¡®Rayuela¡¯ y la iglesia cortazariana
La novela de Cort¨¢zar cre¨® seguidores, adeptos, creyentes. Ese carisma tiene una probable explicaci¨®n: fue una tremenda propuesta vital, un modo de vivir y entender las relaciones humanas
Leer Rayuela hoy, 30 a?os despu¨¦s de la primera vez, me deja algo perplejo. Es, de un lado, una novela muy contempor¨¢nea, pero al mismo tiempo una narraci¨®n sorpresivamente cl¨¢sica. Me intriga que a pesar de su deseo expl¨ªcito de dinamitar el concepto tradicional y autoritario de novela decimon¨®nica, Julio Cort¨¢zar haya usado para los cap¨ªtulos de argumento, en los que se sigue la vida de Oliveira, precisamente un narrador en tercera persona (?por qu¨¦ no desde el yo del personaje?). El mismo omnisciente de las novelas de Gald¨®s del que Oliveira se burla. El resultado es que el esp¨ªritu juguet¨®n del lenguaje acaba siendo un atributo del narrador, y con frecuencia ahoga a Oliveira y a los dem¨¢s personajes. Hay aqu¨ª y all¨¢ primeras personas "engastadas" (las Morellianas, por ejemplo), voces y citas cultas y m¨²sica y poes¨ªa e ideas, pero el tono general es el de la omnisciencia.
De otro lado, es en la fragmentaci¨®n y en su car¨¢cter aluvional donde Rayuela s¨ª es una novela muy contempor¨¢nea. O al rev¨¦s: una parte de la contemporaneidad, por ese motivo, es cortazariana. La relectura que Roberto Bola?o hizo de Cort¨¢zar, por ejemplo, fue y sigue siendo una de las claves de la novela actual, en lengua espa?ola, por la b¨²squeda de estructuras m¨¢s originales y expresivas.
Es en la fragmentaci¨®n y en su car¨¢cter aluvional donde Rayuela s¨ª es una novela muy contempor¨¢nea
Pero lo m¨¢s llamativo, visto desde hoy, es lo que podr¨ªamos denominar la "iglesia cortazariana", ese ej¨¦rcito de lectores-muyahidines de Espa?a y Am¨¦rica Latina (con excepci¨®n de Francia, donde viv¨ªa, Cort¨¢zar tuvo poca repercusi¨®n en otras lenguas) que daban la vida por ¨¦l, que juraban en su nombre y se sab¨ªan de memoria pasajes de Rayuela. M¨¢s que lectores, Cort¨¢zar tuvo seguidores, adeptos, creyentes. Ese carisma tiene una probable explicaci¨®n y es que Rayuela fue en su ¨¦poca una tremenda propuesta vital, un modo de vivir y entender las relaciones humanas. La gran revoluci¨®n de Cort¨¢zar en Rayuela fue proclamar que la vida cotidiana deb¨ªa considerarse bajo presupuestos est¨¦ticos, y en esto s¨ª que fue un adelantado de su tiempo. Artistas como Sophie Calle, cuyas obras son "intervenciones" sobre su propia vida, parecen haber surgido de ¨¦l.
La gran revoluci¨®n de Cort¨¢zar fue proclamar que la vida cotidiana deb¨ªa considerarse bajo presupuestos est¨¦ticos.
Recuerdo a mis compa?eras de la Universidad Javeriana de Bogot¨¢ el d¨ªa de su muerte, 12 de febrero de 1984. Eran las viudas de Cort¨¢zar, todas vestidas de negro. La "iglesia cortazariana" de mi ciudad estuvo abierta y en vela toda la noche, y ah¨ª nosotros, tan lejos de todo aquello que nos parec¨ªa importante, en nuestra esquina provinciana y lluviosa del mundo. Yo no adopt¨¦ el luto, pero me mantuve en silencio por 24 horas en se?al de disgusto c¨®smico, y cuando recuper¨¦ el habla dije que ir¨ªa a vivir a Par¨ªs. Ten¨ªa 17 a?os. Tambi¨¦n hubo una proclamaci¨®n universal de dolor por parte de la internacional de "cronopios" unidos. En la "iglesia cortazariana" todos ¨¦ramos cronopios, por supuesto, y esto es algo que, con el tiempo, se?ala una diferencia de ¨¦poca: hoy Rayuela es s¨®lo una novela (ya no un texto sagrado), y a pesar de su enorme carisma la verdad es que el entusiasmo reblandece ante ciertos aspectos argumentales, como eso de que un grupo de varones desprecie intelectualmente a una mujer, La Maga, porque se pierde en los retru¨¦canos culteranos del Club ("esto es el Meccano 7 y vos apenas est¨¢s en el 2", le dicen), pero siguen con ella porque todos, grosso modo, quieren llev¨¢rsela al huerto. Seg¨²n el narrador, Oliveira la ama, pero ese amor no se percibe m¨¢s que en los celos sexuales o en la nostalgia que siente cuando al fin La Maga se va. Talita tampoco sale muy bien librada. Este machismo primario, que hoy produce algo de sonrojo, era invisible en los a?os sesenta. Tambi¨¦n el exhibicionismo intelectual sonroja un poco.
Lo que Rayuela cuenta es bastante cl¨¢sico y reiterativo: el exilio y la escisi¨®n de dos mundos a trav¨¦s de una proclama libertaria y est¨¦tica, con un argumento de amor tradicional en el que la mujer desaparece y el hombre la a?ora y busca. Como en Los novios, de Manzoni o en La Vor¨¢gine, de Jos¨¦ Eustasio Rivera. Pero lo tremendamente moderno de Rayuela es su escritura. No por los saltos de cap¨ªtulos y la supuesta "posibilidad de elegir" el propio camino (esto es m¨¢s un artificio te¨®rico que algo real, pues para hacerlo habr¨ªa que leerla antes al menos tres veces). Es el modo de narrar lo que la hace moderna, lo que a¨²n hoy sigue siendo deslumbrante e hipn¨®tico. La escritura de alguien inmerso en la m¨²sica y la poes¨ªa, con un o¨ªdo magistral para el di¨¢logo y una sensibilidad fuera de lo com¨²n. El episodio de Berthe Tr¨¦pat contiene todo esto y es de lejos lo mejor del libro.
Es el modo de narrar lo que la hace moderna, lo que a¨²n hoy sigue siendo deslumbrante e hipn¨®tico
Me pregunto si hoy una editorial se atrever¨ªa a publicar una novela como Rayuela de un desconocido llamado Julio Cort¨¢zar, y la verdad es que lo dudo. Le dir¨¢n que es muy larga, que los cap¨ªtulos prescindibles, en el fondo, s¨ª que son prescindibles (y en muchos casos lo son), y que las referencias cultas dejan por fuera al 95% de los lectores. Si no le env¨ªan una carta est¨¢ndar de rechazo, seguro que le dir¨¢n algo as¨ª. Porque Rayuela fue uno de esos libros que no busc¨® adaptarse al gusto de la masa lectora de su ¨¦poca, sino todo lo contrario: oponi¨¦ndose a ese gusto, lo que pretendi¨® fue modificarlo, enriquecerlo, hacer que fuera m¨¢s complejo y exigente. Y sin duda lo logr¨®, lo que ya es mucho. Pero justamente por ese riesgo sus posibilidades editoriales, hoy, ser¨ªan casi nulas.
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