Sanaa se mete en la f¨¢brica
El estudio japon¨¦s inaugura en Alemania su primer pabell¨®n fabril El edificio, encargo de Vitra, se encuentra junto a otros de Siza, Hadid o Gehry
?Puede un edificio de 20.000 metros cuadrados convertirse en un inmueble ligero, aparentemente inmaterial o incluso evanescente? El primer proyecto industrial de Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa consigue hacerlo en Alemania. El lugar donde se ha levantado, el Vitra Campus en el pueblo de Weil am Rhein, es especial. M¨¢s all¨¢ de estar cerca de viviendas con cubiertas a dos aguas, a las que trata de no molestar, los vecinos del nuevo pabell¨®n tienen todos padres insignes. No en vano, el inmueble de Sanaa extiende su cubierta con una pasarela que toca la f¨¢brica que ?lvaro Siza firm¨® en 1994, entre la estaci¨®n de bomberos de Zaha Hadid y el museo de Frank Gehry. La empresa Vitra es tan famosa por producir las sillas de los Eames como por acumular primicias arquitect¨®nicas en su factor¨ªa: el primer edificio de Hadid, el primero en Europa de Tadao Ando y Gehry. Su due?o, Rolf Fehlbaum, fue adem¨¢s durante a?os jurado del Premio Pritzker.
As¨ª, fue el ojo de este hombre el que quiso que las cabezas de Sejima y Nishizawa idearan un pabell¨®n industrial y los arquitectos sorprendieron proponiendo un inmueble circular. ?Reinvenci¨®n o disfraz? A pesar de estar vestido con un traje de plexigl¨¢s brillante y blanquecino, la forma, un c¨ªrculo imperfecto, resuelve toda duda. El nuevo pabell¨®n habla, y sirve, a otros tiempos. Y ofrece no solo otra manera de trabajar, tambi¨¦n una forma mucho m¨¢s sutil de relacionarse con el paisaje y con el contexto rest¨¢ndole rudeza a la idea de fabricaci¨®n y producci¨®n.
Que el edificio cambia las reglas del juego y representa un mundo diferente se percibe a primera vista: no tiene fachada principal. Vestido con traje de Miyake, aun arropado con pliegues, su curva infinita no es un capricho: permite la ¨®ptima circulaci¨®n de los camiones que atracan en sus muelles de carga. Estos muelles, como algunos ventanales elevados, recortan limpiamente la fachada, de seis mil¨ªmetros, y perforan la estructura de hormig¨®n del edificio para no aislar a quienes trabajan dentro.
En el interior, las claraboyas estrechas que recorren la cubierta permiten un uso ¨®ptimo de la luz natural, un ahorro del 60% del consumo habitual, y una mejor calidad de vida entre quienes montan piezas o las trasladan. Sejima explica que esas aperturas peque?as y estrechas ¡ªfrente a la posibilidad de lucernarios de mayor tama?o¡ª fueron un caballo de batalla. Los grandes tragaluces hubieran sido m¨¢s econ¨®micos. Pero los estrechos mejoran la iluminaci¨®n indirecta. Que todo sea blanco ayuda. El inmueble tiene la sinceridad de los edificios industriales: todos los componentes est¨¢n visibles. Pero m¨¢s all¨¢ del hormig¨®n estructural del suelo y de la ¨²nica partici¨®n (el di¨¢metro de casi 160 metros por seguridad anti-incendios), todos los elementos ¡ªcolumnas, estanter¨ªas, luminarias, puertas o tornillos¡ª son o est¨¢n pintados de blanco.
Aunque por sus brillos y ca¨ªda parezca un traje de gala, la fachada es un elemento industrial. Hija, sin embargo, no de una industria cualquiera. Un a?o cost¨® dar con el fabricante capaz de acometer la producci¨®n de las piezas de 11,4 metros por casi tres de ancho en plexigl¨¢s laminado (con cinco capas de material transparente y la ¨²ltima blanca). Ha sido necesario sumar todas esas capas para conseguir ese brillo tenue, sugerido. Y el fabricante (austriaco) tuvo que idear un horno especial para realizar los moldes. Las piezas se colocaron sin torniller¨ªa exterior. Y sin prisas: tardaron seis meses en completar la fachada. El estreno es espectacular, pero ?c¨®mo envejecer¨¢ el edificio? ¡°El fabricante ofreci¨® una garant¨ªa de 15 a?os¡±, responde Fehlbaum. Sejima bromea con que el mayor reto fue trabajar con vecinos tan sobresalientes. Su favorito es la f¨¢brica de Siza. A Nishizawa le gusta m¨¢s el museo de Frank Gehry. ?No hab¨ªan criticado p¨²blicamente los edificios esculturales? ¡°El museo de Gehry es una escultura espacial¡±, replica el arquitecto. Explican que discuten mucho mientras dise?an. Y que todas las batallas las ganan por agotamiento del contrario. ¡°Somos muy testarudos los dos¡±, sonr¨ªe Sejima.
En 17 a?os de colaboraci¨®n, Nishizawa asegura que todo lo ha aprendido de ella. Sejima se r¨ªe de nuevo y apunta que ella le debe esa base a Toyo Ito, el ¨²ltimo premio Pritzker. Hablando de ese premio, Nishizawa apoyar¨ªa un galard¨®n retrospectivo para que Denise Scott Brown pueda compartir el que recibi¨® su socio, Robert Venturi, en 1991. Sejima, m¨¢s cauta, cree que es ¡°fundamental discutir el tema y, si fuera el caso, reparar errores¡±.
Babelia
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