Amina alif¨¢tica
T¨² no tienes ni pajolera idea de lo que es el miedo, te lo digo a ciegas, sin saber qu¨¦ co?o significa pajolera
?vido de conocer los miedos de la gente y hacerlos m¨ªos a fin de parecer uno m¨¢s, abro el port¨¢til y tecleo en el buscador ¡°tengo miedo de¡¡±. Las primeras entradas dicen: ¡°Tengo miedo de perderte¡±, ¡°tengo miedo de enamorarme¡± y ¡°tengo miedo de un velociraptor¡±. Y lo que yo te digo es que si tienes miedo de perderla, gilipollas, o de perderlo, imb¨¦cil, b¨²scate la vida para expresarlo de un modo que me conmueva. Tengo miedo de perderte, tengo miedo de enamorarme, qu¨¦ l¨¢stima. ?Pero t¨² sabes lo que es el miedo, hijo de perra? ?T¨² sabes lo que es esa perturbaci¨®n del ¨¢nimo capaz de abrir la puerta de todos los esf¨ªnteres, sabes lo que es cagarse encima, mearse encima, vomitar lo que no has comido, sudar lo que no has bebido por miedo a ir al colegio, por ejemplo, o por miedo a no ir, por miedo a masturbarte o a no masturbarte, por miedo a que tu madre no est¨¦ en casa, o a que est¨¦, por miedo a que te manden a un campamento de verano, o a que no, por miedo a no saber qu¨¦ va a ser de ti, o a saberlo, por miedo a morirte, o a no morirte, por miedo a ser pobre?
T¨² no tienes ni pajolera idea de lo que es el miedo, te lo digo a ciegas, sin saber qu¨¦ co?o significa pajolera, y, como t¨², los cincuenta mil que aparecen debajo de ti en Google o en Yahoo y dem¨¢s pozos de la sabidur¨ªa digital. Eres un mierda, un pijo, un malcriado que no te mereces Internet. No puedes entrar ah¨ª como el que entra en los lavabos del burdel, por Dios, para soltar la cagada de que tienes miedo a perderla, o a perderlo, o a no enamorarte. ?No comprendes que no eres t¨² el que habla, sino que a trav¨¦s de ti se expresa la telenovela de despu¨¦s de comer? ?Has tenido miedo alguna vez a perder el trabajo o a mojar las s¨¢banas? ?Te has analizado en alguna ocasi¨®n un bulto? ?Has pasado quince o veinte d¨ªas pendiente de esos an¨¢lisis, imaginando c¨®mo ser¨ªa la existencia despu¨¦s del diagn¨®stico fatal? ?Te has despertado a media noche sudando amina alif¨¢tica que, por si no lo sabes, se llama tambi¨¦n cadaverina y es la causa del mal olor de nuestros muertos? Por Dios, por Dios, con la cantidad de miedos disponibles desde que uno se levanta hasta que se acuesta, porque la vida es eso, un Corte Ingl¨¦s de los miedos, un Ikea del pavor, un Leroy Merl¨ªn del p¨¢nico, con la cantidad de miedos existentes, dec¨ªamos, en este valle de l¨¢grimas, ?c¨®mo puede alguien decir que tiene miedo a enamorarse y que tanto ese miedo como su forma de expresarlo sea el segundo de los dominantes en esa nueva forma de otredad, quiz¨¢ terror¨ªfica, denominada Internet? ?Qui¨¦nes viven ah¨ª, qui¨¦nes son sus nativos, d¨®nde han estudiado gram¨¢tica, decoraci¨®n o artes marciales?
Tengo miedo de enamorarme. ?Pero t¨² sabes lo que es el miedo, hijo de perra?
Clico, desesperado, el tercero de los miedos, el del velociraptor, pues es completamente desconocido para m¨ª, y aparecen 160.000 resultados en 78 segundos. Ojeo los cien o los doscientos primeros y no dicen nada, son chistes sin gracia, como de personas a las que hubieran extirpado el l¨®bulo frontal o quiz¨¢ una am¨ªgdala del temporal. Da horror imaginar por medio de qu¨¦ artima?as ha alcanzado ese miedo, digno del Festival de Eurovisi¨®n, el tercer puesto del concurso. Teniendo el capitalismo y el comunismo a mano, el uno junto al otro, cada uno con sus hambrunas c¨ªclicas y sus estalinismos fatales, ?c¨®mo pueden millones de personas en paro, cuando no subempleadas o explotadas manifestar su miedo al velociraptor?
Por mera tozudez, vuelvo a teclear ¡°tengo miedo¡±, en esta ocasi¨®n a secas, sin la preposici¨®n ¡°de¡± y aparecen casi diez millones de resultado en 27 segundos. Descarto enseguida los primeros cien mil, que son t¨ªtulos de canciones o versos de poemas fracasados, y desciendo y desciendo, como el que se descuelga en una caja de madera por la galer¨ªa de una mina de carb¨®n, hasta tropezar con un ¡°Tengo miedo a dejar embarazada a mi propia hija¡±. Entro ah¨ª, para ver de qu¨¦ clase de psic¨®pata estamos hablando y resulta que no es un psic¨®pata, es un idiota que pregunta: ¡°Si haces el amor con una mujer embarazada de nueve meses de una ni?a, ?puedes dejar embarazada a la ni?a?¡±.
Vale, me digo, lo m¨¢s probable es que no sepas buscar, quiz¨¢ has llegado demasiado tarde a esta cultura. Pero pon un poco de tu parte, no cejes, venga, amigo, teclea, por ejemplo, la expresi¨®n ¡°el miedo en Poe¡±, ah¨ª tiene que salir algo, s¨ª o s¨ª. Pero tampoco, no, desde luego nada que resulte ¨²til para convertirme en uno de ellos, en uno de nosotros, incluso en uno a secas. Si mi curaci¨®n pasaba por integrarme, ya adelanto que a este precio no. Prefiero el potro de tortura a colocar el de enamorarme como el segundo de mis miedos, sobre todo despu¨¦s de que el Gobierno haya decidido ciscarse en la Ley de Dependencia.
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