La Luna se mueve con pausa
The XX exponen su belleza inm¨®vil en un Poble Espanyol lleno y cadencioso Sin proponer abiertamente m¨²sica bailable, hacen bailar
Ten¨ªa todo la traza de apertura de temporada, de su inaugural gran concierto al aire libre, del primer gran acto musical de un verano que a¨²n s¨®lo se intuye. A¨²n hac¨ªa fresco, pese a que los ligeros atuendos de muchos extranjeros se obstinaban en negarlo, pero la multitud ayudaba a protegerse de la temperatura. La plaza central del Poble Espanyol, all¨ª donde el Primavera Sound creci¨® hasta sugerir que ya en el Forum ser¨ªa enorme, abr¨ªa as¨ª temporada sugiriendo un aperitivo de lo que en apenas un par de semanas ser¨¢ un empacho de m¨²sica a la orilla del mar. Recordando precisamente el ¨¦xito en aquel contexto, la m¨²sica de The XX, un grupo que pas¨® por el Primavera apenas hace un a?o, fue la encargada de poner banda sonora al estreno.
Y nada m¨¢s adecuado. El grupo londinense tiene un aire deliberadamente nocturno, una ambientaci¨®n oscura que apenas var¨ªa, haci¨¦ndolo en todo caso pausadamente, como si se tratase de una noche en la que s¨®lo cambia, imperceptiblemente, el movimiento de la luna en su discurrir por el cielo. Se sabe que se mueve, pero al mirarla fijamente parece un cuerpo est¨¢tico que en su aparente inmovilidad parece fijado en el cielo. Como las canciones de The XX, que se arrastran suavemente, entre dicciones pausadas, fraseos deslizados en tono de mesa camilla, sin estremecimientos, claveteadas por guitarras y bajo, fijadas a un ritmo por los diversos pespuntes r¨ªtmicos que rara vez se sueltan proponiendo una cadencia deliberadamente bailable. Es por ello que la multitud que dej¨® sin entradas el Pueblo Espanyol bien podr¨ªa recordar un ni?o goloso al que se muestran caramelos que no se le acaban de entregar, conden¨¢ndolo a una salivaci¨®n constante. Y as¨ª, cuando al final puede rozar el envoltorio con sus dedos, parece haberse comido cientos de dulces.
Eso es algo asombroso en The XX, un grupo que sin proponer abiertamente m¨²sica bailable, hace bailar. Pas¨® casi en el inicio, con Crystalized, un tema que al final se deja ir tras tanta retenci¨®n que el s¨®lo apunte de su ritmo ya puso en movimiento a la plaza entera. Un par de "ooohs" funcionaban como enganche mel¨®dico y todo fue una sonrisa pese a la estampa fr¨ªa del escenario, enmarcado por las luces s¨®lo blancas que iluminaron lo iluminaron durante el arranque del repertorio. Luego lleg¨® el turno del l¨¢ser, otro recurso g¨¦lido que refuerza la extra?eza de la m¨²sica de The XX, propuesta como masaje nocturno que finalmente acaba recorriendo la espalda como caricia de cirujano.
El sonido ayuda a recrear esta sensaci¨®n, lo hizo en el Poble Espanyol. La reconstrucci¨®n de su minimalismo meticuloso tiene f¨¢cil transcripci¨®n al directo, al apoyarse en una guitarra con efectos que evoca The Cure o a un Vini Reilly sin l¨ªrica, un bajo seco postpunk y percusiones que van de los talking drums de Reunion, otra pieza que arranca cuando el paciente es un mar de saliva ¨Ctodo el Poble Espanyol mov¨ªa la cabeza anticipando el ritmo-, a lo escueto de la programaci¨®n electr¨®nica que conforma la mayor parte del sost¨¦n del repertorio ancl¨¢ndolo en un paisaje estepario que puede evocar por momentos a Burial. Se presenta as¨ª un problema, menor para los seguidores de The XX, que es la reiteraci¨®n de unos patrones muy sucintos que precisan de una brillantez mantenida a lo largo de todas las canciones para evitar una cierta sensaci¨®n de gelidez reiterativa, de luna inm¨®vil. Canciones como Fiction naufragaron por eso, por no tener nada m¨¢s que la patente de un sonido que en este caso se reitera sin mayores hallazgos. Pero, The XX, que repitieron en varias ocasiones que Barcelona es su ciudad favorita del mundo, ¨¦chale ah¨ª calidez, tienen una soluci¨®n: evitar los conciertos largos. Antes de que nadie se aburra ya est¨¢n en los bises, abiertos con Intro. En apenas poco m¨¢s de una hora est¨¢ despachado el show. Y el p¨²blico desfilando a casa sin hacer un moh¨ªn. El verano qued¨® anticipado con el Primavera Sound a una veintena de hojas de almanaque.
Babelia
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