?A la feria (s¨ª o s¨ª)!
El Retiro madrile?o acoge hasta el 16 de junio su eterno cargamento de saber y placer 'Inferno', de Dan Brown, es el cat¨¢logo m¨¢s atrabiliario e incoherente de la literatura g¨®tica
Mi prudencia y algunos edecanes me sugieren que, con la que est¨¢ cayendo, no ¡°haga sangre¡± de la Feria del Libro. Por eso he decidido, por ejemplo, no extenderme demasiado en lo del sorteo ¡°orientado¡±, que ha propiciado que a la inmensa mayor¨ªa de los libreros (100 de un total de 120) les haya tocado la privilegiada zona de sombra. De modo que a la mayor parte de los sufridores del furioso sol de poniente habr¨¢ que buscarlos en las otras categor¨ªas: sobre todo entre los editores, que son mayoritarios (308). Las librer¨ªas solo constituyen el 27% del total de los expositores (457), pero la titularidad de la Feria pertenece a su gremio, y en las grandes decisiones los dem¨¢s son meros ¡°artistas invitados¡±, con voz pero con escaso voto. Por lo dem¨¢s, las vacas flacas se notan: menos patrocinadores (¡°se han ca¨ªdo¡±) y menos colaboradores, pero ¡ª?sorpresa!¡ª entre ellos est¨¢ el salchichero Oscar Mayer, que fund¨® su suculento negocio en Chicago hace 125 a?os. Esta vez no hay pa¨ªs invitado, y no se han tenido en cuenta las voces que ped¨ªan actividades culturales fuera del recinto de la feria, para que fuera mayor su repercusi¨®n en los barrios; no ha mejorado sustancialmente el dise?o de la p¨¢gina web (no se pierdan el reglamento y, especialmente, la prolija casu¨ªstica del ¡°arrastre¡± de casetas); y seguir¨¢ sin haber conexi¨®n wifi. Pero, dicho esto, la Feria sigue siendo el gran acontecimiento del curso libresco madrile?o. Y este a?o, el peor de los que se recuerdan, los libreros acuden particularmente esperanzados, lo que tiene su m¨¦rito despu¨¦s de esa ominosa ca¨ªda de ventas de casi el 30%, si sumamos las de las dos ¨²ltimas ediciones. A la mayor¨ªa una buena feria les permitir¨ªa equilibrar sus problem¨¢ticas cuentas de resultados. Pero hay tambi¨¦n algunos para los que se trata de la ¨²ltima oportunidad antes de tomar la terrible decisi¨®n de cerrar y ¡ªay¡ª dedicarse a otra cosa. Este a?o m¨¢s que nunca nuestros libreros se merecen un monumento grande como una falla (f¨ªjense en la estupenda propuesta de Max). Y, desde luego, el homenaje de todos cuantos amamos el libro, cualquier libro, todos los libros del mundo. No se olviden de la cita, m¨¢rquenla en rojo en el calendario de su iPad, en su androide, env¨ªen whatsapps a sus amigos: hasta el 16 de junio los libros estar¨¢n esper¨¢ndoles en el Retiro con su eterno cargamento de saber y placer. All¨ª encontrar¨¢n todo lo que buscan (lleven su lista de desiderata), empezando por los autores, encantados de firmarles sus libros y de poner por fin rostro a sus (siempre conjeturables) lectores. No decepcionen a los feriantes: este a?o todos deber¨ªamos echar el resto. Y, encima, se supone que habr¨¢ salchichas. Como en Fr¨¢ncfort.
Carisma
Hace unos d¨ªas, Ignacio Sotelo expresaba en este diario su extra?eza por el hecho de que, en m¨¢s de medio siglo de vivir entre alemanes, no hubiera encontrado a nadie que ¡°hubiera sabido algo¡± acerca de los campos de exterminio y del asesinato de millones de jud¨ªos. Lo cierto es que la inmensa mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n apoy¨® con fervor, y casi hasta el mism¨ªsimo final, al m¨¢ximo responsable de la carnicer¨ªa mundial y del Holocausto. Laurence Rees (recuerden su estupendo Auschwitz, Cr¨ªtica, 2005) explora las razones de esa culpable adhesi¨®n en El oscuro carisma de Hitler (Cr¨ªtica), una magn¨ªfica s¨ªntesis de casi veinte a?os de trabajo sobre el nazismo y su l¨ªder. Rees intenta descifrar los motivos por los que un personaje impulsado por el odio racial e incapaz de establecer relaciones personales normales, consigui¨® cautivar a millones de compatriotas, logrando que lo identificaran con el ¡°destino¡± de Alemania, hasta arrastrarlos a la cat¨¢strofe. Rees afirma que la fascinaci¨®n del l¨ªder carism¨¢tico ¡ªque tiene que ver, siguiendo a Max Weber, con la presencia de un poderoso elemento ¡°misional¡±¡ª no anula la responsabilidad de los que le secundaron o de los que simplemente prefirieron mirar hacia otro lado. Porque uno de los grandes m¨¦ritos de Hitler ¡ªque procur¨® no poner su firma al pie de ninguna orden de exterminio generalizado¡ª fue ¡°crear un sistema de destrucci¨®n que no exig¨ªa su autorizaci¨®n para todos los detalles¡±. Libro estremecedor que plantea cuestiones que siguen teniendo relevancia: ¡°El deseo de ser liderados por una personalidad fuerte en una crisis, el anhelo de que nuestra existencia tenga alg¨²n prop¨®sito, la pr¨¢ctica adoraci¨®n de ¡®h¨¦roes¡¯ y ¡®celebridades¡¯ y el deseo de salvaci¨®n y redenci¨®n no han cambiado en el mundo desde la muerte de Hitler¡±.
Patochada
Miren, yo no soy qui¨¦n para decirles c¨®mo gastar su dinero, que ya son mayorcitos. Pero pi¨¦nsenselo bien antes de adquirir Inferno, el ¨²ltimo producto de la factor¨ªa unipersonal Dan Brown. Hay otras novelas, la mayor¨ªa m¨¢s baratas y casi todas mejores (lo que no es dif¨ªcil). S¨ª, ya s¨¦: del libro ¡ªporque es un libro, eso s¨ª¡ª se ha vendido un mill¨®n de ejemplares en su primera semana en EE UU y Canad¨¢, y casi un cuarto de mill¨®n en Reino Unido. Luego est¨¢n las cr¨ªticas: variopintas, como siempre que se pone a la venta un blockbuster ultrapromocionado en los medios (donde los megagrupos se anuncian y hay que andarse con tiento). En todo caso, los cr¨ªticos estadounidenses y brit¨¢nicos que me merecen m¨¢s respeto son un¨¢nimes en el diagn¨®stico: Inferno es un bodrio. El profesor Peter Conrad, por ejemplo, ha firmado en The Observer la que quiz¨¢s sea la m¨¢s demoledora cr¨ªtica literaria que yo haya le¨ªdo en los ¨²ltimos a?os. Les selecciono algunas de sus invectivas: ¡°Cre¨ªa que Dan Brown era simplemente malo. Ahora, despu¨¦s de leer la ¨²ltima versi¨®n del thriller apocal¨ªptico que reescribe cada pocos a?os, sospecho que, adem¨¢s, podr¨ªa estar loco¡±; ¡°el hombre que alucin¨® este sinsentido ser¨ªa simplemente un inofensivo pirado si no tuviera tan leales y lucrativos seguidores¡±; ¡°en el mejor de los casos, el Arte es una mentira que cuenta la verdad. En el peor, como en el infernal Inferno de Brown, es una mentira que anula la verdad y sustituye la realidad con su oscuridad demente y t¨®xica patochada (malarkey)¡±. Lo cierto es que la cr¨ªtica me pareci¨® tan feroz que me apeteci¨® echarle un vistazo al libro, sobre todo despu¨¦s de haberme enterado de que Brown combate sus bloqueos colg¨¢ndose cabeza abajo (quiz¨¢s le ayude a activar lo que llama su ¡°filosof¨ªa transhumanista¡±). De modo que no me resist¨ª a la tentaci¨®n del morbo y me puse a leerlo. En mala hora: ?con lo feliz que estaba hasta ese momento, sentadito en mi sill¨®n de orejas! Pocas veces he visto un cat¨¢logo m¨¢s atrabiliario e incoherente de los t¨®picos y motivos de la literatura g¨®tica, desde El castillo de Otranto en adelante: atropellados, mal hilvanados, absurdos, sin la m¨ªnima verosimilitud narrativa, con personajes insufribles dotados del espesor de una plancha de hojalata y la profundidad de una cucharilla de moka. El libro solo tiene un m¨¦rito: nos recuerda que existe una obra maestra absoluta (en todos los c¨¢nones imaginables) que se llama La Divina Comedia. Setecientos a?os despu¨¦s, su potencia literaria es tan grande que Brown no puede pringarla.?
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