Patricia McCormick, la mujer m¨¢s valiente
Fue la primera estadounidense que se dedic¨® profesionalmente a la lidia
¡°Es un arte, una ciencia, un ritual, un misterio... es m¨¢s espiritual que f¨ªsico. As¨ª es el toreo, todo menos un deporte¡±, escrib¨ªa en su autobiograf¨ªa Patricia McCormick (San Luis, EE UU 1929).
Descubri¨® el toreo con siete a?os, durante unas vacaciones familiares a M¨¦xico DF. De ah¨ª volvi¨® jugando al toro con los amigos, pero no sinti¨® la vocaci¨®n hasta que su padre, ingeniero en un petrolera, tuvo que cambiar de residencia a Big Spring. Pasaron de Misuri a Texas. Ten¨ªa 13 a?os cuando se introdujo en el todav¨ªa vivo ambiente taurino de la zona, con frecuentes viajes a Ciudad Ju¨¢rez para ver corridas y hacerse con revistas de actualidad taurina.
Se le consider¨® la heredera natural de Conchita Cintr¨®n (Antofagasta, Chile 1922- Lisboa, 2009), la leyenda femenina del toreo. En Per¨², los partidarios de la amazona criticaron a la norteamericana por su, seg¨²n su interpretaci¨®n, tosco estilo. McCormick se defendi¨® en un art¨ªculo de Sport Illustrated en 1956: "S¨ª, pero ella va a caballo y solo descabalga para rematar la faena y estoquear. Yo hago todo a pie". Obviaba que Cintr¨®n s¨ª hizo el pase¨ªllo en Europa, donde reiteradamente se le deneg¨® el permiso para hacer una faena de muleta ¨ªntegra. De ah¨ª su costumbre de rejonear.
La pol¨¦mica nunca se pudo resolver en los ruedos, pues Cintr¨®n colg¨® los av¨ªos de torear en 1950, un a?o antes de casarse con Francisco de Castelo Branco y pasar a residir en las afueras de Lisboa. McCormick debut¨® en p¨²blico en 1951 en Ciudad Ju¨¢rez (M¨¦xico). Al a?o siguiente comenz¨® a hacer del toreo su modo de vida, pero nunca visti¨® el traje de luces.
Al igual que Maribel Ati¨¦nzar, Mary Fortes y la m¨ªtica ?ngela, que finalmente consigui¨® el apoyo de sus compa?eros para que cambiase la legislaci¨®n espa?ola todav¨ªa durante la dictadura, la tejana quiso alternar con los mismos derechos y compromisos que sus compa?eros de terna y no con el atuendo propio de los festivales (festejos menores y casi siempre de fin ben¨¦fico). Carlos Arruza, m¨¢xima figura del toreo azteca a mediados del siglo XX, inventor de la arrucina, no tuvo reparos en destacar su val¨ªa: ¡°Se enfrenta a toros de mayor tama?o que ninguna otra mujer. Y s¨ª, lo hace con acierto... Su ¨²nico defecto es ser mujer¡±. A pesar de este reconocimiento, ning¨²n diestro dio el paso de romper la tradici¨®n y permitirle competir en igualdad de condiciones.
McCormick se mantuvo en activo hasta 1962, momento de su despedida en San Antonio. Durante su carrera fue herida de consideraci¨®n en varias ocasiones. Tuvo que ser intervenida de seis cornadas. En septiembre de 1954 estuvo a punto de perder la vida tras sufrir una herida por asta de toro que le atraves¨® el est¨®mago, despu¨¦s de que su adversario le levantase los pies del suelo durante un minuto. En 1989 relat¨® a Los Angeles Times que recibi¨® los ¨²ltimos sacramentos y el doctor que le asisti¨® en la enfermer¨ªa dio orden de que la devolviesen al otro lado de la frontera para que muriese en su pa¨ªs. ¡°Dicen que si me llega a pasar antes de la penicilina me habr¨ªa muerto¡±, declar¨® a ese mismo diario.
El cr¨ªtico mexicano Rafael Solano la consider¨® ¡°la mujer m¨¢s valiente que vi nunca¡±. Su fama se ciment¨® en su valor. Sus pase¨ªllos fueron, sobre todo, en la frontera entre Estados Unidos y el norte de M¨¦xico. Tambi¨¦n en el resto de pa¨ªses con tradici¨®n taurina como Per¨², Colombia y Venezuela. Super¨® las 300 actuaciones.
Tras vivir m¨¢s de 40 a?os en diferentes ciudades de California, y pasar por temporadas en las que sufri¨® importantes apuros financieros, en 2007 el estado de Texas hizo un documental en su honor y cre¨® una exposici¨®n permanente sobre su figura en el museo de Big Spring. All¨ª se pueden contemplar im¨¢genes, trajes y sus recuerdos en los ruedos. El pasado 26 de marzo fallec¨ªa en la ciudad texana de Del R¨ªo a los 83 a?os.
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