En un lugar de Guinea...
La obra 'Quijotadas' incorpora las experiencias de un grupo de inmigrantes subsaharianos La adaptaci¨®n de la obra de Cervantes se representa en el Instituto Franc¨¦s de Madrid
Sobre las tablas, doce inmigrantes subsaharianos prueban la ac¨²stica de la sala mientras una pareja de m¨²sicos toca instrumentos tradicionales africanos. Para muchos, es la primera vez en un escenario. Pese a lo ex¨®tico de la escena, lo que ensayan es una versi¨®n teatral de El Quijote. Quien est¨¢ detr¨¢s de este experimento es la compa?¨ªa Mirage, que durante semanas ha estado trabajando en talleres, codo con codo, con los extranjeros. Han tomado nota de lo que contaban acerca de sus viajes hasta llegar a Espa?a y de sus vivencias en el pa¨ªs. Ahora, sus testimonios forman parte del resultado final del proyecto, la obra Quijotadas, que se representa hasta ma?ana en el teatro del Instituto Franc¨¦s de Madrid.
¡°El personaje de El Quijote se cree lo que cuentan los libros de caballer¨ªas y lo que hace despu¨¦s es un viaje en el que confronta esa fantas¨ªa con la realidad, que es otra bien distinta¡±, explica Miguel Oyarzun, codirector de la obra y uno de los fundadores de Mirage. ¡°Es un paralelismo bastante claro con lo que ellos ven desde ?frica sobre Europa. Creen que es una tierra de oportunidades, un sitio donde hay trabajo y donde se puede conseguir dinero. Lo hacen alentados por las pel¨ªculas y por el f¨²tbol¡±.
Durante los primeros minutos de la funci¨®n, los miembros de una familia discuten sobre ese mundo fant¨¢stico que es Europa. En la tierra de Benzema y de Messi abunda el trabajo, el dinero se hace realidad con solo apretar un bot¨®n de un cajero y los billetes brotan de los ¨¢rboles. Al menos eso es lo que quieren ver los quijotes de la obra, aunque la realidad sea bien distinta y ya no haga falta mano de obra para construir molinos que, precisamente, no son m¨¢s que eso.
El colectivo ya experiment¨® con un proyecto similar con las obras Madrid tierra prometida y L¨¢zaro, su particular revisi¨®n del personaje m¨¢s representativo de la picaresca. ¡°Nos parec¨ªa que el Lazarillo de Tormes hoy ser¨ªa un inmigrante que se ve forzado a viajar de un sitio a otro¡±, afirma el codirector de la obra. Creen que si estas obras se concibieran en la actualidad tendr¨ªan a este colectivo como protagonista. Y nadie mejor que ellos mismos, han pensado, para contar en primera persona c¨®mo llega un quijote subsahariano a Espa?a.
Ciss¨¦ lleg¨® hace cuatro a?os de Guinea Conakry. En 2010, en una estaci¨®n de metro de Getafe (al sur de Madrid) la polic¨ªa secreta le pidi¨® los papeles. A¨²n hoy recuerda los 59 d¨ªas y 11 horas que pas¨® en un CIE (Centro de Internamiento para Extranjeros). La escena tiene hoy su plasmaci¨®n en la obra. Igual que Alonso Quijano se ve encerrado en una jaula para ser enviado de vuelta a su aldea, Ciss¨¦ narra en la obra su confinamiento, en el que era visto como un delincuente.
¡°Muchas veces tratamos a los inmigrantes con paternalismo¡±, argumenta Miguel Oyarzun. ¡°Pero trabajando con ellos te das cuenta de que tenemos que aprender mucho de ellos¡±. Y en muchos casos tampoco nos ponemos en el lugar del inmigrante. Del extranjero dispuesto a cualquier cosa para acceder al mundo que, seg¨²n ha o¨ªdo, est¨¢ lleno de oportunidades para todos. Es el caso de Mohammed, al que todos conocen como Michael, que en 2008 salt¨® la valla fronteriza de seis metros que separa Melilla de Marruecos. ?l mismo narra en una de las primeras escenas su viaje largo y agotador, que inici¨® al abandonar Guinea Bissau.
¡°En algunos casos son viajes que duran seis o siete a?os, penando por varios pa¨ªses del norte de ?frica hasta que consiguen llegar a Europa. Son historias que apenas se conocen¡±, opina el otro director de la obra, Juan Ayala. Afirma que en las primeras sesiones de los proyectos anteriores era complicado contar con todos los inmigrantes. Ahora, son m¨¢s disciplinados y son los primeros que acuden a los ensayos. ¡°Hemos acabado haciendo grupo¡±, dice Ayala. ¡°Nosotros no somos trabajadores sociales, solo hacemos teatro¡±.
Con la obra te r¨ªes, pero es una trampa. Te das cuenta de que al final se te encoge el alma
Detr¨¢s de las peripecias de estos actores (casi) improvisados se esconden historias desgarradoras. Aunque, seg¨²n apostilla Miguel Oyarzun, estos 12 extranjeros, procedentes de Guinea Bissau, Senegal, Gambia y Guinea Conakry, aportan un punto de vista particular: ¡°Tienen una forma de afrontar la vida con mucho sentido del humor y con unas ganas de vivir que suponen una lecci¨®n para nosotros, que nos quejamos por cualquier cosa. Cuentan sus vivencias y siempre est¨¢n riendo, y las cosas que les han pasado son muy duras¡±. Esa comicidad se traslada al montaje, en el que el espectador puede ver, incluso, a una decena de subsaharianos cantando y bailando una jota. ¡°Te r¨ªes, pero es una trampa¡±, afirma Isla Aguilar, productora de la compa?¨ªa. ¡°Te das cuenta de que al final se te encoge el alma¡±.
El ¨²ltimo ensayo est¨¢ a punto de comenzar y los directores apuran con sus indicaciones. Mientras, los integrantes del elenco bromean entre ellos. ¡°Pens¨¢bamos que les ¨ªbamos a ayudar¡±, dice Isla Aguilar. ¡°Pero nos han mejorado a nosotros¡±.
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