Once socios de la SGAE ganan 25 millones tras registrar 25.000 t¨ªtulos
La SGAE ha realizado una investigaci¨®n sobre los ingresos de 11 socios y sus empresas por haber recaudado cifras astron¨®micas desde 2005
La Sociedad General de Autores de Espa?a (SGAE) ha realizado una investigaci¨®n sobre los ingresos de 11 socios y sus empresas desde el a?o 2005. Se trata de las personas a quienes ha abierto diligencias informativas por haber recaudado cifras astron¨®micas en los ¨²ltimos tiempos mediante el negocio de la m¨²sica en programas de televisi¨®n que se emiten de noche y de madrugada. Seg¨²n las pesquisas, a las que ha tenido acceso EL PA?S (cuadro adjunto), los integrantes de lo que Ant¨®n Reixa llama ¡°la rueda¡± ¨Cen referencia a un fraude que a finales de los 70 un grupo de socios conocidos como Los tupamaros- registr¨® desde 2006 24.981 canciones en la SGAE, mientras que en 2005 solo hab¨ªa inscrito 106 entre todos. Sus ingresos totales, pasaron de 553.657,76 euros (en un a?o) a 25.736.577 (en seis a?os). Este es el documento en el que la entidad se ha basado para comenzar este conflicto. De momento, la SGAE ha reformado el reglamento, que entrar¨¢ en vigor a partir de la recaudaci¨®n que se liquide en julio de 2014, para terminar con lo que considera ¡°un fraude¡±. Ma?ana la Sociedad realizar¨¢ ma?ana su asamblea general.
El origen de este negocio, cuya persecuci¨®n ha provocado una de las guerras m¨¢s encarnizadas de en los ¨²ltimos tiempos en la SGAE, se encuentra en la creaci¨®n por parte de las televisiones de editoriales musicales con las que pretend¨ªan rebajar el dinero que pagan anualmente a la SGAE. A final de a?o, si las cadenas registran canciones que ellos mismos emiten deben cobrar una serie de derechos de autor que rebajan sustancialmente la cifra total que abonan a la sociedad de autores. Ellos suelen quedarse con el 50% de esos derechos. El otro 50% es el que da entrada a compositores, int¨¦rpretes, productores y empresas cesionarias que se reparten porcentajes de esa parte restante. No es una pr¨¢ctica ilegal. El reglamento, hasta ahora lo permit¨ªa. Las retribuciones est¨¢n basadas en variables como minutos de emisi¨®n, tipo de m¨²sica (la sinf¨®nica se cobra m¨¢s) o si hay alguien interpret¨¢ndola (la llamada ejecuci¨®n humana). Pese a ser legal, todo se basa en una ¡°picaresca¡±, como lo han definido algunos, que ha desembocado en que supuestos autores de temas que nadie conoce ni conocer¨¢ cobren hasta el triple que estrellas del pop como Pablo Albor¨¢n. Seg¨²n fuentes de la Junta Directiva de la SGAE, incluso alguno de los que se sientan en ese ¨®rgano tiene intereses en este controvertido negocio. Por eso, les acusan algunos, se han opuesto a esta cruzada.
En fin, la divisi¨®n respecto a este tema es total. Los implicados y muchos otros socios que han salido en su defensa recuerdan la legitimidad de esa pr¨¢ctica y reprochan a Reixa la manera en la que ha atajado el problema. Se sienten estigmatizados p¨²blicamente y se han agrupado (especialmente en Internet) para hacer frente con sus votos en la asamblea de ma?ana a lo que consideran una agresi¨®n. Detr¨¢s de todo este movimiento ven la mano de las discogr¨¢ficas, a quienes atribuyen el control de la SGAE, y que ser¨ªan algunos de los damnificados del negocio televisivo. Es cierto tambi¨¦n que los ochos votos unitarios del sector de los editores han sacado de m¨¢s de un apuro al actual presidente de la sociedad y ser¨¢n los que le proporcionen la estabilidad necesaria para seguir adelante ahora que algunos miembros de su Junta le han dado la espalda.
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