Los bigotes del arte
Una docena de disparos en poco m¨¢s de cinco minutos lograron este fant¨¢stico retrato del pintor de Cadaqu¨¦s, Salvador Dal¨ª
No fueron m¨¢s de una docena de disparos. Una sesi¨®n de apenas cinco minutos. Sucedi¨® en 1966 en la redacci¨®n del extinto diario Pueblo. Dos novatos, el fot¨®grafo Ra¨²l Cancio y el periodista Juan Luis Cebri¨¢n, son llamados a cap¨ªtulo para que se personen en el despacho de Emilio Romero, director del peri¨®dico de la tarde. Con ¨¦l esperaba Salvador Dal¨ª. Un saludo r¨¢pido, un intercambio de miradas y a trabajar. De frente al personaje, con un objetivo de 105 mil¨ªmetros, 5 o 6 de diafragma y el flash rebotado al techo. El pintor de Figueres, un maestro de la imagen, interrumpi¨® la conversaci¨®n y mir¨® a la c¨¢mara, cada clic un gesto y una onomatopeya. La expresividad teatral de la mirada, esas cejas desordenadas, los poros microsc¨®picos abiertos de la piel y el bigote engominado que atrapa al que lo mira han acompa?ado la carrera de Cancio, que nunca pens¨® en ese retrato como algo ic¨®nico. ¡°A Emilio Romero no le gustaba el ji, ji, ja, ja, as¨ª que cog¨ª la c¨¢mara: ¡®Don Salvador, no le molesto m¨¢s¡¯, y sal¨ª de all¨ª¡±. El retrato fue portada de Pueblo. Con el tiempo, Cancio se especializ¨® en los deportes pero esa imagen le sigue gustando a morir y, seguramente, se trata del retrato que m¨¢s ha viajado en el metro de Madrid. La imagen se us¨® como cartel de una exposici¨®n ubicada en uno de los andenes. Ahora, como profesor de la escuela de EL PA?S, el autor de esta fotograf¨ªa arranca sus clases con los estudiantes de periodismo mostrando a los futbolistas de la selecci¨®n espa?ola recibidos como h¨¦roes tras ganar el mundial, en una calle abarrotada de gente y en la que casi todos los espectadores levantan su m¨®vil para captar la escena. La primera lecci¨®n de este maestro que ha pasado su vida con una maleta de 20 kilos colgada del hombro es as¨ª de sencilla... as¨ª de complicada: ¡°No basta hacer fotos, hay que saber verlas¡±.
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