Letras en vuelo libre
Los nuevos novelistas latinoamericanos convierten sus vidas en ficci¨®n 'Babelia' inicia una serie de diez entregas con ellos
Una creatividad libre de toda angustia de las influencias explica la diversidad y riqueza de los libros que surgen ¨²ltimamente en Am¨¦rica Latina. El auge del yo ¡ªficcionalizado o no¡ª que convierte la intimidad en literatura, una mirada no ideol¨®gica sobre la pol¨ªtica, ritmos m¨¢s propios del viaje inici¨¢tico que del exilio y variedad de historias peque?as, fragmentarias ¡ªcon tramas que van de la an¨¦cdota amorosa o familiar al policial o al humor, eludiendo la correcci¨®n pol¨ªtica¡ª dominan las tramas. Relatos que no se escriben contra nada, pero que tampoco aspiran a ser embajadores de un mapa ni a representar una identidad nacional o local, aunque a veces el pasado reciente resuene o el paisaje propio se imponga casi con la fuerza de un personaje, porque por fortuna ¡ªmal que le pese a la globalizaci¨®n¡ª olemos a un lugar, sabemos a ¨¦l.
Como en la vida, en la literatura hay capas, palimpsestos, y se escribe sobre lo ya escrito. Pero hoy nada urge y ese ¡°vale todo¡± es la clave de lo nuevo. El boom latinoamericano ¡ªfen¨®meno que en los a?os sesenta y setenta del siglo pasado export¨® universos complejos como los de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Julio Cort¨¢zar¡ª no es mandato a seguir ni fantasma que sacudirse de encima. Algo que s¨ª sintieron necesario los autores nacidos en torno a 1960 y publicados en McOndo, la antolog¨ªa editada por los chilenos Alberto Fuguet y Sergio G¨®mez en 1996, que dinamitaron el realismo m¨¢gico y pusieron en p¨¢gina smog, centros comerciales y ¡°latidos digitales¡±.
Si les dieran a elegir hoy, muchos j¨®venes escritores latinoamericanos iniciar¨ªan en Roberto Bola?o ¡ªnacido en Chile, forjado en M¨¦xico, que escribi¨® en Catalu?a con la desesperaci¨®n del que no tiene demasiado tiempo la mayor¨ªa de su obra y devenido autor de culto tras su temprana muerte en 2003¡ª el linaje que los define. Algo de esto se insinuaba ya en Bogot¨¢ 39, el encuentro en la capital colombiana de 39 autores de 17 pa¨ªses del continente, menores de 39 a?os y con al menos una obra publicada, durante el Hay Festival 2007. A pesar de su juventud, algunos eran ya veteranos en las letras (el mexicano Jorge Volpi, la ecuatoriana Gabriela Alem¨¢n y el argentino Pedro Mairal, entre ellos). Muchos de esos nombres se reencuentran en este reportaje, pero han surgido nuevas voces, aunque la distribuci¨®n deficiente de las obras siga siendo un obst¨¢culo para saber qu¨¦ se cuece hoy y con qu¨¦ ingredientes en Am¨¦rica Latina
Viajeros y cosmopolitas
¡°No hay producci¨®n en serie, no hay cables conductores maestros, cada quien busca por su lado, saca punta a su propio l¨¢piz¡±, destaca de esta hora el nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez (Masatepe, 1942), para quien a¨²n en los escritores muy j¨®venes se verifica ¡°el primero de los signos de la calidad literaria: la pasi¨®n por la b¨²squeda, no repetir a los de antes, experimentar con el lenguaje y con los temas, alejarse de lo tradicional¡±. Ex vicepresidente de su pa¨ªs y ganador del Premio Alfaguara de Novela por Margarita, est¨¢ linda la mar, Ram¨ªrez se?ala ¡°menos inserci¨®n ideol¨®gica, menos tendencias, menos escuela¡±. Con todo, la libertad no supone, a su juicio, ausencia de realidad pol¨ªtica en las ficciones. Con una nota distintiva: se trata, afirma, ¡°del pasado familiar escrito por los hijos y juzgado por ellos, como en El esp¨ªritu de mis padres viene subiendo con la lluvia, del argentino Patricio Pron¡± (Mondadori).
El caso de este autor rosarino, nacido en 1975 y afincado en Madrid es similar al del peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), autor entre otras de ?scar y las mujeres (Alfaguara): hijos de familias con ecos de militancia o exilio, que eligen su vida en un mapa distinto del de origen y escriben con las alforjas llenas de ambos mundos. De la misma generaci¨®n y residente tambi¨¦n en la Pen¨ªnsula desde 2005 es Sergio Galarza (Lima, 1976), que acaba de publicar JFK (Candaya), segundo libro de su trilog¨ªa madrile?a. Forzada en generaciones anteriores por razones pol¨ªticas, la residencia en el extranjero ¡ªestad¨ªa m¨¢s que mudanza en ocasiones¡ª es hoy casi una se?a de identidad del oficio de escribir: no hay autor que por su trabajo en universidades, sus tareas como traductor o su deseo de contactar con centros editoriales, no d¨¦ cuenta de becas, seminarios o premios que le permitan salir del terru?o. De all¨ª que cuando hablamos de literatura latinoamericana debamos sincerar algunas ficciones que se escriben en Europa, en EE UU o m¨¢s lejos (tal el caso de Andr¨¦s Felipe Solano (Colombia, 1977), autor de Los hermanos Cuervo, que vive actualmente en Corea).
El 'boom' de los sesenta, que redujo al estereotipo la identidad americana, ya no es mandato que seguir ni fantasma que combatir
Lo nuevo no siempre es tecno. ¡°Mi impresi¨®n general es que con las nuevas tecnolog¨ªas no aparecieron los nuevos g¨¦neros que sol¨ªan prometerse; m¨¢s bien se reformularon algunos de larga data: la vuelta al aforismo con Twitter y la reactivaci¨®n del diario personal con el blog¡±, apunta Mart¨ªn Kohan (Buenos Aires, 1967), premio Herralde de Novela 2007 y autor de la reciente Cuentas pendientes (Anagrama), donde la vida de Lucio Gim¨¦nez, un jubilado que debe varios meses de alquiler que no piensa pagar al due?o de casa, le permite trabajar el punto de vista y explorar una cotidianidad en descomposici¨®n, sin renunciar a ciertas marcas hist¨®ricas (un pasado de apropiador de hijos de desaparecidos, que no ser¨ªa esencial, pero que Kohan elige como prehistoria significativa). El presente, subraya, no obliga a nada: ¡°Sabemos que la literatura del boom, aun con lo que tuvo de valiosa, condujo a una reducci¨®n estereotipada de la identidad latinoamericana. Hoy podemos ser perfectamente indiferentes a esa clase de expectativas, es decir, no encajar en el modelo de lo que se espera de lo latinoamericano, pero sin la presi¨®n de activar parricidios y rupturas¡±.
?Qu¨¦ formas toma esa diversidad? Todas las imaginables. Aunque el paisaje es predominantemente urbano, hay excepciones. El desierto a bordo de una camioneta rumbo a Iquique, donde el protagonista se someter¨¢ a un tratamiento dental, es el que escoge Diego Z¨²?iga (Chile, 1987) para Camanchaca (Mondadori), su primera y contundente novela: la historia de un divorcio y de la vida de hijo y padres, despu¨¦s de ese cisma privado. Otra familia y otra carretera enmarcan Hablar solos, de Andr¨¦s Neuman (Alfaguara), que renueva por el abordaje que se da a la experiencia de la p¨¦rdida y las contradicciones de quien cuida a un enfermo. Selva Almada (Entre R¨ªos, 1975) escribe de la Argentina que mejor conoce: pueblos chicos donde llegan pastores evang¨¦licos alterando la calma de la siesta; resentimientos rumiados por a?os, mientras el calor agobiante del litoral auspicia hervideros de sangre en forma de sexo o de ajustes de cuentas. Algunos hallan en su obra ¡ªlas novelas El viento que arrasa y Ladrilleros, y los relatos de Una chica de provincia¡ª parecidos con la de Juan Jos¨¦ Saer, autor al que Almada ¡ªpublicada por Mardulce¡ª dice conocer poco, mientras sit¨²a deliberadamente sus relatos en contextos donde la tecnolog¨ªa no ha llegado (alg¨²n momento de los noventa, antes de que las computadoras estuvieran por todas partes).
El ambiente rural tambi¨¦n es escenario de Los Malaqu¨ªas (Edhasa), de la brasile?a Andr¨¦a del Fuego (S?o Paulo, 1975), quien en su aclamada primera novela para adultos (gan¨® el Premio Jos¨¦ Saramago 2011, pero tiene varios libros anteriores para ni?os) sigue las andanzas de Nico, Ant?nio y J¨²lia, tres hu¨¦rfanos devenidos tales porque un rayo parti¨® ¡ªliteralmente¡ª la vida de sus padres. La mirada infantil se reencuentra en otras ficciones: intenta entender un astillado universo familiar tras la muerte s¨²bita de la hermana del protagonista en El amor nos destrozar¨¢ (Tusquets), primera novela del argentino Diego Erlan (Tucum¨¢n, 1979) y permite rebobinar la historia reciente de Chile en Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra (Santiago, 1975), que lo confirma como uno de esos autores cuyos libros esperamos.
Es una ni?a tambi¨¦n, Lilith, la que fascina a Jos¨¦, que no es otro que el nazi Josef Mengele, cuyo presunto paso por Bariloche imagina Wakolda, de Luc¨ªa Puenzo (Buenos Aires, 1976), convertida en el filme hom¨®nimo aplaudido en el Festival de Cannes. Esta talentosa directora y narradora ejemplifica un rasgo de muchos j¨®venes autores: su profunda vinculaci¨®n con el cine. Una zona de encuentro de la que participan (la lista es incompleta, como todas) adem¨¢s de los mencionados Del Fuego y Roncagliolo, la escritora y actriz cubana Wendy Guerra (La Habana, 1970), autora, entre otros, de la varias veces premiada y traducida Todos se van (Bruguera), y tambi¨¦n, Rodrigo Hasb¨²n (Bolivia, 1981), guionista y autor de la inquietante El lugar del cuerpo (Alfaguara), que en poco m¨¢s de cien p¨¢ginas cuenta la historia de Elena, quien tras una infancia oscura coquetea con la muerte a lo largo de toda su juventud, en una trama en la cual escritura y sexo se conjugan inevitablemente.
Escribir para ser traducido
Las migraciones ampl¨ªan el territorio de la lengua. Sergio Ram¨ªrez reconoce la ¡°transgresi¨®n¡± de llamar la atenci¨®n sobre los autores de origen latinoamericano que escriben en ingl¨¦s y renuevan: ¡°Es una nueva modalidad de nuestra literatura joven, producto de uno de los grandes fen¨®menos del tiempo presente, la emigraci¨®n, la lengua que viaja y se asienta fuera, lo que me gusta llamar ¡®la lengua mojada¡¯: Daniel Alarc¨®n, Junot D¨ªaz, Francisco Goldman. La lista es muy larga; hay abundancia, buena abundancia¡±.
En la Academia se estudia ya hasta qu¨¦ punto las creaciones de estos ¡°l@tino writers¡± que provienen del Caribe hispano podr¨¢n influir o redibujar el mapa de esas literaturas nacionales. Tal es el caso de la investigaci¨®n presentada en el seminario ALLICCO 2013, en Par¨ªs, por Rita de Maeseneer, de la Universidad de Amberes, centrada en las obras de dos autores dominicanos residentes en Nueva York: el multipremiado Junot D¨ªaz (Santo Domingo, 1968), Pulitzer 2008 por La maravillosa vida breve de ?scar Wao, y la actriz y escritora Josefina B¨¢ez (1960), autora, entre otros, de los poemas que se transformaron en performance en Dominicanish. El trabajo (que ser¨¢ publicado por la revista Pasavento, junto con otras ponencias sobre los efectos de la globalizaci¨®n en formas y lenguajes de la literatura contempor¨¢nea en espa?ol), presta especial atenci¨®n a c¨®mo tratan estos autores de la di¨¢spora dominicana la noci¨®n de hogar (home), que implica en ocasiones una idealizaci¨®n del lugar de origen frente a la visi¨®n negativa del sitio de llegada. Tanto D¨ªaz como B¨¢ez cuestionan ese lugar com¨²n, dando testimonio de lo dif¨ªcil que es ser ajeno, o no del todo propio, en ambos pa¨ªses. ¡°Hogar es donde est¨¢ el teatro¡±, escribe B¨¢ez en Dominicanish; ¡°Ella era dominicana de aqu¨ª¡± (refiri¨¦ndose a Estados Unidos), afirma Yunior, ¨¢lter ego de D¨ªaz, en uno de los relatos del reciente As¨ª es como la pierdes (Mondadori).
Pluricausal, esta riqueza tuvo socios indispensables. Las editoriales independientes ¡°ampliaron las posibilidades de las b¨²squedas literarias, mientras los grandes grupos se enceguec¨ªan en la persecuci¨®n del negocio r¨¢pido y seguro¡±, remarca Mart¨ªn Kohan. Hay ¡°autores de referencia¡±: al ya mencionado Roberto Bola?o, aventurero y cosmopolita, Kohan suma los nombres del argentino C¨¦sar Aira, que se ha ganado lugar de cl¨¢sico y es una escuela de velocidad narrativa, y del uruguayo Mario Levrero, librero, guionista de c¨®mics, creador de juegos de ingenio y autor casi secreto hasta hace muy poco. Hablamos, sin embargo, de las ¡°huellas del impacto¡± de sus literaturas, ¡°pero no en el grado de mandato est¨¦tico que marcar¨ªa tendencias como se dice que se marcan en el mundo de la moda¡±, distingue.
La obra de Levrero (Montevideo, 1940-2004), que incluye cuentos y ensayos, cuestiona la idea de que lo renovador viene en envase joven. Reeditada por Mondadori, ya hay quienes le auguran tantos devotos como los del autor de 2666. La novela luminosa, su libro p¨®stumo, se inicia con el registro de ciertas experiencias extraordinarias, bajo la forma de un diario escrito a partir de agosto de 2000, gracias a la tranquilidad econ¨®mica que le brinda una beca. A lo largo de m¨¢s de quinientas p¨¢ginas se desmenuzan sue?os, lecturas, imposibilidades, reflexiones sobre la ficci¨®n, el amor, el miedo a la muerte y otras obsesiones.
La gran apertura y variedad que registra la literatura escrita en espa?ol se da tambi¨¦n en portugu¨¦s, confirma el brasile?o Silviano Santiago (Formiga, 1936). ¡°El boom actual no es de libros, es de autores¡±, define el ganador de la ¨²ltima edici¨®n del Premio Machado de Assis, otorgado por la Academia Brasilera de Letras al conjunto de su obra. ¡°Cada uno usa los g¨¦neros literarios y el lenguaje a discreci¨®n¡±, aunque siempre bajo el mandato de lograr ¡°un texto apto para el consumo general¡±. Esto explica por qu¨¦ ¡°la escritura tradicional supera la vanguardista¡±. ¡°El modelo no es Ulises sino El gran Gatsby¡±, grafica el autor de Stella Manhattan (Corregidor). ¡°A partir de la d¨¦cada de 1930 los autores populares escrib¨ªan con un ojo en la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica, ahora escriben con un ojo en la traducci¨®n¡±.
"Las nuevas tecnolog¨ªas no trajeron nuevos g¨¦neros. Twiter reactiv¨® el aforismo; los blogs, el diario personal", dice Kohan
En cuanto a los temas, Santiago afirma que el cosmopolitismo tiene en Brasil quienes le escriban y menciona la colecci¨®n Amores Expressos, editada por Companhia Das Letras, de la que participan Daniel Galera, Bernardo Carvalho y Sergio Sant¡¯Anna, entre otros. Sin embargo, a su juicio, ¡°el rasgo saliente de la literatura brasile?a est¨¢ en la fragmentaci¨®n del espacio sociopol¨ªtico nacional¡±. As¨ª, si la visi¨®n de Brasil como un todo ¨ªntegro era ¡°indispensable al momento de la lucha contra la dictadura militar y cimiento abstracto de la consagraci¨®n de la novela de Clarice Lispector en los noventa¡±, a partir de 2000, la literatura da un salto hacia lo local y retoma temas pol¨ªticos regionales. En este milenio, afirma Santiago, ¡°a la l¨ªnea pol¨ªtica de fondo agrario t¨ªpica del nordeste, se le opone otra l¨ªnea, tambi¨¦n altamente politizada, de novela urbana (R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo), preocupada por la condici¨®n social y el destino de los villeros y marginales, frente a una polic¨ªa corrupta¡±.
Escritores o aspirantes a serlo protagonizan muchas ficciones latinoamericanas del siglo XXI (tema que recorta, entre otros, los significativos Mis dos mundos, de Sergio Chejfec; En la pausa, de Diego Meret; los relatos de Punto de fuga, del peruano Jerem¨ªas Gamboa; Las teor¨ªas salvajes, de Pola Oloixarac; Phoenix, de Eduardo Muslip, y el reciente y conmovedor Mi libro enterrado, de Mauro Libertella). El uso de la primera persona y la identificaci¨®n entre narrador y protagonista son frecuentes y hasta t¨ªpicos de la literatura escrita en este tiempo. Certifican lo que la ensayista Beatriz Sarlo llama ¡°el giro subjetivo de la cultura¡± en el insoslayable Ficciones argentinas (Mardulce), donde re¨²ne 33 ensayos sobre libros publicados entre 2007 y 2012, de autores pertenecientes a generaciones y est¨¦ticas diversas.
Pero la tendencia trasciende el R¨ªo de la Plata, como prueban El cuerpo en que nac¨ª (Anagrama), de Guadalupe Nettel (M¨¦xico, 1973), que retoma recuerdos de infancia y la incidencia de un defecto de nacimiento en un ojo, para releer la propia vida. O la impactante y premiada Canci¨®n de tumba (Mondadori), de su compatriota Juli¨¢n Herbert (1971), textos ambos nacidos de una invitaci¨®n de la revista Letras Libres a j¨®venes autores, para escribir sus memorias precoces. En la suya, ya convertida en novela, Herbert cuenta la compleja relaci¨®n del narrador con su madre, prostituta y moribunda, mordida por la leucemia, que lo obliga tambi¨¦n a revisar la realidad de un pa¨ªs asolado por la violencia y la corrupci¨®n en un v¨¦rtigo con ritmo de web.
Ficciones reales
El pasaje de la cultura de la biblioteca a la cultura digital es el contexto de lo que Josefina Ludmer, profesora em¨¦rita de la Universidad de Yale, llama ¡°literaturas posaut¨®nomas¡±, escrituras cuyos textos ya no se pueden leer aut¨®nomamente sino en relaci¨®n directa con el ahora. En Aqu¨ª Am¨¦rica Latina. Una especulaci¨®n (Eterna Cadencia, 2010), la cr¨ªtica argentina analiza estas narrativas propias de los a?os 2000: relatos que toman la forma del testimonio, la autobiograf¨ªa y el reportaje period¨ªstico salen de la realidad y entran a ¡°lo cotidiano¡± (ya no la realidad tangible sino la que construyen Internet y los medios, que no necesita ser representada porque es pura representaci¨®n). As¨ª, define Ludmer, estas literaturas ¡°fabrican presente con la realidad cotidiana¡±. Una tendencia que las editoriales receptan bajo el paraguas extragrande de la cr¨®nica, otorgando m¨¢s espacio en sus cat¨¢logos a las escrituras h¨ªbridas. Ejemplo de ello es la colecci¨®n Ficciones Reales, que promociona en Sudam¨¦rica el sello Marea.
Esta libertad elude moldes y correcci¨®n pol¨ªtica. En las novelas de Yuri Herrera (M¨¦xico, 1970), autor entre otros de La transmigraci¨®n de los cuerpos (Perif¨¦rica), valen tanto los narcocorridos ¡ªsubg¨¦nero musical que aborda el mundo del narcotr¨¢fico¡ª como el uso de arquetipos, para metaforizar una realidad violenta, donde migrantes y mujeres la pasan peor que otros. El policial, que Herrera ronda, marca tambi¨¦n al brasile?o Altair Martins (Porto Alegre, 1975) en su primera y premiada novela La pared en la oscuridad (Adriana Hidalgo), que se inicia cuando un profesor de matem¨¢ticas mata en un accidente de tr¨¢fico a un hombre y huye. Los topos (Mondadori), primera novela de F¨¦liz Bruzzone (Buenos Aires, 1976), reafirma la opci¨®n del autor de 76 (relatos) de desmarcarse del discurso de las v¨ªctimas del terrorismo de Estado (los padres del escritor son desaparecidos de la dictadura). A partir de un narrador que deja a su mujer y se enamora de un travesti que proyecta matar polic¨ªas, Bruzzone convierte en literatura una pregunta hasta hace poco prohibida: ?qu¨¦ suceder¨ªa si alg¨²n hijo de desaparecidos pensara en hacer justicia por mano propia? B¨²squeda y predestinaci¨®n, con mucho de parodia y disparate, acompa?an la metamorfosis pasional y f¨ªsica del protagonista.
?speros a veces, desgarradores, otras, imaginaci¨®n furibunda o sobredosis de verdad, estos libros deparan esa atracci¨®n hipn¨®tica, capaz de mantenernos en vela y en vilo cuando se apagan las dem¨¢s luces de la casa.
C¨®mo mentir con la verdad
El auge de la escritura testimonial y la voluntad de lograr el efecto de lo verdadero define buena parte de la literatura del siglo XXI. Profesora em¨¦rita de la Universidad de Nueva York y autora de Acto de presencia, un ensayo sobre la autobiograf¨ªa de los siglos XIX y XX en Hispanoam¨¦rica, Sylvia Molloy destaca lo "sintom¨¢tico" del r¨®tulo relativamente reciente de "escrituras del yo", que ha ido reemplazando la noci¨®n de escritura autobiogr¨¢fica, "algo desgastada y no demasiado favorecida" en Am¨¦rica Latina.
?C¨®mo se relaciona esto con la creciente importancia del escritor como personaje medi¨¢tico, que ya no solo presenta sus libros sino que mantiene cuentas en redes sociales y participa de programas radiales y televisivos? "No creo que haya mucha diferencia en la construcci¨®n de aquella primera persona autobiogr¨¢fica, aquel 'yo' que estudi¨¦ en Acto de presencia, y el 'yo' del escritor como personaje medi¨¢tico", se?ala Molloy. "En los dos hay trabajo de pose y deliberada construcci¨®n: se busca persuadir de que ese es el yo del autor". Si hay alguna diferencia, se?ala la autora de En breve c¨¢rcel, estar¨ªa en la recepci¨®n: "En el yo autobiogr¨¢fico se parte de un texto que el lector lee, descifra, recompone en su lectura, sin necesariamente haber visto al autor. Es un proceso. En el caso del escritor como personaje medi¨¢tico se trata de una performance contempor¨¢nea del espectador, no se necesita texto, o mejor dicho el autor, en su exhibici¨®n ¡ªen su performance¡ª es, ¨¦l mismo, texto. Al escritor se lo busca, se lo admira, se lo escucha (pienso en inn¨²meras ferias del libro) sin que sea necesario leer lo que ha escrito".
Hay ejemplos con diversos grados de ficcionalizaci¨®n. Uno de los m¨¢s recientes es Un comunista en calzoncillos, de Claudia Pi?eiro (Buenos Aires, 1960), cuya portada es una foto de infancia de la autora junto a su padre. Novela autobiogr¨¢fica confesa, la escritora aclara que miente lo suficiente como para que valga la pena leerla. Tambi¨¦n recrean la historia familiar y el clima pol¨ªtico de sus pa¨ªses los estupendos El olvido que seremos, de H¨¦ctor Abad Faciolince (Colombia, 1958) y Missing. Una investigaci¨®n, de Alberto Fuguet (Chile, 1964). Otros narran desde la sin¨¦cdoque, prefiriendo la diagonal para interpretar lo macro. Un caso es la trilog¨ªa de Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) sobre la militancia argentina de los setenta, que culmina el reciente Historia del dinero. Obras que su autor ha calificado de "testimoniales" porque los elementos escogidos ¡ªel llanto, el pelo, el dinero¡ª tienen resonancias personales que le permitieron cruzar intimidad, pol¨ªtica y extra?eza en las novelas. R. Garz¨®n
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