La estrella de la radio
Concha Garc¨ªa Campoy concibi¨® la radio total desde una aspiraci¨®n cultural que estaba en el ambiente y que se hizo voz perentoria en la radio
?Por qu¨¦ resiste la estrella de la radio? Por el arte combinatorio; porque es ritmo, la aspiraci¨®n natural de la conversaci¨®n y por tanto de la comunicaci¨®n entre la gente. Y, adem¨¢s, resiste porque es el sustento de todas las facultades de la comunicaci¨®n: la inmediatez, la proximidad, la naturalidad, la veracidad. La mezcla de esos factores es el elemento que mantiene viva a la radio. Es aire y es a la vez materia; la voz es su sustancia. Por eso la estrella de la radio no ha podido ser vencida, nunca, por las otras constelaciones.
Hay programas ¡ªy voces¡ª que representan esa vitalidad de la radio para adaptarse a los tiempos y ser representaci¨®n de los tiempos. Programas que combinan de manera natural elementos distintos, aspiraciones diversas de la sociedad; al final, ese batiburrillo consigue abrirse paso como una totalidad. Es la radio total, y existe. Fue aquella radio que hicieron Alberto Oliveras (en las calles y a¨²n en las selvas) o Jorge Arandes y Federico Gallo (en un estudio que parec¨ªa a la vez un estadio) o Joaqu¨ªn Soler Serrano (que fue capaz de emitir desde los aviones, de Madrid a Barcelona o viceversa). O Eduardo Sotillos, que record¨® que los j¨®venes (Para vosotros, j¨®venes) tampoco eran aficionados al parte. Y es, en la lejan¨ªa, aquella radio que invent¨® Victoriano Fern¨¢ndez As¨ªs para las ma?anas de Espa?a. O es, a¨²n, y que sea por muchos a?os, la radio de Hora 25, que empez¨® (con ?nega, con Mart¨ªn Ferr¨¢n) siendo el reflejo a¨²n t¨ªmido de lo que la gente hablaba en la calle mientras se mor¨ªa Franco. O, c¨®mo no, el Protagonistas de Luis del Olmo, que sigue su leyenda.
En esa estela surgi¨® en 1988 A vivir que son dos d¨ªas, que sigue tan campante en la cadena SER, ahora con Javier del Pino al frente. Concha Garc¨ªa Campoy (con Lorenzo D¨ªaz y con Javier Rioyo) concibi¨® la radio total desde una aspiraci¨®n cultural que estaba en el ambiente y que se hizo voz perentoria en la radio. Juan Cueto hab¨ªa dicho, en este peri¨®dico y en todas partes, que la mirada divertida era mezcla, aspiraci¨®n de interesarse por todo y de interesar a todos. Esa filosof¨ªa de lo diverso se instal¨® en la voz que represent¨® Concha en ese momento y A vivir que son dos d¨ªas fue, en el concepto de Cueto, una manera de entender la ¨¦poca y de mostrarla. Todav¨ªa estaba viva la movida, surg¨ªan nuevos nombres, la pol¨ªtica no era a¨²n el plato c¨ªnico al que adem¨¢s la gente mira c¨ªnicamente. En el entusiasmo de Concha hab¨ªa a¨²n la ingenuidad de la ¨¦poca, y adem¨¢s ella reflejaba, en la ansiedad c¨¢lida de su voz, la necesidad natural de comunicarlo.
Fue tan potente ese impulso que aquella apuesta de la SER con Concha y con sus amigos al frente sigue siendo hoy un faro radiof¨®nico, y no solo en el programa que luego ser¨ªa patrimonio de otras voces. En todas esas voces que vinieron luego (lo recordaban aqu¨ª Fernando Delgado y Montserrat Dom¨ªnguez, dos de sus continuadores) funcion¨® esa herencia del entusiasmo. Ese pilar de aire est¨¢ en la ra¨ªz del ¨¦xito de la estrella de la radio y en esa estela est¨¢, imborrable, una de sus m¨¢s audaces protagonistas, Concha Garc¨ªa Campoy, que nos acaba de dejar. La radio sigue; a ella y a la radio le debemos mucho de lo bueno que tiene la vida.
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