Buda sucumbe ante la econom¨ªa
Una empresa estatal china arrasar¨¢ el milenario monasterio budista de Mes Aynak, en Afganist¨¢n Los arque¨®logos tratan de salvar valiosos restos antes de la construcci¨®n de la mina de cobre
A los Budas afganos, testimonio de una de las grandes ¨¦pocas hist¨®ricas de Asia central, les ha salido otra amenaza. Ya no se trata de los mullahs y las milicias talibanes, que con su inquina iconoclasta disolvieron a sus hermanos mayores de Bamiy¨¢n en un nirvana explosivo en marzo de 2001, poni¨¦ndose por montera al mundo y haciendo caso omiso del arte, la raz¨®n y la compasi¨®n. Ahora la amenaza llega, parad¨®jicamente, desde el otro extremo del arco ideol¨®gico: el capitalismo y la b¨²squeda del beneficio econ¨®mico por encima de cualquier consideraci¨®n. Nada personal esta vez: ?Es la econom¨ªa, Buda!
Las nuevas v¨ªctimas en Afganist¨¢n son las numerosas y preciosas estatuas de Budas, devatas y bodhisativas ¨Clos personajes de la iconograf¨ªa budista¨C y todo el viejo complejo de monasterios de dos mil a?os de antig¨¹edad de Mes Aynak, un espectacular yacimiento en una monta?a sobre un valle de la provincia de Logar, a 40 kil¨®metros al sureste de Kabul. Los verdugos en esta ocasi¨®n no cargan artiller¨ªa, lanzacohetes, minas, explosivos (y fatuas), sino excavadoras, picos y palas (y cuentas de beneficios). Son las tropas de la empresa estatal minera china China Metallurgical Group (CMG), basada en Beijing. Y est¨¢n impacientes por lanzarse sobre los Budas, que observan con sus miradas exoft¨¢lmicas y toda la paciencia y desprendimiento de que son capaces lo que se les viene encima.
La empresa china logr¨® en 2007 del Gobierno afgano la concesi¨®n de explotaci¨®n por 30 a?os del que se considera el segundo mayor dep¨®sito de cobre del mundo ¨Ccon una estimaci¨®n de m¨¢s de seis millones de toneladas del mineral- y que el destino ha querido que se encuentre pr¨¢cticamente debajo del yacimiento, descubierto en los a?os sesenta. La operaci¨®n china significa la mayor inversi¨®n extranjera y el mayor negocio privado de la historia de Afganist¨¢n. Una inversi¨®n de 3.000 millones de d¨®lares. Los chinos acordaron dejar tiempo para una excavaci¨®n de urgencia, que cuenta con financiaci¨®n de la propia empresa, de Afganist¨¢n y de la comunidad internacional, mientras se realizan los preparativos de la inmensa nueva mina. Pero lo que ha ido saliendo en la carrera contra reloj hace que la destrucci¨®n que se avecina resulte cada vez m¨¢s dolorosa y cuestionable. Los arque¨®logos calculan ahora que el complejo mon¨¢stico, que inclu¨ªa un ¨¢rea comercial, se extend¨ªa m¨¢s de 40 hect¨¢reas y su riqueza patrimonial era extraordinaria.
¡°Es un yacimiento espectacular, que se remonta mucho m¨¢s all¨¢ de la ¨¦poca budista, hasta la Edad del Bronce, hace cinco mil a?os¡±, explica a este diario desde Washington el arque¨®logo Fredrik Hiebert, especialista en Afganist¨¢n -donde ha excavado- y miembro de la National Geographic Society desde 2003. ¡°De hecho no conocemos sus l¨ªmites¡±. Hiebert a?ade que es igualmente asombroso el tama?o de los dep¨®sitos de cobre, prospectados, como el yacimiento arqueol¨®gico, en los a?os setenta, durante la ocupaci¨®n rusa. ¡°Estamos hablando de un lugar como R¨ªo Tinto¡±.
Se han excavado 400 estatuas, m¨¢s de las que pose¨ªa el Museo de Kabul antes de la guerra
Se han excavado (y siguen apareciendo) 400 estatuas (m¨¢s de las que el Museo Nacional de Kabul pose¨ªa antes de la guerra), muchas con policrom¨ªa y algunas recubiertas de brillante dorado que lanza destellos bajo el sol afgano al liberar a los Budas, en una met¨¢fora de la iluminaci¨®n, de su manto de tierra. Entre las joyas del yacimiento, adem¨¢s de las estatuas, una enorme stupa, un edificio mon¨¢stico circular y una estela de esquisto de 1.600 a?os en la que se ha identificado una representaci¨®n de Siddharta antes de iniciar su camino de b¨²squeda espiritual y que podr¨ªa indicar un hasta ahora desconocido culto mon¨¢stico a la personalidad digamos seglar del futuro Buda. Pero es que adem¨¢s, como suele suceder en todos los sitios arqueol¨®gicos afganos, han aparecido restos de ¨¦pocas anteriores al complejo mon¨¢stico que indican una ocupaci¨®n mucho m¨¢s antigua de Mes Aynak (que significa ¨Cotra paradoja- ¡°peque?o pozo de cobre¡±).
Los yacimientos afganos est¨¢n pre?ados de sorpresas y tesoros: recu¨¦rdese que en A? Khanum, en Bactria, se encontr¨® toda una ciudad griega, en Begram material romano ¨Cincluida una pieza de marfil procedente de Pompeya¨C y en el otro gran sitio, Tillya Tepe, en las ruinas de un edificio de culto al fuego de hace tres mil a?os aparecieron las tumbas llenas de oro de seis n¨®madas kushan que se hab¨ªan hecho enterrar all¨ª mil a?os despu¨¦s (un descubrimiento comparado al de la tumba de Tutankam¨®n). El arque¨®logo franc¨¦s Philippe Marquis, que excava en Mes Aynak y clama por su preservaci¨®n, considera el yacimiento uno los sitios m¨¢s importantes de la Ruta de la seda, lo compara por su relevancia patrimonial, arqueol¨®gica y paisaj¨ªstica con Machu Picchu, nada menos, y subraya que adem¨¢s de los monasterios y restos budistas guarda restos de otras civilizaciones.
Mes Aynak, donde est¨¢ atestiguada la presencia de los ej¨¦rcitos de Alejandro Magno, est¨¢ arrojando monedas, cristal, herramientas, y podr¨ªa atesorar informaci¨®n sobre la antigua ciencia de la metalurgia. Se cree que los monjes budistas, asentados en el lugar hace dos milenios explotaban el mineral del sitio y utilizaban la red de monasterios para hacerlo llegar hasta Jap¨®n y Corea en una especie de Ruta del Cobre.
Los arque¨®logos que corren ahora por delante de los chinos ten¨ªan antes que pactar con los comandantes talibanes para evitar que se encarnizaran con el yacimiento y con ellos mismos, dispar¨¢ndoles y colocando minas en el camino de acceso. En las cercan¨ªas de Mes Aynak hubo incluso una base de entrenamiento de Al Qaeda y los terroristas saquearon estatuas para venderlas en el mercado negro de antig¨¹edades.
Han aparecido restos anteriores al complejo mon¨¢stico
El proyecto chino, que contempla la devastaci¨®n del lugar y todo lo que a¨²n permanece enterrado debajo, ha recibido cr¨ªticas, no solo por lo que afecta al patrimonio sino por el impacto ambiental. Pero no parece que nada pueda pararlo ya. Los arque¨®logos trabajan a destajo recuperando y trasladando objetos.
¡°Nadie sabe cu¨¢ndo empezar¨¢ la construcci¨®n de la mina y se iniciar¨¢ la actividad, puede que medio a?o, o un a?o o incluso dos¡±, exlica Hiebert. ¡°Era un lugar sin infraestructuras y los chinos est¨¢n teniendo que construirlo todo, incluso una v¨ªa de ferrocarril. Puede que quede m¨¢s tiempo de lo que pens¨¢bamos para los trabajos de salvamento, hay un cierto espacio para el optimismo¡±. Existen planes para un museo que albergar¨ªa la colecci¨®n de Mes Aynak y para una exposici¨®n internacional. Y los m¨¢s optimistas sue?an con que quiz¨¢ podr¨ªa preservarse alguna parte del yacimiento arqueol¨®gico. Hiebert, no obstante, considera ingenuo creer que se puede alterar o paralizar el proyecto minero. ¡°Es algo muy importante para el desarrollo del pa¨ªs, una oportunidad para los afganos, e iniciativas as¨ª no se detienen ni en EE UU ni en Europa, as¨ª que en Afganist¨¢n¡ Me parece que incluso resulta sorprendente la sensibilidad que han tenido los chinos con el asunto¡±.
A Mes Aynak parece que solo lo puede salvar ya un milagro. Y desde la ejecuci¨®n de los Budas de Bamiy¨¢n, pese a la campa?a internacional por salvarlos, en el martirizado y cansado Afganist¨¢n nadie cree en milagros.
Un patrimonio torturado
Afganist¨¢n, encrucijada de civilizaciones y cuna de culturas, donde se desarroll¨®, por ejemplo, la extraordinaria s¨ªntesis greco-budista del arte Gandhara, posee m¨¢s de un millar de yacimientos arqueol¨®gicos de primer orden, que han sufrido d¨¦cadas de guerra.
Los tres Budas gigantes de Bamiy¨¢n (los dos famosos y un tercero m¨¢s peque?ito del valle vecino de Kakrak), fueron destruidos en marzo de 2001 por un comandante talib¨¢n bajo ¨®rdenes del mullah Omar, pese a todos los intentos de salvarlos por parte de la comunidad internacional.
Babelia
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