El jazz explota en la playa
50.000 almas arropan el estruendoso arranque del festival Jazzaldia de San Sebasti¨¢n
La conversaci¨®n dura lo que el ascensor del hotel Amara Plaza, en San Sebasti¨¢n, tarda en llegar a la novena planta, donde se aloja el cantante y pianista brit¨¢nico Jamie Cullum.
¡ª ?No le agota que repitan eso de que es usted el enfant terrible del jazz y que tiene cara de ni?o travieso?
¡ª No suelo leer lo que escriben sobre m¨ª, la verdad.
¡ª Pero...
¡ª No me preocupa demasiado. Casi todo lo que dicen es cierto.
¡ª Entonces...
¡ª Tienen raz¨®n. Tengo cara de ni?o travieso. ?Qu¨¦ le voy a hacer?
Segundos despu¨¦s, este brit¨¢nico que cumple 34 a?azos el mes que viene se aleja andando a saltos sobre la punta de los pies por el largo pasillo del hotel hacia su habitaci¨®n, donde tiene previsto grabar su programa semanal de radio para la BBC sobre jazz cl¨¢sico. Aparentemente todos los estereotipos que se han usado con ¨¦l cuadran: m¨²sico precoz que se hizo famoso y s¨²per ventas a los 23 a?os; apasionado (y erudito) del jazz; cara de ni?o... Ocurre hasta que Cullum se sube a un escenario, donde, como hizo en un videoclip con su piano, rompe en pedazos los esquemas de lo que se espera de ¨¦l. Para mejor. Detr¨¢s de esta imagen de artista para todos los p¨²blicos hay mucho m¨¢s que un Frank Sinatra en zapatillas de deporte. As¨ª le han llegado a llamar y la gracieta se queda escasa.
Lo demostr¨® el mi¨¦rcoles por la noche ante unas 50.000 almas, al inaugurar sobre el escenario principal de la playa de la Zurriola la 48? edici¨®n del Heineken Jazzaldia, uno de los festivales con m¨¢s solera en Europa. La que es desde hace mucho tiempo una de las grandes citas musicales del verano llenar¨¢ hasta este domingo las calles de San Sebasti¨¢n de jazz y de otros g¨¦neros musicales. En total, 86 conciertos en cinco d¨ªas, algo m¨¢s de la mitad de ellos gratuitos.
Horas antes del espect¨¢culo, Jamie Cullum, con pelo revuelto, camiseta y vaqueros ofrece una urgente y distendida rueda de prensa en la que intercala declaraciones serias con comentarios jocosos. Entre las primeras, que le importa ¡°una mierda¡± el estilo de m¨²sica por el que lo clasifiquen: ¡°No me quita el sue?o que piensen que soy un crooner moderno. Ya he demostrado que no es eso. Podr¨ªa tener m¨¢s dinero si me dedicase al swing retro a lo Michael Bubl¨¦, al que respeto, pero no ser¨ªa sincero conmigo mismo¡±, explica. Con la pregunta de si ha tenido que vender el alma al diablo muchas veces aparece el Cullum m¨¢s risue?o. ¡°La industria discogr¨¢fica me pide que venda el alma casi todos los d¨ªas. Solo trato de tomar las decisiones correctas. Nadie me ha pedido todav¨ªa posar desnudo en la portada de una revista. Habr¨ªa que ver cu¨¢nta pasta hay encima de la mesa. Si la cifra es la adecuada lo har¨ªa¡±, responde con cara de ni?o travieso (vaya, perd¨®n). Eso es. Al chico le gusta responder a las preguntas con seriedad, pero las completa siempre con un toque de humor.
Aunque las ¨²nicas travesuras en su gira quiz¨¢ solo las pueden protagonizar los beb¨¦s que hay en su camerino en el escenario de la playa de la Zurriola. Primera sorpresa: faltan cinco minutos para que comience el concierto y el backstage es lo menos parecido al de una estrella en la cumbre. Biberones preparados, chupetes, carritos de beb¨¦, mujeres con anillo de casadas en el dedo anular... Son las esposas de los m¨²sicos que forman la banda que le acompa?a. ¡°Son mis amigos¡±, cuenta Cullum. ¡°Solemos viajar con las familias¡±, asegura. Aunque hoy han venido todas menos la suya. Hay una raz¨®n de peso.
Jamie es pareja de la modelo y experta en gastronom¨ªa Sophie Dahl, nieta del escritor Roald Dahl, y acaban de ser padres de su segunda hija hace una semanas. ¡°Es cierto que hago una vida m¨¢s tranquila ahora. Cocinamos juntos, pero tambi¨¦n hay tiempo para salir de copas con los amigos. La vida salvaje es compatible con la familia¡±. Cullum asegura que organiza sus giras en funci¨®n de la pitanza. ¡°Una de mis mejores experiencias fue comer en elBulli, de Ferran Adri¨¤. Vivo rodeado de gente apasionada por la comida. Mi bisabuelo era espa?ol, as¨ª que algo se me habr¨¢ pegado¡±. Tambi¨¦n parece haber heredado su pasi¨®n por la improvisaci¨®n. Jamie confirma que nunca prepara el repertorio antes de actuar. Improvisa las canciones que va a tocar menos la primera y la ¨²ltima. No es algo muy habitual en m¨²sicos de este nivel que tienen sus espect¨¢culos preparados al mil¨ªmetro.
El mi¨¦rcoles, en San Sebasti¨¢n, frente a 50.000 personas que seg¨²n la organizaci¨®n abarrotaban la playa, Cullum arranc¨®, de pie golpeando una caja de bater¨ªa, con The same thing, la primera canci¨®n de su nuevo disco, Momentum. Y durante una hora y media dio lo mejor de s¨ª. Jamie salt¨® con br¨ªo, se estir¨® como una serpiente y golpe¨® el piano del que se lanzaba a una altura considerable sin miedo al calambre. Y sobre todo sud¨®. En la tercera canci¨®n ¡ªEverything you didn¡¯t do; famosa por un anuncio de cerveza¡ª el m¨²sico, con pantalones de pitillo y camiseta, ya llevaba el pelo revuelto como un demonio. ¡°Voy a cantar una canci¨®n que trata sobre un adolescente al que las chicas ignoran en el colegio, pero luego consigue la fama¡±, explic¨® tras retorcerse por el suelo y aprovechar la gran pantalla gigante para sacar un par de fotos con las que alimentar su Facebook. ¡°Pero no es autobiogr¨¢fica¡±, precis¨®. ¡°A m¨ª las chicas me dejaban el cuello lleno de chupetones en el instituto¡±.
Despu¨¦s versione¨® Love for sale, de Cole Porter, y Don¡¯t stop the music, de Rihanna (habitual en su repertorio) y una casi irreconocible Get lucky, del d¨²o Daft Punk, la canci¨®n del verano. El concierto acab¨® con una rockera revisi¨®n de The wing cries Mary, de Jimi Hendrix. Sobre el escenario de la playa, Jamie Cullum regal¨® improvisaciones jazz¨ªsticas, escenas punk y sobre todo soul blanco con gancho comercial, lo que no es necesariamente negativo, por mucho que algunos se empe?en. El directo de Cullum merece la pena: cambiante, divertido, entretenido e imprevisible.
Antes y despu¨¦s de su concierto hubo dos nombres propios que reinaron en la primera jornada del festival de m¨²sica m¨¢s agradable de Espa?a. Por un lado el estadounidense Gregory Porter, que ofreci¨® un vibrante concierto bajo su inseparable gorra de aviador. El resultado, una hora y media de felicidad y una camisa m¨¢s sudada que la del macho Camacho en aquel mundial (¡°Este se cree que est¨¢ en Siberia¡±, se oy¨® entre el p¨²blico). Digno de ver fue tambi¨¦n el marciano Robert Glasper, que con una excelente banda ¡ªbater¨ªa, teclado y bajo¡ª, hizo entrar en trance al p¨²blico con su soul espacial y un cantante, Casey Benjamin, que maneja con clase el vocoder.
La misma que pase¨® anoche Elvis Costello junto a su banda The Imposters, en el escenario donde hab¨ªa estado la noche anterior Jamie Cullum. La conexi¨®n entre ambos es evidente. Lo dej¨® claro Cullum en la rueda de prensa. ¡°Es uno de mis h¨¦roes. El esqueleto de Costello es el jazz, alimentado por el soul. Igual que el m¨ªo¡±, asegur¨®. El domingo, Diana Krall, la mujer del autor de Alison, cerrar¨¢ el festival con la presentaci¨®n de su m¨¢s que recomendable ¨²ltimo disco, Glad rag dog. En estos cinco d¨ªas, San Sebasti¨¢n habr¨¢ sido testigo de la maestr¨ªa del espa?ol Jorge Pardo, la sensibilidad de Silvia P¨¦rez Cruz o la melancol¨ªa de los escoceses Belle & Sebastian.
Pero lo que la ciudad espera impaciente es la actuaci¨®n de John Zorn ma?ana s¨¢bado a las 18.00 horas en el auditorio del Kursaal. Ser¨¢ sin duda lo m¨¢s importante que le va a ocurrir al jazz en Espa?a este a?o. A sus 60 a?os, el saxofonista jud¨ªo nacido en Nueva York ofrecer¨¢ un in¨¦dito concierto. Lo ha llamado el Masada marathon, que consiste en la actuaci¨®n sucesiva de los 12 grupos del sello Tzadik, creado por el prol¨ªfero Zorn, que ha participado en un centenar de discos: del jazz contempor¨¢neo a las bandas sonoras e incluso el punk. Todo tiene cabida aqu¨ª, en el Heineken Jazzaldia.
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