Embrujo en blanco y negro
La Academia de San Fernando expone la obra de Sanz Lobato, el fot¨®grafo que retrat¨® la desolaci¨®n y el duende de Espa?a a lo largo de medio siglo


Rafael Sanz Lobato tiende su mano derecha, en la que solo hay dos dedos: el pulgar y el me?ique. Las tres falanges del medio se encuentran unidas y forman un mu?¨®n que recuerda a un currusco de pan. Duro como una roca. Con ¨¦l pegaba capones a sus compa?eros de clase cuando era ni?o y con ¨¦l golpea la mesa en este momento para demostrar lo curtido de su malformaci¨®n cong¨¦nita. Y un poco despu¨¦s, el fot¨®grafo levanta ambas manos, como si sostuviera una c¨¢mara imaginaria, y explica el mecanismo con el que ha retratado a lo largo de su vida.
Apoya la m¨¢quina en la mano izquierda, agarrando el pesado objetivo. Dispara con el me?ique de la derecha. Pasa el carrete con el pulgar. Y repite el gesto, para que quede claro el m¨¦todo de una de las figuras clave de la fotograf¨ªa documental de la Espa?a de posguerra (as¨ª lo muestra desde ayer su exposici¨®n en la Academia de San Fernando). Un giro r¨¢pido de mu?eca, similar al del h¨¦roe en las pel¨ªculas del oeste.
Sanz Lobato tiene 81 a?os y una melena alborotada de pelillos finos y blancos que le nacen de una frente despejada y unas gafas gruesas de concha y unos ojos vivos detr¨¢s, recubiertos por una pel¨ªcula gris¨¢cea, como un velo. Ve muy poco por culpa de una enfermedad degenerativa. Y ya no viaja a los pueblos para inmortalizar ritos, rostros y lugares olvidados. Pero ha sido ¨¦l mismo quien ha positivado el centenar de fotos de su primera gran exposici¨®n en Madrid, ¡°tirando m¨¢s papel que nunca y cabre¨¢ndome conmigo mismo¡±, dice. Desde ayer cuelgan en las salas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la exhibici¨®n se puede visitar hasta el 8 de septiembre.
Un reconocimiento tard¨ªo para alguien que compr¨® su primera c¨¢mara en 1953 y comenz¨® lo que ¨¦l denomina su trabajo de ¡°documentalista de fin de semana¡±. Llegaba el viernes y acud¨ªa a su empleo en una compa?¨ªa americana de maquinaria pesada con un hatillo, una Nikon, un par de objetivos, una lata de 30 metros de pel¨ªcula Tri-X y sal¨ªa de viaje a los pueblos de Zamora o Galicia en busca de procesiones, entierros y otros ritos ancestrales. Volv¨ªa a Madrid el domingo, paraba en alguna gasolinera para asearse y entonces descubr¨ªa un pu?ado de moscas cojoneras agarradas en la camiseta. No era nada extra?o porque aquel d¨ªa de 1970 regresaba de la Rapa das Bestas en San Lorenzo de Sabucedo (Pontevedra), un festival primigenio en el que se marca y se corta la crin a los caballos salvajes (que suelen portar esos insectos en sus genitales).
En las d¨¦cadas de los sesenta y setenta su trabaj¨® brill¨® entre los c¨ªrculos fotogr¨¢ficos. Public¨® en el extranjero y el Photography Annual estadounidense seleccion¨® una decena de im¨¢genes suyas en el n¨²mero de 1971. La laureada fot¨®grafa Cristina Garc¨ªa Rodero se hizo con un ejemplar de la revista cuando estudiaba en Roma. Y, seg¨²n ha relatado la fot¨®grafa a?os despu¨¦s, aquel portafolio le marc¨® para siempre; sol¨ªa hablarles de Sanz Lobato a sus alumnos.
Simult¨¢neamente, el fot¨®grafo fue cayendo en el olvido. En 1977 se ¡°profesionaliz¨®¡± tras ser despedido de su empleo. Y comenz¨® con encargos de publicidad, entre los que figuran las campa?as del Partido Popular (tiene, seg¨²n cuenta, un archivo que ronda los 700 pol¨ªticos populares, Mariano Rajoy incluido, fumando un puro), seg¨²n recuerda Sanz Lobato.
Y mientras su nombre iba borr¨¢ndose poco a poco, el fot¨®grafo fue perdiendo vista, y dej¨® de hacer escapadas. Algo, sin embargo, comenz¨® a moverse en 2004, cuando se le concedi¨® la medalla de oro al M¨¦rito de las Bellas Artes; en 2006 aparecieron algunas de sus fotograf¨ªas en una exposici¨®n colectiva en Catalu?a sobre fotograf¨ªa realista, organizada por Chantal Grande y David Balsells, que empezaron a cortejar a un autor desconocido y quedaron aprisionados por la fuerza de sus fotos, muchas in¨¦ditas.
En 2010, Balsells y Grande organizaron la primera retrospectiva del autor en Tarragona. En 2011, gracias en parte a la visibilidad de aquella exposici¨®n, se le concedi¨® el Premio Nacional de Fotograf¨ªa. Y as¨ª fue como Sanz Lobato se encerr¨® en su estudio para positivar las im¨¢genes que hoy cuelgan de las paredes de la Academia de San Fernando, en una exposici¨®n comisariada una vez m¨¢s por Chantal y Balsells, como iconos. Rostros y espacios de piedra con la capacidad de hacernos comprender qui¨¦nes somos. Uno los observa y ve Espa?a y tambi¨¦n se ve a s¨ª mismo en esos retratos arrabaleros y de provincias, del mismo modo que uno se mira al espejo y descubre las arrugas y el paso del tiempo y lo mucho que empieza a parecerse a su padre o a su madre.
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