Aldabonazo de Alberto Aguilar
El diestro, que sustituy¨® a Fernando Cruz, tuvo una tarde merit¨ªsima Dijo a los cuatro vientos que quiere ser figura del toreo
El cartel, que no era de los que m¨¢s expectaci¨®n hab¨ªa levantado, se rompi¨® a media ma?ana cuando Fernando Cruz presentaba un parte m¨¦dico por problemas respiratorios que le imped¨ªan cumplir con su compromiso. Alguna fuerza extra?a se ha empe?ado en que este muchacho no siga adelante; despu¨¦s de la tremenda cogida que sufri¨® en esta plaza el 15 de agosto pasado, se suspendi¨® por lluvia el festejo de su reaparici¨®n, a finales de marzo, y, ahora, una enfermedad lo deja fuera de combate. Un caso de aut¨¦ntica mala suerte que, ojal¨¢, alg¨²n d¨ªa no lejano le cambie para bien.
Su puesto lo ocup¨® Alberto Aguilar, que ha sido el triunfador y el protagonista de una encendida pol¨¦mica sobre si el presidente deb¨ªa de haberle concedido la oreja del sexto, pedida por el p¨²blico, que hubiera significado su salida a hombros por la puerta grande. ?Bendita pol¨¦mica!
OVACI?N: Rafael Gonz¨¢lez y Tito se lucieron con las banderillas, y Ra¨²l Ruiz con el capote. Los tres, de la cuadrilla de Alberto Aguilar.
PITOS: A pesar de la nobleza del quinto, la corrida de Montealto decepcion¨® por su mansedumbre y falta de clase.
DESTACADOS: Aguilar no sali¨® a hombros como ped¨ªa el p¨²blico, pero la fiesta de los toros ha ganado en exigencia y seriedad
Posiblemente, con el Reglamento en la mano, el respetable ten¨ªa raz¨®n. Pero este lo que es se inclina por la valiente decisi¨®n del us¨ªa por dos razones: primera, la actuaci¨®n en conjunto de Aguilar fue valiente, entregada, y artista, en ocasiones, pero no de puerta grande; y segundo, el p¨²blico demuestra cada tarde que valora mucho m¨¢s lo accesorio que lo fundamental, y la aceptaci¨®n de su criterio hubiera significado un nuevo bajonazo a la exigencia que debe presidir la fiesta de los toros. Por la puerta grande deben salir los toreros que protagonizan una gesta sin igual, y ese, sin ninguna duda, no fue el caso de Alberto Aguilar.
Dicho lo cual, es incontestable que su tarde fue merit¨ªsima, que dijo a los cuatro vientos que quiere ser figura del toreo, que tiene valor m¨¢s que suficiente, gracia en las mu?ecas y sentido del temple. Tiempo tendr¨¢, seguro, de volver a esta plaza y armar el taco que, ayer, por culpa de los toros, no pudo alcanzar.
La tarde hab¨ªa comenzado con el triunfo del gafe. De entrada, Chechu, que confirmaba la alternativa, se present¨® con un vestido de color amarillo y azabache (¡®lagarto, lagarto¡¯), evidenci¨® instantes despu¨¦s que no le acompa?an los andares ni las condiciones, y tuvo la mala suerte de que el toro lo volteara en un momento en que le perdi¨® la cara y lo mand¨® a la enfermer¨ªa con una heridas grave en el muslo izquierdo. Llevaba cinco esperando la confirmaci¨®n y se ha encontrado con la cara m¨¢s amarga de la fiesta.
Del cartel original solo quedaba El Capea, que ha vuelto a dejar claro que no le adornan motivos para estar en San Isidro. El capote no es lo suyo, a pesar de un airoso quite por ver¨®nicas al sexto, y, con la muleta, torea despegado, siempre al hilo del pit¨®n, sin hondura, como si no sintiera lo que hace, y su labor resulta insulsa y vulgar. Aburri¨® soberanamente con su desclasado primero y no estuvo a la altura del noble quinto.
Y la tarde qued¨® toda ella para el nuevo, al que hab¨ªan llamado a las doce de la ma?ana para que vistiera de torero y lleg¨® dispuesto a reivindicarse como tal. Su actitud en la plaza dice a las claras que busca el triunfo con desesperaci¨®n. Pudo sobradamente con la falta de clase de su primero, muy dispuesto en todo momento, bien colocado, cruzado al pit¨®n contrario, y le rob¨® un par de naturales de alto calibre, y otro m¨¢s, despu¨¦s, y un largo pase de pecho y un garboso molinete. Acab¨® con unos ayudados por bajo con enorme gracia torera y cuando mat¨® de una estocada casi entera le concedieron una oreja que llevaba el signo de la generosidad.
Nada pudo hacer ante el cuarto, un marrajo que embest¨ªa con la cara alta y un peligroso cabeceo. Prepar¨® pronto la espada y se eterniz¨® con el descabello.
Y la pol¨¦mica lleg¨® en el sexto, un toraco largo y muy serio, al que recibi¨® con una larga cambiada en el tercio, y lo veronique¨® con elegancia en tres capotazos y una larga de mucho sabor.
Brind¨® al p¨²blico despu¨¦s de que no encontrara a quien buscaba en el tendido, cit¨® a lo lejos al toro y lig¨® una primera tanda de redondos que hac¨ªan presagiar faena grande. Pero el toro no lo permiti¨®; adolec¨ªa de un molesto cabeceo, se empleaba muy poco y desluc¨ªa las buenas intenciones de Aguilar. De uno en uno le rob¨® dos naturales, y, despu¨¦s, una tanda con la derecha, muy ajustada y honda. El animal se raj¨® definitivamente, y a¨²n entonces dibuj¨® un cambio de manos y una trincherilla airosa. Mat¨® mal, pero el p¨²blico estaba de su parte y decidi¨® que deb¨ªa salir por la puerta grande.
La decisi¨®n antirreglamentaria del presidente lo impidi¨®; pero gracias a ello, la fiesta no est¨¢ hoy un poco m¨¢s decadente que ayer. Alberto Aguilar dio un aldabonazo, y se reivindic¨® como torero, pero la puerta grande es otra cosa.
Montealto/El Capea, Aguilar, Chechu
Toros des Montealto, muy bien presentados, mansos, descastados y sin clase; noble el quinto, ovacionado en el arrastre.
Pedro Guti¨¦rrez El Capea: estocada (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio); tres pinchazos y estocada (silencio).
Alberto Aguilar: casi entera (oreja); estocada y siete descabellos (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (petici¨®n y vuelta).
Jos¨¦ R. Garc¨ªa Chechu, que confirm¨® la alternativa: cogido durante la faena de muleta a su primero.
Parte m¨¦dico: Herida en la cara posterior del muslo izquierdo, con una trayectoria de 25 cm., que causa destrozos en los m¨²sculos isquiotibiales, contusiona el nervio ci¨¢tico y contornea el f¨¦mur. Pron¨®stico grave.
Plaza de Las Ventas. 26 de mayo. Decimoctava corrida de feria. Casi lleno.
Babelia
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