Mahmud Ali Makki, erudito egipcio e ilustre hispanista
Fue becado por su pa¨ªs y se specializ¨® en estudios hispano¨¢rabes en la Universidad Complutense de Madrid
Mahmud Ali Makki, prestigioso arabista e hispanista egipcio, falleci¨® el 8 de agosto a los 83 a?os de edad en Madrid. Fue catedr¨¢tico de la Universidad de El Cairo, donde fund¨® el Departamento de Lengua y Literatura Hisp¨¢nicas; miembro de la Academia de la Lengua ?rabe de Egipto, y acad¨¦mico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de las Reales Academias de Barcelona y C¨®rdoba. Entre otras distinciones, recibi¨® la Orden de Alfonso X el Sabio. Casado con la arabista espa?ola Mar¨ªa Luisa Hornedo, tuvo cinco hijas.
Naci¨® en Qena (Alto Egipto), se licenci¨® en Letras en la universidad de El Cairo y posteriormente fue becado por el Gobierno de su pa¨ªs para especializarse en estudios hispano¨¢rabes en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus maestros hispanos destac¨® Emilio Garc¨ªa G¨®mez, quien le infundi¨® el gusto por la poes¨ªa. A partir de su tesis doctoral Ensayo sobre las aportaciones orientales y su contribuci¨®n a la formaci¨®n de la cultura hispanomusulmana, Makki brill¨® en el panorama internacional como historiador de Al-Andalus. Como arabista ha recuperado fuentes hist¨®ricas y literarias hasta entonces desconocidas. En esa l¨ªnea de investigaci¨®n edit¨® el Muqtabis del principal historiador andalus¨ª, Ibn Hayyan, as¨ª como obras po¨¦ticas e hist¨®ricas de Ibn Darray, de Ibn Simak y de Ibn Qattan de Marrakech.
Como hispanista, public¨® numerosos art¨ªculos y algunos libros. Tradujo del castellano al ¨¢rabe a grandes poetas, como Federico Garc¨ªa Lorca, Antonio Machado y Pablo Neruda. De sus traducciones destacan El alcalde de Zalamea, La casa de Bernarda Alba y la novela Do?a B¨¢rbara del escritor venezolano R¨®mulo Gallegos, por la que recibi¨® el premio nacional de traducci¨®n en Egipto. Fue asimismo traductor de los jefes de Estado egipcios desde la ¨¦poca de Gamal Abdel Nasser, a quien admiraba.
Ense?¨® ¨¢rabe y espa?ol en la universidad de El Cairo donde dej¨® una profunda huella entre sus disc¨ªpulos y colegas. El hispanismo ¨¢rabe, dotado de cualificados fil¨®logos, es en parte herencia suya. Durante su etapa como coordinador de las Academias de la Lengua ?rabe, colabor¨® estrechamente con el entonces director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza.
Desde su ¨¦poca de subdirector del Instituto Egipcio de Estudios Isl¨¢micos en Madrid (1956- 1965), particip¨® activamente en la vida acad¨¦mica espa?ola publicando art¨ªculos de tema andalus¨ª, participando en congresos cient¨ªficos e impartiendo conferencias. En el homenaje que a trav¨¦s de la revista ?ndoxa la UNED le dedic¨® al gran arabista Miguel As¨ªn Palacios con motivo de la adquisici¨®n de su biblioteca personal, escribi¨® un interesante art¨ªculo titulado La cultura religiosa en el reinado de Abd al Rahman III. Y en el volumen colectivo Al encuentro de Averroes, que yo coordin¨¦, dio muestras de su saber enciclop¨¦dico con un innovador trabajo sobre la aportaci¨®n al Derecho del fil¨®sofo cordob¨¦s.
Pero tambi¨¦n se sinti¨® atra¨ªdo por la cultura popular espa?ola, en especial por el flamenco, ambiente en el que le introdujo el arabista y m¨²sico El¨ªas Ter¨¦s y fue amigo de grandes cantaores como Pepe el de la Matrona.
En una entrevista a EL PA?S en 2005 subray¨® a contracorriente estas dos ideas: que los musulmanes de Espa?a eran tan espa?oles como los cristianos del norte, y que el fundamentalismo no era exclusivo del islam, sino que se daba tambi¨¦n en otras religiones como el juda¨ªsmo, el cristianismo y el hinduismo.
Era generoso con todos, de car¨¢cter alegre y tranquilo, y apreciaba como pocos la amistad. Modesto y laborioso, ten¨ªa una prodigiosa memoria de la que dio innumerables muestras tanto en reuniones acad¨¦micas como en tertulias. Soport¨® con estoicismo la enfermedad de los ¨²ltimos a?os y mantuvo la lucidez hasta el final.
Egipcio de ra¨ªz, Espa?a fue su segunda patria. Tal como hab¨ªa deseado, descansa para siempre en tierra castellana. Al final del Ramad¨¢n, se consumi¨® su ya d¨¦bil cuerpo. Recordando los versos de Jorge Manrique, poeta que tanto le gustaba, podemos decir ahora:
Que aunque la vida perdi¨®,
dej¨®nos harto consuelo
su memoria
Andr¨¦s Mart¨ªnez Lorca es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Medieval en la UNED y acad¨¦mico correspondiente de la Real Academia de la Historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.