticamente. Luchamos ¨²ltimamente por construir una ¨²nica historia Europea cuando es una historia que llevamos construyendo desde hace siglos. Los museos te permiten entender el mundo. Obviamente, el British es distinto, porque re¨²ne objetos de todas las civilizaciones. Pero lanza el mismo mensaje: el mundo siempre ha estado conectado¡±.
?Entradas gratis para todos? ¡°La tradici¨®n en Gran Breta?a es que los museos sean gratis, porque as¨ª fue el mandato del Parlamento que los cre¨® en el siglo XVIII. Se establecieron sin coste para los ciudadanos ingleses y extranjeros. Si quieres que la gente entienda el mundo debes hacer la entrada accesible y gratuita. Un museo es un espacio p¨²blico de la mente y el esp¨ªritu que todos los ciudadanos tienen el derecho a habitar¡±.
Sobrevivir a los recortes. ¡°Como en Espa?a, las instituciones de Gran Breta?a sufren recortes en la asignaci¨®n p¨²blica. Los combatimos recurriendo al dinero privado; echando mano de las ventas de la tienda y tambi¨¦n de los patrocinadores, bien sean empresas o ciudadanos individuales. Y luego compartimos nuestra colecci¨®n con el resto del mundo, como creo que est¨¢ haciendo con mucho criterio el Prado. En todos los continentes puedes ver en estos momentos cuadros de la pinacoteca madrile?a. Eso, adem¨¢s de reafirmarnos en que esos tesoros pertenecen a todo el mundo, tambi¨¦n implica que los receptores de esas colecciones apoyan las finanzas del museo¡±.
¡°Para conseguir el equilibrio perfecto no hay una f¨®rmula. La tradici¨®n brit¨¢nica siempre ha sido una mezcla entre lo p¨²blico y lo privado. Mitad y mitad. Creo que ese es un buen porcentaje. El Estado garantiza la continuidad y la seguridad de la colecci¨®n y las empresas, los particulares y los museos del extranjero ayudan de otras maneras. La f¨®rmula es dif¨ªcil, pero clara: mucho trabajo duro. Puede ser un asunto complejo, pero recuerda a los museos cu¨¢l es su p¨²blico y de qu¨¦ modo deben dirigirse a ¨¦l. Es importante no ser totalmente dependiente de lo privado ni de lo p¨²blico; es necesario tener independencia a la hora de contar una historia acad¨¦micamente verdadera¡±.
Las piezas que fueron legalmente adquiridas no hay por qu¨¦ devolverlas
?A qui¨¦n sirve la diplomacia cultural? ¡°Depende lo que entienda por ese concepto. No creo en los museos como un arma del Estado. Porque las piezas no les pertenecen. Ahora bien, al hacer viajar a las obras se crea un di¨¢logo, un debate con la gente. ?ltimamente estamos prestando mucho m¨¢s a China e India. Ellos nunca han tenido la oportunidad de ver las piezas del antiguo Egipto, por ejemplo. Con ellas, permitimos a esos pa¨ªses entrar y relacionarse con la historia de nuestro tiempo, que es una historia global. Es una forma de comunicaci¨®n, pero no debe ser un subterfugio para emplear a Vel¨¢zquez en el propio inter¨¦s de un pa¨ªs o de otro¡±.
?Expolio o propiedad leg¨ªtima? ¡°No creo en la devoluci¨®n de las piezas si fueron correctamente adquiridas. Y sabemos que no siempre fue de esa manera: hubo un mont¨®n de saqueos en la II Guerra Mundial. Las cosas no han mejorado mucho en los ¨²ltimos 30 o 40 a?os. Pero si los objetos fueron obtenidos legalmente, como sucedi¨® con el Parten¨®n, no entiendo por qu¨¦ habr¨ªa que devolverlas. Sucede lo mismo con las pinturas flamencas del Prado, ?por qu¨¦ deber¨ªan devolverse? Aqu¨ª est¨¢n accesibles a todo el mundo. El gran desaf¨ªo es luchar contra las excavaciones ilegales y ser capaces de compartir estos tesoros con todo el mundo. Estas joyas no pertenecen a Par¨ªs, a Berl¨ªn o a Madrid, sino que estas ciudades deben compartirlas. Las religiones dividen, los museos forman ciudadanos del mundo¡±.
Desaf¨ªos. ¡°El peligro para el futuro de los museos es el nacionalismo. La misma existencia de las colecciones de arte supone una negaci¨®n del nacionalismo, porque aportan una visi¨®n de la humanidad en su conjunto. Quiz¨¢ es m¨¢s importante hoy que nunca, cuando vemos los peligros de la divisi¨®n por todo el mundo. Estas colecciones nos ense?an a compartir¡±.
?Hay un l¨ªmite para el n¨²mero de visitantes? ¡°Es un gran dilema. Nosotros tenemos seis millones. Hay un l¨ªmite, indudablemente. Tenemos que ser capaces de acomodar nuestros edificios a esa demanda. Y luego, volvemos a la idea del museo viajero; si los visitantes no pueden venir aqu¨ª, podemos mandarles las piezas. Tambi¨¦n hay que trabajar por hacer las colecciones accesibles para todos, en la Red y tambi¨¦n en los tel¨¦fonos inteligentes. Y lo que hacen los m¨®viles es hacer accesible la colecci¨®n a todos los usos¡±.
Babelia
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