Manuel Fern¨¢ndez Cuesta, una biograf¨ªa de libro
Dirigi¨® la editorial Pen¨ªnsula y los sellos encCastellano de Grupo 62
Manuel Fern¨¢ndez Cuesta, que falleci¨® ayer de infarto a los cincuenta a?os, era un madrile?o de pro que presum¨ªa tanto de vivir en el barrio de La Prosperidad que alg¨²n incauto debi¨® de pensar que nadaba en oro. Pero de poco m¨¢s alardeaba, pese a su inmensa cultura libresca y cinematogr¨¢fica, sus largas estancias en Par¨ªs y Mil¨¢n y su activo compromiso pol¨ªtico. Era un hombre a quien le importaban las ideas y su efecto sobre la realidad. Y a estudiar esa evanescente relaci¨®n se dedic¨®, desde el periodismo, en Mundo Obrero, del que lleg¨® ser redactor jefe, rebeli¨®n.org, El Mundo, EL PA?S o eldiario.es; desde la edici¨®n, en Debate, en Pen¨ªnsula y como responsable de los sellos en espa?ol del Grupo 62; y en las innumerables clases y talleres que imparti¨®, en el Hotel Kafka, en el m¨¢ster de edici¨®n de la Universidad de Salamanca, en el de la Universidad Pompeu Fabra, y en tantos otros sitios.
Afable y tranquilo, amante de la buena mesa y de un buen gin tonic y siempre a punto de dejar de fumar, Manuel, como los mejores editores, aplicaba la misma curiosidad intelectual a las charlas de sobremesa que a los proyectos editoriales: un libro es bueno si quieres hablar de ¨¦l con los amigos. Frente a la implacable hegemon¨ªa del mercado angloamericano, su formaci¨®n europea le llevaba por otros derroteros: pensadores cr¨ªticos franceses o italianos a los que la edici¨®n generalista ha dado la espalda. En ese dif¨ªcil equilibrio, lograr que el mercado difunda a sus propios cr¨ªticos, empe?¨® sus mejores esfuerzos.
Dicen que la mejor biograf¨ªa de un editor es su cat¨¢logo. Quiz¨¢s en la era de la concentraci¨®n y los grandes grupos sea m¨¢s dif¨ªcil sostenerlo, pero creo que recordar algunos de los ¨²ltimos t¨ªtulos con los que trabaj¨® Manuel, a modo de golpes de cincel que acaben perfilando el contorno de su personalidad, de sus preocupaciones e intereses, ser¨ªa un inmejorable epitafio: su inter¨¦s por la comunicaci¨®n y sus manipulaciones est¨¢ en La ceremonia can¨ªbal, de Christian Salmon; su voraz cinefilia en El banquete de los genios, de Manuel Hidalgo, sobre el homenaje a Bu?uel en Hollywood; su pasi¨®n por la m¨²sica en Satie, la subversi¨®n de la fantas¨ªa, de Alfonso Valle; su visi¨®n cr¨ªtica de la historia en Las claves de la Transici¨®n, de Alfredo Grimaldos; su mitoman¨ªa y simpat¨ªa por los derrotados en El imperio comanche, de Pekka Himanen; su internacionalismo y esa relaci¨®n de amor y odio con el periodismo en el extraordinario Hello everybody, de Joris Luyendijk; su compromiso pol¨ªtico en la biograf¨ªa de Trotsky de Joshua Rubenstein. A trav¨¦s de esos libros, su recuerdo seguir¨¢ con nosotros.
Miguel Aguilar es editor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.