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Resulta llamativo que tras la paranoia terrorista la gente se haya pasado al otro bando de las libertades sin hacerse preguntas.
![Edward Snowden, el estadounidense que ha revelado el programa ultrasecreto de vigilancia masiva de la Casa Blanca.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YFAYL4UMNHEWOECKBZRGHN6BWY.jpg?auth=0b54ec4e703eeaf023514ec8833c11f53e119a207f37d7f662ba8db3ae3c781a&width=414)
H¨¦roe o villano, no dejamos de preguntarnos a qu¨¦ categor¨ªa pertenece Edward Snowden, que despu¨¦s de trabajar en una subcontrata del espionaje norteamericano ha terminado por revelar en la prensa la absoluta impunidad con la que se interfiere la privacidad. H¨¦roe o villano seg¨²n para qui¨¦n y por qu¨¦, acostumbrados como estamos a mirar las noticias desde dentro, a participar en la feria, urgidos a tomar partido. Pero ganar¨ªamos tiempo si concluy¨¦ramos que Snowden es ¨²til. Es otro desertor que abre las ventanas a la informaci¨®n. A¨²n no sabemos si por un negocio lucrativo o por un rapto de moralidad, ?quieren apostar? Como en los esc¨¢ndalos de fuga de capitales, el servicio a la sociedad justifica la dentellada al poder impune de los chivatos, los traidores y los arrepentidos.
Mientras la Administraci¨®n de Obama se piensa c¨®mo amedrentar a las futuras gargantas profundas, lo sorprendente es el grado de aceptaci¨®n ciudadana de las pr¨¢cticas gubernamentales. Es llamativo que tras la paranoia terrorista la gente se haya pasado al otro bando de las libertades sin hacerse preguntas. La revitalizaci¨®n de la tortura, de los campos de concentraci¨®n, de las ejecuciones sumarias vienen a tener una continuidad en la interferencia de llamadas y mensajes. Sabemos que la crisis econ¨®mica ha propiciado el retroceso en las pol¨ªticas de protecci¨®n social m¨¢s enorme de la historia. Despu¨¦s de nuestro plan de pensiones, ya sabemos que ahora la mafia institucionalizada no usa la expresi¨®n ¡°?que parezca un accidente!¡±, sino una m¨¢s perversa: ¡°?que parezca una ecuaci¨®n!¡±. Pero no asistimos con el mismo estupor a la crisis de las libertades personales en favor de la eficacia rotunda contra el crimen.
Espionaje callejero, control preventivo, almacenaje de nuestra intimidad, aqu¨ª no ha sido la situaci¨®n financiera quien todo lo justifica, sino otra estrategia de temor y p¨¢nico global, basada en la amenaza. Si el terrorismo es indiscriminado, el espionaje tambi¨¦n puede serlo. Y el ¨²nico combate es entre quienes roban nuestra privacidad por supuestas razones de Estado y quienes aplican al Estado la misma vara de medir y le recuerdan que tambi¨¦n sus secretos carecen ya de fortaleza consistente en el bazar sin escaparate de la informaci¨®n. Nunca estuvimos tan desnudos.
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