Gladiadores, esos grandes deportistas
El historiador Alfonso Ma?as destaca en un libro la dimensi¨®n atl¨¦tica de los combates del anfiteatro
¡°My name is Gladiator¡¡±, y soy un gran deportista. Esto es lo que podr¨ªa decir Maximus Decimus Meridius, protagonista de la famosa pel¨ªcula de Ridley Scott, a tenor del estudio sobre los gladiadores de la Antigua Roma llevado a cabo por el historiador granadino Alfonso Ma?as (1976) y compilado en un libro complet¨ªsimo y lleno de sugerencias que acaba de aparecer (Gladiadores, el gran espect¨¢culo de Roma, Ariel, 2013). Ma?as, que une a su gran conocimiento del asunto una destacable pasi¨®n y un af¨¢n emp¨ªrico que le ha llevado a probar la indumentaria y las armas de un reciario para dilucidar exactamente c¨®mo combat¨ªan esta clase de gladiadores (los que luchaban con red y tridente, como el Draba del Espartaco de Stanley Kubrick, ?recuerdan?), subraya el componente deportivo de la gladiatura y le quita sangre al espect¨¢culo del anfiteatro.
Dice que en el caso de las popular¨ªsimas grandes estrellas (como ser¨ªa el personaje interpretado por Russell Crowe), que cobraban un cach¨¦ astron¨®mico, muy excepcionalmente se les mataba en la arena, aunque perdieran. ¡°Ser¨ªa tan absurdo como matar a Messi por perder un partido¡±, afirma. ¡°O a Tyson por caer en el cuadril¨¢tero¡±. En contra de lo que hemos visto en la pantalla y le¨ªdo en numerosas novelas, seg¨²n el historiador, los combates de gladiadores no eran una salvaje y gratuita efusi¨®n de sangre y crueldad, sino un espect¨¢culo cuidad¨ªsimo en sus m¨¢s m¨ªnimos detalles y muy reglamentado, que hasta dispon¨ªa de ¨¢rbitros, verificaci¨®n t¨¦cnica de armas y calentamiento. La mayor equivocaci¨®n es creer que val¨ªa todo y que siempre se acababa con la muerte de uno de los contendientes. Sorprendentemente, el investigador afirma: ¡°La mayor¨ªa de las ocasiones (dependiendo del per¨ªodo de la historia de Roma que estudiemos) ambos luchadores sal¨ªan de la arena con vida¡±.
El l¨ªo del pulgar
Los combates de gladiadoras exist¨ªan, pero Ma?as los considera mayormente "charlotadas" para animar los intermedios. Las mujeres luchaban, como los hombres, con el pecho descubierto.
No se usaba el pulgar arriba o abajo (pollice verso) para decretar la vida o muerte del perdedor. Se usaban pa?uelos para lo primero y el universal gesto de degollar para lo segundo.
Entre los diferentes tipos de gladiadores (tracio, murmillo, secutor...) figuraba uno gay: el tunicatus.
La dieta de los gladiadores era muy rica en grasas para darles masa corporal.
Exist¨ªa un mercado de sangre de gladiador, que se consideraba medicinal y una cura para la epilepsia.
Lo que describe Ma?as, apoy¨¢ndose con gran rigor en las fuentes cl¨¢sicas, se parece m¨¢s a un deporte de lucha (incluso al Pressing Catch, con su teatro) que a las masacres y aspersiones de hemoglobina de Gladiator o la serie Spartacus. Un deporte de riesgo, sin duda. ¡°Pero no una org¨ªa homicida de muertes sin sentido ni una carnicer¨ªa sin m¨¢s¡±. Para los romanos, dice, el combate de gladiadores, estaba en la misma categor¨ªa que el pugilismo, la lucha (en esa ¨¦poca, ciertamente, m¨¢s duros que ahora) o el pancracio, y todos los que los practicaban eran athletae, deportistas.
El estudioso, que gusta de sabrosos s¨ªmiles como decir que el Coliseo era ¡°la Champions League del deporte gladiatorio¡±, le echa adem¨¢s de conocimiento mucho sentido com¨²n a su an¨¢lisis. ¡°Al ritmo que muestran las pel¨ªculas en poco tiempo no quedar¨ªan gladiadores suficientes para llenar los 385 anfiteatros que conocemos en el mundo romano, por no hablar de que dif¨ªcilmente nadie escoger¨ªa esa profesi¨®n, y sabemos que aparte de prisioneros de guerra, esclavos y condenados exist¨ªa una gran cantidad de gladiadores profesionales voluntarios¡±. Gente que cobraba unos sueldazos (hasta el equivalente de 200.000 euros por un solo combate) que no se volvieron a pagar hasta la aparici¨®n del deporte profesional de ¨¦lite en el siglo XX.
¡°La mayor¨ªa de las veces los dos combatientes sal¨ªan con vida¡±
Los inicios eran dif¨ªciles, por supuesto, los gladiadores novatos o de baja categor¨ªa ten¨ªan cl¨¢usulas de rescisi¨®n (definitiva), por as¨ª decirlo, baratas, y la propensi¨®n era a que sufrieran m¨¢s muertes o los enfrentaran en combates sine missione, en los que el vencido siempre era ejecutado por el vencedor e incluso al vencedor se le enfrentaba a otro y a otro gladiador hasta que ca¨ªa (la reforma de Augusto elimin¨® este tipo de luchas). ¡°A medida que un gladiador ganaba combates se hac¨ªa m¨¢s valioso y ning¨²n lanista ni editor sensato de ludus (juegos) se arriesgar¨ªa a dejarlo morir sin pens¨¢rselo mucho¡±: hab¨ªa que pagarle su cuantiosa ficha en ese traspaso (!). Julio C¨¦sar, que miraba el bolsillo, evitaba siempre el veredicto de jugula (degollado) para el vencido.
La muerte ocurr¨ªa y era parte de la gladiatura ¡ªlos conceptos de piedad, compasi¨®n y humanitarismo eran en el violento mundo romano muy diferentes de los nuestros, m¨¢s laxos¡ª, pero en ning¨²n caso se dispensaba arbitrariamente. Aunque Ma?as reconoce que no se puede generalizar y la gladiatura era tan variada en el mundo romano como hoy los toros: ¡°Es muy diferente un festejo en Las Ventas que una corrida en una plaza port¨¢til en un pueblo¡±.
Parte de la confusi¨®n se debe, apunta Ma?as, a que hemos metido en el mismo saco diversos fen¨®menos romanos: no eran lo mismo, por ejemplo, los combates de gladiadores que las luchas de los damnati ad gladium, los condenados a morir por la espada, o ad bestias, enfrentados a fieras, simplemente modalidades de ejecuci¨®n. Ma?as cree que los combates de gladiadores, que siguieron siendo populares cuando el imperio se hizo cristiano, no acabaron por humanidad, ¡°sino porque eran muy caros¡±.
Babelia
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