Atapuerca, sima de los cuentos
Seis narradores europeos y africanos recrean el origen de los relatos en cuevas prehist¨®ricas El original proyecto, financiado por la UE, est¨¢ dirigido por el Seminario de Literatura de Guadalajara
John Berger, el sabio que deshizo los postizos que enmascaran el mundo del arte, visit¨® en una ocasi¨®n la cueva prehist¨®rica de Chauvet (Francia), pintada hace 15.000 a?os, y concluy¨®: ¡°Se dir¨ªa que el arte nace como un potrillo, que sabe caminar directamente¡±. Tambi¨¦n las historias debieron surgir as¨ª, manando sin premeditaci¨®n ni alevos¨ªa. En tiempos remotos, cuando bastaba desear una cosa para que se cumpliera ¡ªque dir¨ªan los hermanos Grimm¡ª, alguien cont¨® la primera historia. Como los cuentos no dejan evidencia cient¨ªfica sino huellas en el aire, nadie ha podido demostrar cu¨¢ndo ni d¨®nde ocurri¨® algo tan peque?o y tan grande, pero no resulta descabellado situarlo en una cueva como esa de Chauvet, Altamira o la misma Atapuerca, donde ayer seis narradores revivieron en una antigua gruta k¨¢rstica lo que pudo ser el origen de las historias.
En el momento preciso en que Manqina Madosini Latozi (Mqhekezweni, Sud¨¢frica, 1922) hizo resonar con pasos calculados una tobillera con capullos secos de gusanos de seda y abri¨® los brazos tanto como los ojos para reforzar su relato sobre la amistad imposible entre una t¨®rtola y una tortuga, nadie entendi¨® lo que dec¨ªa en su lengua xhosa pero todos interiorizaron que en las cuevas germinaron los cuentos. Sin descartar a Juan Luis Arsuaga, codirector del yacimiento de Atapuerca, sentado entre el centenar de asistentes: ¡°Los cient¨ªficos contamos historias basadas en hechos reales y los contadores cuentan historias m¨ªticas que no nacen de los vestigios, pero las dos historias son verdad...¡±
Entre los participantes en la sesi¨®n de narraciones hab¨ªa una curiosa mezcla de seres de ciencia y seres de fantas¨ªa, arque¨®logos y cuentacuentos, que parecieron entenderse a la perfecci¨®n. Acaso el secreto estribe en una apreciaci¨®n del bosquimano Kapilolo Mario Mahongo, que pertenece al consejo de notables ?Xun de Sud¨¢frica: ¡°Ning¨²n pueblo de la Tierra puede sobrevivir sin sus f¨¢bulas. Contar tu historia te hace humano, porque tu humanidad surge de tu relato, de tu pasado. Ser humano es poseer una vida espiritual y f¨ªsica. No podemos dejar que estas dos realidades caminen en direcciones distintas¡±.
En su peculiar lengua, usada por apenas 5.000 personas, Kapilolo relat¨® la historia infeliz de una amistad. ?l fue uno de los cuatro narradores procedentes de Sud¨¢frica, donde comenz¨® el proyecto Historias de cueva en cueva, que ayer lleg¨® a Atapuerca, esa confluencia de cuencas poblada desde hace 1.200.000 a?os y tan frecuentada que conserva restos de cinco especies distintas (Neanderthal, Heidelbergensis, Antecessor, Sapiens y una quinta desconocida). Antes, en ?frica, hab¨ªa comenzado todo. La humanidad y acaso sus man¨ªas: la m¨²sica, el arte, los cuentos. Madosini descubri¨® fascinada que en las cuevas de arte rupestre de las monta?as del Cederberg (Sud¨¢frica), donde se celebr¨® la primera sesi¨®n narrativa, figuraban un flautista y m¨²sico con un arco similar a su mhube. Considera que sus instrumentos ¡ªque ella misma fabrica para producir ¡°madojazz¡±¡ª son una herencia que se hunde en un pasado inabarcable.
¡°Para los humanos que habitaban en abrigos las historias eran esenciales para la supervivencia¡±, se?ala Blanca Calvo, la directora del proyecto Historias de cueva en cueva, que ha recibido financiaci¨®n de la Uni¨®n Europea y que hoy expandir¨¢ la magia oral entre los 200 grabados paleol¨ªticos de la Cueva de los Casares. En la iniciativa se han implicado tres ciudades europeas que han convertido la narraci¨®n oral en una se?a de identidad: el Centre des Arts du r¨¦cit de Grenoble (Francia), la Biblioteca Civica de Cologno Monzese (Italia) y el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Guadalajara, que capitanea el proyecto. Sud¨¢frica participa como el pa¨ªs elegido por Bruselas para las actividades de su programa Cultura 2007-2013. Una elecci¨®n providencial. All¨ª est¨¢n las piedras con dibujos geom¨¦tricos de Blombos (75.000 a?os de antig¨¹edad). ¡°Esto permite suponer que el pensamiento simb¨®lico surgi¨® en esa parte del mundo, y que los primeros humanos que salieron de ?frica ya lo llevaban consigo¡±, expone Blanca Calvo.
Porque los relatos viajan desde el principio de los tiempos. Estrella Ortiz, que era maestra y actriz y que hace 30 a?os lo dej¨® todo para vivir de los cuentos, desgran¨® una fascinante historia que, llegada a un punto, dispon¨ªa de tres finales posibles, recogidos en Extremadura, Irlanda y Senegal. Una se?al de que las preocupaciones son universales y las respuestas, locales. Salvo los tab¨²es, que hermanan pueblos: la sudafricana Marlene Winberg y la italiana Lelia Serra contaron dos magn¨¦ticas historias de amor entre humanos y animales que dejan mal sabor de boca por sus sangrientos desenlaces (el cuento ?Xun La esposa elefante y la leyenda sarda El mufl¨®n). Y que apuntan hacia el poder adoctrinador de los cuentos. Como Karizo y la abuela, la narraci¨®n de Pedro Espi-Sanchis, un alicantino afincado en Sud¨¢frica hace 41 a?os, para transmitir la filosof¨ªa ubuntu: ¡°Eres humano gracias al ejemplo y la ayuda de otros humanos¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.