S¨®nar, una feliz mudanza
Mykki Blanco y S¨¦bastien Tellier protagonizan el inicio del festival
Omar Little, aquella especie de Robin Hood negro de la serie The wire, nos ense?¨® c¨®mo se pod¨ªa ser un tipo duro de la calle, un pandillero temible, y estar enamorado de un hombre. Una apertura de mente, especialmente necesaria en la subcultura afroamericana, que traspas¨® la pantalla y que ¡ªquiz¨¢ casualmente¡ª ha sacado del armario a figuras del hip-hop y el r¡¯n¡¯b, comunidades notablemente hom¨®fobas hasta la fecha. Ayer el fen¨®meno alcanz¨® su m¨¢ximo esplendor con una nueva estrella: un tal Mykki Blanco. Rapero curtido en la calle de Harlem, lengua afilada como el demonio (incluso rapea en lat¨ªn) y pinta de limpiarle a uno el forro al doblar un callej¨®n oscuro, es la punta de lanza de esa corriente del hip-hop llamada queer rap. ¡°Me siento como la chica m¨¢s guapa de la sala¡±, solt¨® con un collar de oro, pecho descubierto y un calz¨®n de boxeo en el espectacular arranque del 20 aniversario del festival S¨®nar.
Pero hasta ese momento la charla principal no hab¨ªa sido sobre m¨²sica. Despu¨¦s de 20 a?os, S¨®nar ha cambiado su ubicaci¨®n en el coraz¨®n del Raval por los pabellones de la Fira de la plaza de Espa?a. Y de eso iban las conversaciones, al menos a primera hora. El evento crece, en casi 5.000 espectadores en su versi¨®n diurna (hasta 15.000 espectadores diarios) y adquiere un formato m¨¢s racional, espacioso y c¨®modo para disfrutar de las actuaciones. Pese al car¨¢cter experimental de la primera intentona, el invento funciona. El festival recupera su vertiente m¨¢s amplia, la que en sus or¨ªgenes, ahora hace dos d¨¦cadas, busc¨® el encuentro entre la industria de la m¨²sica electr¨®nica, la de la tecnolog¨ªa que la alimenta y un p¨²blico que durante todo el a?o consum¨ªa hasta entonces de forma aislada esas manifestaciones. La feliz ocurrencia inaugura una nueva era de un evento sobre el que, durante sus cuatro d¨ªas de duraci¨®n, Barcelona se transforma en la capital mundial de la electr¨®nica.
Blanco, un radical ejemplo de ese cruce de caminos sonoros en el que se ha convertido S¨®nar, fue el primero en transformar el murmullo general sobre la infraestructura en conversaci¨®n musical. Poco antes, Gold Panda, productor y dj londinense surgido de la bruma del fen¨®meno dubstep se hab¨ªa encargado de inaugurar realmente el nuevo escenario central (en la plaza de l¡¯Univers). El espacio m¨¢s hedonista del festival, donde el sol que abrasaba la moqueta de hierba artificial del recinto empez¨® a desnudar al p¨²blico, sustituye al que formaban antes las paredes del Macba y el CCCB. Encaramado a sus m¨¢quinas, el ingl¨¦s solt¨® las primeras r¨¢fagas de electr¨®nica con bombos rotos que pusieron a bailar a todo el aforo. Primera prueba superada.
El festival, con sensible mayor¨ªa de p¨²blico extranjero, es m¨¢s c¨®modo y se oye mejor. Se acabaron los empujones y las bajadas de sonido para no incomodar a los sufridos vecinos del Raval. Algo que le vino bien al loco de S¨¦bastien Tellier. Esta suerte de crooner barbudo interplanetario ¡ªpas¨® realmente una temporada encerrado en un frenop¨¢tico y lleg¨® incluso a presentarse a Eurovisi¨®n¡ª anda de gira con un ¨¢lbum concepto dedicado a la surrealista idea de formar una alianza mundial de color azul. M¨²sico de sensibilidad desbordante ¡ªaunque a veces le cueste mantenerse en pie en el escenario¡ª toc¨® casi todos los instrumentos y tir¨® de algunos de sus hits.
Poco antes, la Barcelona Laptop Orchestra, una formaci¨®n creada en la Escuela Superior de M¨²sica de Catalunya (Esmuc), puso a prueba el c¨®modo nuevo auditorio del recinto. Pese a la complejidad de la propuesta, no quedaba un asiento (como le sucedi¨® al pianista Francesco Tristano luego). Organizada como un peque?o grupo de c¨¢mara, colocados en semic¨ªrculo y con ordenadores e iPads, ofrecieron un recital que a ratos son¨® m¨¢s bien a improvisaci¨®n, pero que sirvi¨® de agradecido reposo y pre¨¢mbulo de algunas actuaciones m¨¢s en¨¦rgicas, como la del tr¨ªo Liars. Puro punk electr¨®nico que midi¨® la capacidad de S¨®nar Hall: la sala subterr¨¢nea para actuaciones grandes con mayores matices sonoros.
Este a?o, adem¨¢s, el festival ha apostado por la experimentaci¨®n tecnol¨®gica con S¨®nar + D. La nueva ubicaci¨®n permite dedicar tres plantas de uno de los pabellones a mostrar toda suerte de artefactos y el resultado de retos como el que se propuso a reconocidos artistas de crear nuevas sirenas para ambulancias. Esta especie de laboratorio mezcla perfectamente con el resto y le da ese aire de convenci¨®n tecnol¨®gica al evento que le sienta tan bien. No ser¨ªa raro que el nuevo espacio volviera a quedarse peque?o.
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