El enigma eres t¨²

En su ensayo Los sujetos tr¨¢gicos, Ricardo Piglia indagaba en las influencias rec¨ªprocas entre literatura y psicoan¨¢lisis para llegar a la conclusi¨®n de que la tragedia y la novela polic¨ªaca podr¨ªan ser las formas m¨¢s cercanas a la metodolog¨ªa freudiana: ¡°En la tragedia un sujeto recibe un mensaje que le est¨¢ dirigido, lo interpreta mal, y la tragedia es el recorrido de esa interpretaci¨®n. En el policial, el que interpreta ha podido desligarse y habla de una historia que no es la de ¨¦l, se ocupa de un crimen y de una verdad de la que est¨¢ aparte pero en la que est¨¢ extra?amente implicado. Me parece que el psicoan¨¢lisis tiene alg¨²n parentesco con estas formas¡±. En el ¨¢mbito cinematogr¨¢fico, ha sido el polic¨ªaco el g¨¦nero m¨¢s dispuesto a interiorizar ¡ªy, tambi¨¦n, a banalizar y en buena medida pervertir¡ª la mec¨¢nica psicoanal¨ªtica, desde los cl¨¢sicos de los 40 como Secreto tras la puerta (1947), de Lang, o Recuerda (1945), de Hitchcock, hasta la creaci¨®n de todo un subg¨¦nero ¡ªel giallo¡ª que fundamentaba su estructura narrativa en la ocultaci¨®n y emergencia de una imagen traum¨¢tica. Con Trance, versi¨®n del telefilme hom¨®nimo dirigido por Joe Ahearne en el a?o 2001, Danny Boyle intenta fundir al sujeto tr¨¢gico y al detective ¡ªel desencriptador y el enigma son aqu¨ª la misma cosa¡ª sobre el contexto de un neonoir contempor¨¢neo que ha preferido escoger como tema rector las identidades escindidas frente a los da?os colaterales de la crisis econ¨®mica.

Reunido de nuevo con John Hodges, guionista de sus primeros y mejores trabajos ¡ªlos que permit¨ªan pensar en Boyle en la gran esperanza blanca (que no ha sido) del nuevo cine brit¨¢nico¡ª, el director confiesa que Trance le ha servido para exorcizar toda la fuerza oscura que reprimi¨® durante la preparaci¨®n de la ceremonia de apertura de los Juegos Ol¨ªmpicos. Trance es, as¨ª, una ficci¨®n doblemente terap¨¦utica, aunque, me temo, mucho menos transgresora de lo que el cineasta presupone: m¨¢s all¨¢ de ese plano donde Vincent Cassel parece un dibujo de Shintaro Kago o del depilado p¨²bico con inesperada funci¨®n narrativa, la pel¨ªcula es un efectista desmontaje hipn¨®tico del codificado g¨¦nero del robo (o atraco) perfecto. La pintura de Goya es solo el macguffin en un juego de ingeniosos trampantojos ¡ªtanto de posproducci¨®n como de puesta en escena¡ª que puede seducir mientras avanza, imparable, hacia su desenlace, pero que no resiste ni dos minutos de reflexi¨®n.