Tras las huellas de Mengele
La argentina Luc¨ªa Puenzo evoca en ¡®Wakolda¡¯ el periplo sudamericano del cient¨ªfico nazi
Durante mucho tiempo Josef Mengele, el ¨¢ngel de la muerte de Auschwitz, estuvo en la Patagonia a su libre albedr¨ªo. Solo empez¨® a sentir miedo, y por eso se escondi¨® en Paraguay, cuando el Mosad captur¨® en 1961 a Adolf Eichmann, el urdidor de la soluci¨®n final. A esos meses, a ese Mengele que sigue con sus experimentos cient¨ªficos protegido por alemanes exiliados, ha llegado Luc¨ªa Puenzo (Buenos Aires, 1976) con su tercera pel¨ªcula, Wakolda, coproducci¨®n hispanoargentina que participa en la secci¨®n Una cierta mirada en Cannes.
Como sus dos anteriores largometrajes, XXY y El ni?o pez, Puenzo ha basado el guion en una novela precedente suya (en 2010 la revista Granta la eligi¨® como una de las 22 mejores escritoras en espa?ol de menos de 35 a?os). En Wakolda Mengele cruza sus pasos con una familia que posee un hotel. La ni?a no crece con normalidad y adem¨¢s la madre est¨¢ embarazada de gemelos: parecen terrenos abonados a las barbaridades m¨¦dicas del cient¨ªfico nazi, que por supuesto se ve atra¨ªdo por ellas. Y tras ¨¦l, Puenzo: ¡°Desde mi adolescencia he le¨ªdo mucho sobre el nazismo porque ah¨ª hay miles de pel¨ªculas posibles sobre centenares de jerarcas del Tercer Reich. La historia de Mengele es especial porque aunque estuvo en la cima del fanatismo y de la perversi¨®n nazi en realidad era solo un m¨¦dico. Yo entr¨¦ por ah¨ª, porque me interesaba la fascinaci¨®n por la gen¨¦tica de aquellos m¨¦dicos, una idea que estaba en el coraz¨®n del nazismo. Me parec¨ªa contradictorio que un tipo como Mengele, al¨¦rgico a la sangre no pura, acabara en un continente tan mestizo como Sudam¨¦rica y viviera all¨ª sus ¨²ltimos 30 a?os, que pas¨® entre Argentina, Paraguay y Brasil. Se sumergi¨® en el caldo que detestaba. Es incre¨ªble la impunidad con la que se movi¨®, porque hasta su nombre aparec¨ªa en la gu¨ªa telef¨®nica¡±.
Al contrario que sus dos trabajos precedentes, la cineasta opta por un cierto clasicismo: ¡°Es cierto que en lo formal es mi pel¨ªcula m¨¢s tradicional, porque quer¨ªamos mostrar limpio ese para¨ªso de monta?a y grandes paisaje en el que est¨¢ ocurriendo algo s¨®rdido¡±. En cambio, repite con ni?os como puntos de vista: ¡°En la novela hay m¨¢s presencia de Mengele como un tipo que ve el mundo como un gran laboratorio en el que puede experimentar. En el filme entend¨ª que la fuerza de la mirada de la ni?a har¨ªa que lo que le rodea parezca a¨²n m¨¢s virulento¡±. Para remarcar los terribles paralelismos con la II Guerra Mundial, el padre de familia tiene una pasi¨®n: arreglar mu?ecas. Y verlas en filas a docenas de ellas, observadas por Mengele, empuja al subconsciente del espectador a recordar el pasado del cient¨ªfico.
Pese a la ni?a, la funci¨®n la roba Alex Brendem¨¹hl, el mejor actor menos conocido del cine espa?ol. De padre alem¨¢n, el int¨¦rprete ha decantado su caracterizaci¨®n hasta hablar el alem¨¢n con acento del sur de aquel pa¨ªs ¡°porque Mengele era de all¨ª¡±, con tono argentino. ¡°Me preocup¨® el d¨ªa que Luc¨ªa me envi¨® el mail con la foto del m¨¦dico y la m¨ªa a su lado para convencerme de que ten¨ªa que interpretarlo¡±, cuenta el barcelon¨¦s, que compone desde la gelidez y un cierto encanto un Mengele terror¨ªfico. ¡°Hasta el final de sus d¨ªas crey¨® en las ideas nazis. Su solo nombre provoca terror. Pero debes, como todos los personajes, defenderle, arremangarte y meterte en ¨¦l¡±. Y en ese terreno Brendem¨¹hl y Puenzo crean un canto helado al terror.
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