Arte en el barrio canalla de Basilea
Art Basel elige una zona emblem¨¢tica de la vida nocturna para albergar el ya tradicional Art Parcours
El Klingental debe ser lo m¨¢s parecido a un ¡°barrio canalla¡± en Basilea. Esta zona cercana al Rin alberga numerosos cabarets y bares en cuyas puertas mujeres llegadas de Brasil, Nigeria o los Balcanes ofrecen sus encantos al mejor postor. Este barrio emblem¨¢tico de la vida nocturna local fue elegido en la presente edici¨®n de Art Basel para albergar el ya tradicional Art Parcours. En a?os anteriores, se propuso a tal efecto el barrio medieval de Sankt Alban o Sankt Johann, siempre a orillas del emblem¨¢tico r¨ªo suizo.
La intenci¨®n del Art Parcours es simple y eficaz: presentar obras de arte en el espacio p¨²blico, ¡°obligando¡± a los visitantes a desplazarse a una zona de la ciudad a la que normalmente no ir¨ªan para descubrir pasadizos ocultos, rincones inesperados y obras propuestas en los lugares m¨¢s ins¨®litos por los expositores en la feria.
Este a?o abre el juego la ubicua Marina Abramovic con una instalaci¨®n sonora de sus a?os anteriores a la ca¨ªda del Tel¨®n de Acero. En esta pieza, titulada El Aeropuerto y creada en 1972, la artista de Belgrado lee las escalas de un vuelo imaginario. Una pieza que seguramente ten¨ªa m¨¢s sentido en aquellos a?os que en nuestro tiempo de aerol¨ªneas a bajo costo.
La selecci¨®n de 17 piezas, que sigue el modelo del monumental Art Unlimited, es responsabilidad de Florence Durieux, directora del Fondo Regional de Arte Contempor¨¢neo de Champagne-Ardenas. La francesa propone en los antiguos cuarteles del Ej¨¦rcito suizo (Kaserne) proyectos de danza contempor¨¢nea concebidos por core¨®grafos como Merce Cunningham o Benjamin Millepieds; m¨¢s conocido como ¡°Monsieur Natalie Portman¡± en la vida civil.
Otras obras seleccionadas son la pieza de arte pol¨ªtico Mis Vecinos, de Artur Zmijewski. Durante la anterior guerra de Gaza, este polaco realiz¨® un proyecto alrededor de una serie de preguntas similares a israel¨ªes y palestinos. Como es f¨¢cil imaginar, las respuestas dan idea del abismo que separa ambos pueblos.
Siguen intervenciones como la instalaci¨®n de 60.000 dados tirados por el suelo creando la ilusi¨®n de una imagen pixelizada en Avalancha, cortes¨ªa de Evariste Richter. O el horno de le?os instalado en plenos jardines de la Kaserne por Sterling Ruby. Otros creadores presentes son Marc Bauer, Lisa Oppenheim, Dahn Vo o el grupo franc¨¦s Kafka.
Pero no todo es arte en estos d¨ªas de locura a orillas del Rin. Los profesionales y aficionados tienen tambi¨¦n derecho a divertirse tras tama?o empacho de creatividad. De hecho, a pesar de la leyenda negra que rodea en el imaginario colectivo latino a Suiza, hay que reconocer que Basilea se mueve (y mucho) durante la gran semana del art market. Una semana en la que no es dif¨ªcil cruzarse en un bar a John Baldessari, almorzar compartiendo mesa con Anish Kapoor o ver a famosos como la modelo israel¨ª Bar Refaeli.
A las ultra exclusivas fiestas privadas a las que solo tienen acceso los coleccionistas de m¨¢s reconocida solvencia se suman discotecas flotantes, como la que propone el club parisino Le Baron en la zona de las Tres Fronteras. O el ya emblem¨¢tico Campari Bar de la c¨¦ntrica Kunsthalle al que ahora se suma la Volkshaus, donde tienen lugar fiestas singulares.
Para muestra, un bot¨®n. En la noche del s¨¢bado, Volkshaus propuso para sus invitados VIP ¡°un experimento en bar de arte¡±. La idea, concebida por Mikalena Thomas, consiste en recrear un piso de los a?os setenta, con camareras con pelucas afro, muebles de ¨¦poca y m¨²sica acorde. El todo amenizado por c¨®cteles ex¨®ticos, ofrecidos por una reconocida marca de vodka. La sensaci¨®n de estar por una noche viviendo dentro de Starsky & Hutch estaba bastante lograda.
Pero, al fin y al cabo, de lo que se trata aqu¨ª es de las ventas, pues no hay que olvidar que en realidad todo en estos d¨ªas gira en torno al comercio. Aunque el Santo Grial de los periodistas (el volumen total de transacciones) sigue siendo un misterio mejor guardado que la f¨®rmula de la coca-cola. Un a?o m¨¢s, los galeristas y coleccionistas muestran sus mejores sonrisas y afirman que los negocios marchan viento en popa.
Sea o no cierto (desde hace 10 a?os el cronista escucha la misma canci¨®n) lo seguro es que Art Basel confirma una insultante supremac¨ªa en el mercado del arte, con sedes permanentes en tres continentes (Miami Beach, Basilea y Hong Kong) y una energ¨ªa infatigable. Todo parece indicar que la peque?a Suiza seguir¨¢ en el centro del mundo de la creaci¨®n y el dinero por muchos a?os.
Babelia
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