La alta costura desde la mirada del otro
Raf Simons defiende en Dior el di¨¢logo del creador de alta costura con sus clientas y con su tiempo
En la primera jornada de desfiles de alta costura para oto?o/invierno 2013, Raf Simons demostr¨® la fortaleza que uno consigue armado de una idea s¨®lida. El belga solo ha firmado tres colecciones de alta costura -desde su llegada a Dior el a?o pasado y en toda su carrera- pero ya se atreve a cuestionar sus bases.
La teor¨ªa de Simons es que la alta costura no est¨¢ hecha para ser colocada en un pedestal y admirada desde la distancia. Defiende que sea interpretada y discutida. Que el dise?ador no intente controlar a su criatura y que se enriquezca al observar lo que otros hacen con ella. Esa premisa construye una colecci¨®n en la que la cultura de las clientas se infiltra en los c¨®digos de Dior. Simons estructura esa influencia alrededor de cuatro temas ¨CEuropa, ?frica, Asia y Am¨¦rica- y reinventa la herencia de Christian Dior al colocarla bajo ¨®pticas distintas.
¡°No quer¨ªa hacer simplemente una colecci¨®n asi¨¢tica¡±, explicaba el creador a este peri¨®dico tras el desfile. ¡°Me interesaba dialogar con varias referencias al mismo tiempo para mostrar c¨®mo el resto del mundo impacta en la casa¡±. Para ello, ide¨® una puesta en escena que potenciaba mensaje: cuatro fot¨®grafos retrataron los bloques de la colecci¨®n y las im¨¢genes, captadas en la trastienda, se proyectaban en las paredes de la sala cuando las modelos aparec¨ªan. Terry Richardson fue el encargado de inmortalizar la libertad y el color de ?frica. Patrick Demarchelier se ocup¨® de la parte europea, acaso la menos original ya que exploraba los c¨®digos tradicionales de la casa. Willy Vanderperre tuvo en sus manos la colorista y deportiva secci¨®n Am¨¦rica. Y Paolo Roversi puso su delicada mirada sobre el sector Asia.
Escrutar la herencia de Christian Dior con ojos ajenos permite que el conjunto respire una identidad fresca. Precisamente, es la mirada de los otros lo que Simons potencia. ¡°Quer¨ªa hacer expl¨ªcito que mi trabajo es una sugerencia¡±, argumenta. ¡°Un dise?ador no funciona solo. Lo que hace es interpretado por muchos. Por periodistas, revistas, clientes... El resultado final es una mezcla de creatividades. Es m¨¢s satisfactorio fomentar la colaboraci¨®n de los dem¨¢s e inspirarse en los resultados que intentar proteger tu creaci¨®n y blindarla. No puedes controlar lo que la gente escriba o c¨®mo lleven tu ropa. Y te enriqueces con la forma en la que otros interpretan tus obras¡±.
La alta costura siempre parece vivir al filo de la desaparici¨®n. Pero en los ¨²ltimos a?os, las casas citan un aumento de ventas y nuevos clientes ¨Cen esta edici¨®n, sobre todo, procedentes de Brasil y Asia- como garant¨ªa de supervivencia. Lo que Simons defiende es m¨¢s interesante: la actualizaci¨®n del concepto. ¡°Mi objetivo es devolver realismo a la alta costura. En el pr¨ºt-¨¤-porter se ha explicado ya que el consumidor se construye una identidad con sus elecciones. No tiene sentido pretender que la gente absorba tu idea sin m¨¢s. Y la gente no entiende que la costura siempre ha sido un di¨¢logo. Cuando recibes un pedido para un traje, siempre hay cambios. Es una comunicaci¨®n¡±.
El discurso de Simons es relevante en un mundo cada vez m¨¢s globalizado, en el que todo el mundo opina al mismo tiempo y en el que los dise?adores ya no permanecen ajenos a la inmediata respuesta que generan sus obras. Pero, en el fondo, retoma un debate antiguo: si la moda es un sistema democr¨¢tico o dictatorial y si las leyes las dictan los creadores o los compradores. Elsa Schiaparelli (1890-1973), una de las dise?adoras m¨¢s originales del siglo XX, no cre¨ªa ni por asomo en la participaci¨®n de su clientela. El segundo de sus Doce mandamientos para las mujeres sostiene: ¡°Una mujer que se compra un vestido caro y lo modifica, a menudo con desastrosos resultados, es extravagante y boba¡±. Schiaparelli no ser¨ªa la m¨¢s simp¨¢tica, pero casi 50 a?os despu¨¦s de su retirada, su legado creativo sigue tan vigente como para que el empresario Diego della Valle rescate su nombre.
El italiano ha pedido a Christian Lacroix que dise?e una colecci¨®n homenaje de 18 extraordinarias piezas que ayer se present¨® en Par¨ªs. Se trata de una colaboraci¨®n puntual ya que la casa espera anunciar en octubre qui¨¦n es su director creativo permanente. Un nombramiento que lleva un a?o de retraso sobre la fecha inicialmente prevista. Lacroix vuelve por un instante a la alta costura ¨Cque abandon¨® en 2009 al declararse su compa?¨ªa en bancarrota- para un ejercicio de estilo que no se comercializar¨¢. Asegura que ni le han ofrecido el cargo en Schiaparelli ni lo aceptar¨ªa. ¡°No siento que esto sea un retorno al oficio¡±, explica. ¡°Es m¨¢s bien como hacer el vestuario de un musical sobre Schiaparelli¡±. El franc¨¦s dice que no echa de menos la moda, ya que disfruta creando para el ballet y la escena. ¡°Es lo que siempre quise hacer. La moda fue un desv¨ªo de 30 a?os¡±, defiende entre risas.
Cada traje de Lacroix rinde homenaje a un aspecto del legado de Schiaparelli. Un cuerpo de trabajo al que el franc¨¦s se ha acercado tirando m¨¢s de sus recuerdos que de una profunda investigaci¨®n en los archivos. Piezas de museo que se mostraron en el Museo de las artes decorativas, escenario de su despedida hace cuatro a?os. ¡°La moda de mis inicios y la de ahora son planetas diferentes¡±, reflexiona. ¡°Todo es publicidad y peleas de los grandes grupos... Yo soy un producto de un Par¨ªs que ya no existe. No es tan triste para los que empiezan ahora porque tienen que luchar y eso desarrolla ideas fuertes y poderosas¡±.
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