Carlos Cruz-D¨ªez: ¡°El arte es el verdadero conocimiento¡±
La leyenda viva venezolana del ¡®op art¡¯ y del arte cin¨¦tico, recala en Madrid para recoger un premio
Estos d¨ªas transitaba por Madrid una leyenda viva del truco y la prestidigitaci¨®n visuales. Maestro a la hora de descifrar y poner en escena las penetrantes certezas que se ocultan sibilinas tras toda fachada, si se cruz¨® con un joven nonagenario de acento venezolano, hombre barbado y afabil¨ªsimo en el trato, haga caso a lo que sus sentidos comunican a la raz¨®n: se trataba de Carlos Cruz-D¨ªez, excelso representante del op art y del arte cin¨¦tico, te¨®rico bonach¨®n de la apariencia elusiva afincado en Par¨ªs desde hace medio siglo. La visita a un pa¨ªs por el que vehementemente declara profesar ¡°enorme cari?o y admiraci¨®n¡± respond¨ªa a la entrega del Premio Penagos de Dibujo, otorgado por la Fundaci¨®n Mapfre para reconocer los esfuerzos de una carrera dedicada al cuidado y la atenci¨®n por la madre de todas las artes. Algo que, a bote pronto, semejar¨ªa una contradicci¨®n para con una trayectoria cincelada a base de la sistem¨¢tica repetici¨®n de rayas y colores fluctuantes, concretada en pinturas o esculturas que, con el esmero y la paciencia necesarios para cultivar toda obsesi¨®n, le han colocado en una p¨¢gina destacada de todos los manuales del arte en el siglo XX.
Como enseguida se lanza a rememorar, mucho antes de esos estudios y proyectos incansables sobre las tonalidades y las formas que estas guardan en su interior, en la efervescencia de unos inicios vitales marcados hasta donde alcanza la memoria por la perturbada cordura del genio creativo, hubo mucho de aquello ¡°que hoy se llama dise?o y que antes llam¨¢bamos ilustraci¨®n¡±, cuenta con un amable y pl¨¢cido deje. Con sus trabajos de iniciaci¨®n en novelas o tiras c¨®micas, Cruz-D¨ªez (Caracas, 1923), quien nunca quiso ser ni m¨¢s ni menos que lo que se le reconoce, artista, ya adopt¨® hace d¨¦cadas el trazo como herramienta y medio de reflexi¨®n. ¡°?Cu¨¢ntas l¨ªneas he hecho yo!¡±, exclama divertido. Habiendo alcanzado hace ya tiempo el rango de taumaturgo de lo sensual y lo ilusorio, el creador sabe bien de la importancia de dibujar, que pone de relevancia como sin¨®nimo de ¡°saber ver¡±. ¡°Mi trabajo trata sobre la visi¨®n, sobre las cosas que est¨¢n presentes y que la gente no ve¡±, explica. ¡°Lo que busco es que la gente vea m¨¢s all¨¢¡±.
Muchas veces ha se?alado que el suyo es un arte imbuido en el esp¨ªritu de su tiempo. Que un paseo por Arco hace solo unas semanas permitiera observar varios de sus trabajos datados hace 30 o 40 a?os no significa para ¨¦l que los relojes del arte contempor¨¢neo se hayan detenido. Al contrario, siente que por fin la sociedad se ha sincronizado con sus iluminaciones, llegadas a ¨¦l con adelanto a sus coet¨¢neos. ¡±Creo haber vivido una sociedad de ciegos¡±, medita. ¡°He estado luchando en contra del color como una certeza, porque en realidad es una circunstancia, algo que se modifica¡±. Llegado este punto, aventura, sus convicciones se han revelado en evidencia. ¡°El color es la perfecci¨®n de un instante, y ahora tengo el placer de que finalmente se empieza a entender¡±.
El mismo Madrid por el que se ha dejado notar recoge actualmente una muestra de los hallazgos de sus investigaciones, piezas que forman parte de la exposici¨®n colectiva La invenci¨®n concreta, en el Reina Sof¨ªa, repaso de los hitos recopilados en la Colecci¨®n Patricia Phelps de Cisneros de la particular abstracci¨®n engendrada por Am¨¦rica Latina en la segunda mitad del siglo pasado. ¡°Existe en el inconsciente colectivo la idea de que el arte es un cuadro colgado en un museo, pero el arte es la vida¡±, dice ¨¦l. De ah¨ª que sus m¨¢s relevantes aportaciones no se encuentren en esta o en ninguna otra instituci¨®n, sino en calles, bulevares o jardines, siempre en di¨¢logo con la arquitectura y el urbanismo que las circundan. ¡°El fundamento para la invenci¨®n del arte es el espacio: la obra ha de ser un ente viviente, y para poder percibirla uno ha de desplazarse¡±.
Magno exponente de toda una generaci¨®n de artistas latinoamericanos, Cruz-D¨ªez siempre ha demostrado una especial habilidad para sortear las vallas que delimitan las fronteras. ¡°Como sucedi¨® con el Boom en literatura, hasta entonces el mundo no hab¨ªa vuelto la mirada a ese continente¡±, se?ala. ¡°Pero el arte es parte del hombre, es la condici¨®n humana misma: el verdadero conocimiento que nos llega de la percepci¨®n y que nosotros mitificamos¡±. Por eso, incluso en estos tiempos donde el abanico de colores parece haberse deslucido en gris, seguir¨¢ manteniendo su car¨¢cter indispensable. ¡°Es algo que siempre ha estado ah¨ª, y esto es as¨ª por una simple raz¨®n: lo que no se necesita, no existe¡±.
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