Carmela y el extranjero
Francesc Orella y Ferran Carvajal est¨¢n incandescentes en 'L'estranger' La versi¨®n musical de '?Ay Carmela?' padece de una combinaci¨®n de poda y sobrecarga
Carles Alfaro ha presentado en el Lliure una versi¨®n de El extranjero de Camus, en superlativa versi¨®n catalana de Rodolf Sirera (y del propio director) en la que el soliloquio de Meursault se convierte en d¨²o y en coro. Meursault Uno (Francesc Orella) dialoga con Meursault Dos (Ferran Carvajal), pero no queda ah¨ª la cosa, porque Orella interpreta tambi¨¦n a los restantes personajes del drama, salvo a Marie, su novia, que corre a cargo de Carvajal. Contado as¨ª parece un l¨ªo de tres pares de narices (y ha hecho arrugar m¨¢s de una), pero funciona porque la direcci¨®n de Alfaro es milim¨¦trica y la entrega de los dos actores absoluta. ?Artificioso? Pues s¨ª, un poco, pero el teatro est¨¢ lleno de artificios esplendorosos: lo importante, como siempre, es la convicci¨®n. ?Un Meursault maduro hablando con un Meursault joven? No necesariamente: m¨¢s bien un Meursault que se ve desde afuera, que habla con un yo interior porque es su ¨²nico interlocutor posible. En ambos hay una mezcla constante de tiniebla y luminosidad, de hielo y fuego, ejemplificados en esa Gimnopedia con fraseo ¨¢rabe que es la perla de la banda sonora. Digamos que el Meursault de Orella es un cad¨¢ver de permiso que parece hablar desde la otra orilla, y el de Carvajal, con m¨¢s gatos en la tripa, bien podr¨ªa ser un aspirante a Roberto Zucco: el ritmo majestuoso, las interpretaciones aparentemente fr¨ªas pero a la postre incandescentes, me hicieron pensar en Kolt¨¨s, Kolt¨¨s dirigido por Ch¨¦reau.
Quiz¨¢s (obviedad cierta) el sentido ¨²ltimo de los relatos llevados al teatro radique en que te hacen percibir por la vista y el o¨ªdo algunos aspectos que no advertiste en el texto: una lectura m¨¢s atenta, con m¨¢s ventanas y m¨¢s pasajes. La escritura de Camus adquiere ecos inesperados en este montaje. Yo le escuch¨¦, por primera vez, un aire celiniano. La conversaci¨®n con el cabr¨®n que se quiere vengar de su mujer, los paseos del viejo y el perro, el aire de putrefacci¨®n moral, de deriva, de que nada importa, est¨¢n muy cerca de Viaje al fin de la noche. Y del Jim Thompson de 1200 almas: ese golpe de sol que detona el asesinato, el mismo sol del d¨ªa del entierro de la madre. Dos ¨²nicos peros: a) la escenograf¨ªa, a caballo entre la celda y el portal, es eficaz pero un tanto mamotr¨¦tica y, b) no veo demasiado sentido a que suenen algunos fragmentos grabados estando los actores en escena. Por lo dem¨¢s, un excelent¨ªsimo trabajo, febril y arriesgado, de los que siguen resonando en tu memoria.
2. Un espect¨¢culo con tantos altibajos como ?Ay, Carmela! El musical, que Andr¨¦s Lima ha dirigido en el Reina Victoria, obliga a un continuo ejercicio de caliarenismo. El formidable texto de Sanchis Sinisterra resulta explicativo, esquel¨¦tico, casi telegram¨¢tico en la adaptaci¨®n que firma el veterano Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Y, paradoja, se hace largo porque padece de sobrecarga. Aqu¨ª tenemos a Marta Ribera, que lleva casi veinte a?os siendo un animal esc¨¦nico de instant¨¢neo poder¨ªo, interpretando a una narradora cupletista con la inquietante gestualidad de Ann Reinking. Da gusto verla, haga lo que haga, y se la echa de menos cuando no est¨¢ en escena, pero a) su parlamento es redundante y, b) su segundo rol, el del mudo Gustavete, es pr¨¢cticamente inexistente. Grandes momentos: Suspiros de Espa?a, mano a mano con Inma Cuesta, y el argentin¨ªsimo tema Yo no ped¨ª nacer, que le ha escrito V¨ªctor Manuel.
Inma Cuesta tiene encanto, gracia, y canta muy bien, pero no acabo de ver a Carmela con una sofisticada combinaci¨®n negra ni cantando canciones como Abr¨¢zame otra vez, de V¨ªctor Manuel, o Mientras duermes, de Vanesa Mart¨ªn, que ¡°te sacan¡± absolutamente de ¨¦poca. Le encajan mejor, del nuevo material, Yo reparto besos, tambi¨¦n de Vanesa Mart¨ªn, y la emotiva nana que le canta al miliciano herido, y, desde luego, las cl¨¢sicas Yo te dir¨¦, En el caf¨¦ de Chinitas y Que viene el coco. Por otro lado, las podas del texto afectan al dibujo del personaje. Baste un ejemplo: en el original hab¨ªa un crescendo de tensiones, culminado por el humillante sketch de la burla a la Rep¨²blica, que ven¨ªa al pelo porque era el detonante para su enfrentamiento con los fascistas, unido al coro de los brigadistas condenados. Carmela no ten¨ªa ideolog¨ªa: su decisi¨®n final surg¨ªa del coraz¨®n, brotaba de la rabia y del dolor ante la injusticia, y por tanto era m¨¢s fuerte, m¨¢s org¨¢nica. Aqu¨ª se rebela ante la imposici¨®n de tener que cantar el Banderita y se envuelve en la tricolor como la libertad guiando al pueblo: dir¨ªa yo que perdemos con el cambio. Javier Guti¨¦rrez exhala su verdad habitual y recuerda a un joven L¨®pez V¨¢zquez como Paulino, pero la potent¨ªsima parte on¨ªrica en el teatro vac¨ªo ha quedado muy menguada. Hablando de onirismos, tiene una escena ¡°nueva¡± original y bien resuelta: el recitado de Romance de Castilla en armas que desemboca en una terrible anticipaci¨®n de la victoria franquista a lomos del Ya hemos pasao de Celia G¨¢mez. Me gustan mucho las estremecedoras filmaciones de la guerra, montadas por Valent¨ªn ?lvarez, que abren la segunda parte; me gusta mucho la ag¨®nica versi¨®n de Jarama Valley a cargo del brigadista (Pablo Raya), y la idea, plenamente ¡°de musical¡±, de enfrentar la canci¨®n al himno fascista Giovinezza, otra escena estupendamente levantada. Hay otro momento en esa l¨ªnea pero de menor impacto, cuando las fuerzas del eje, encarnadas en un cura espa?ol (Javier Enguix), un teniente italiano (Javier Navares) y una oficial nazi (Marta Ribera) hacen un medley con Fiel espada triunfadora, Funicul¨ª Funicul¨¢, y Lili Marleen (que aqu¨ª adscriben t¨®picamente al nazismo: la cantaban soldados de ambos bandos). Entre la narraci¨®n ¡°externa¡± y las intervenciones fascistas poco tiempo les queda a Carmela y Paulino: esa es la sobrecarga a la que al principio me refer¨ªa. Hay, sin embargo, una estrella inesperada en esa segunda parte: Javier Navares, que interpreta fenomenalmente al teniente Ripamonti y adem¨¢s canta de f¨¢bula. ?lvaro Morte (el sargento Pel¨¢ez) y Javier Enguix (el cura) tienen energ¨ªa, pero sus personajes apenas poseen relieve. La escenograf¨ªa de Beatriz San Juan queda un tanto acogotada en el escenario del Reina Victoria: lo mejor, con sus limitaciones, el felliniano carromato de los c¨®micos. ?Ay Carmela! El musical tendr¨¢ ¨¦xito, pero podr¨ªa ser un ca?¨®n y no lo es: sobran y faltan demasiadas cosas. Y, sobre todo, falta ritmo. Cabe esperar que Andr¨¦s Lima se lo inyecte.
L¡¯estranger. De Albert Camus. Versi¨®n de Rodolf Sirera. Director: Carles Alfaro. Int¨¦rpretes: Ferran Carvajal, Francesc Orella. Teatro Lliure, Barcelona. Hasta el 12 de mayo.
?Ay Carmela? El musical. De Sanchis Sinisterra. Director: Andr¨¦s Lima. Int¨¦rpretes: Inma Cuesta, Javier Guti¨¦rrez y Marta Ribera. Teatro Reina Victoria, Madrid. Hasta el 26 de mayo.
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