Todo el horror de la familia
La escritora argentina Ariana Harwicz firma la desgarradora ¨®pera prima ¡®Matate, amor¡¯ Es la historia de una mujer ¡°atrapada en la selva¡± y en sus seres queridos
?Han mirado alguna vez a un ciervo a los ojos? Si no lo han hecho, tal vez deber¨ªan. No vaya a ser que se pierdan una experiencia irrepetible. ¡°A cierta hora aparece un ciervo que se me queda mirando de una manera brutal como no me mir¨® nadie nunca¡±, asegura la protagonista de Matate, amor, una mujer desgarrada y desesperada que vive en medio del campo con su familia. Aunque, en realidad, tambi¨¦n la autora de la novela, la argentina Ariana Harwicz, cruz¨® sus ojos con los del cornudo animal: ¡°Abr¨ª la ventana y estaba mir¨¢ndome. No me visit¨® nunca m¨¢s, pero creo que ah¨ª empez¨® todo¡±.
¡°Todo¡± es, b¨¢sicamente, su ¨®pera prima. Publicada por Paradiso en Argentina y por Lengua de Trapo en Espa?a, Matate, amor cuenta la historia de ¡°una mujer salvaje atrapada en una selva y en una familia¡±, como resume por tel¨¦fono su autora (Buenos Aires, 1977). ¡°Para ella la familia es el horror: est¨¢ alienada, atada a ser madre, encerrada en el campo. Es un c¨®ctel explosivo, por eso busca escaparse constantemente¡±, a?ade Harwicz.
Prueba de ello es que la protagonista llega a acariciar un cuchillo, valorando la posibilidad de matar a su marido y su beb¨¦, o que desee estar ¡°exactamente, muerta¡±. Tambi¨¦n querr¨ªa, como sugiere el propio t¨ªtulo, que sea directamente su esposo el que se quite de en medio, que le ahorre ¡°el insoportable peso del otro¡±, seg¨²n Harwicz. As¨ª, casi siempre en primera persona, con una prosa hiriente, cap¨ªtulos breves como ¡°hachazos¡± y bofetadas de palabras, la argentina relata la tr¨¢gica existencia de la bestial se?ora.
Precisamente la violencia de su protagonista le sirvi¨® a Harwicz para perder la propia: ¡°Me saqu¨¦ la rabia que sent¨ªa. El libro me salv¨®, fue como un electroshock¡±. Personaje y creadora se parecen tambi¨¦n en su d¨ªa a d¨ªa, en medio del campo (franc¨¦s, a 180 kil¨®metros de Par¨ªs, en el caso de Harwicz), con pareja e hijo. Aunque, para la estabilidad de la vida privada de la autora, hay que aclarar que las semejanzas se acaban ah¨ª: Harwicz no est¨¢ ni mucho menos horrorizada con su familia, que considera m¨¢s bien ¡°normal¡±.
No tan com¨²n es el ¨¦xito de una ¨®pera prima que ha recibido elogios a los dos lados del charco. Para su autora todo es ¡°demasiado nuevo, adrenal¨ªnico¡±. Tanto que, por ¡°amor al libro¡±, ha accedido a hacer la entrevista y dejar a su peque?o ¡°tirado en la ruta¡±. ¡°Alg¨²n vecino borracho lo habr¨¢ recogido¡±, bromea Harwicz.
Divertida y entusiasta, la autora dispara frases incluso m¨¢s r¨¢pida que su libro. Y, de respuesta en respuesta, la charla va cogiendo tintes freudianos. Harwicz cuenta que tiene ¡°una fascinaci¨®n por los autores torturados¡±, y que en sus influencias se entremezclan Scott Fitzgerald, Virginia Woolf, Caravaggio y Glenn Gould. Aunque, para escribir Matate, amor, escuchaba en bucle, ¡°como una obsesi¨®n¡±, a otro pianista: su banda sonora fue la Sonata para piano n. 13 en Mi bemol mayor, Op. 27 n. 1 de Ludwig van Beethoven, hasta el punto de leer luego en voz alta lo que hab¨ªa escrito al ritmo del maestro alem¨¢n.
Siguiendo su amor por la lengua francesa y sus ganas de literatura, en cambio, Harwicz termin¨® por dejar Argentina. ¡°Me pasaba el tiempo buscando el sitio desde d¨®nde pudiera escribir. Buenos Aires no lo era¡±, defiende. De g¨¦nero en g¨¦nero (Harwicz estudi¨® arte del espect¨¢culo, dramaturgia y guion cinematogr¨¢fico), de ciudad en ciudad, la argentina acab¨® en el sur de Francia y en la novela. De hecho, ya prepara la segunda, ambientada en ¡°una aldea en invierno, con todas las casas barridas por la nieve¡± y que va ¡°otra vez del horror de la familia, pero visto por un hombre¡±. De momento, ya tiene banda sonora (el pianista Francesco Gasparini), pero no sinopsis. Claro, falta el ciervo.
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