Patrice Ch¨¦reau, el cuerpo del director
La puesta en escena, c¨®mo retirar un cad¨¢ver, la relaci¨®n con los actores... El cineasta reflexiona sobre dar vida a los textos
No hay ¡°nada normal¡± en la presencia de un actor encima de las tablas de un teatro, y tampoco en que hable fuerte transmitiendo unos pensamientos porque, en el peor de los casos, esto lleva a que ¡°exacerbe sus sentimientos¡±. El director de cine, teatro y ¨®pera Patrice Ch¨¦reau (L¨¦zign¨¦ 1944) ha dirigido obras como Fedra de Racine, Peer Gynt de Ibsen o Ricardo III de Shakespeare, y tambi¨¦n ha llevado a los escenarios los textos de Duras, de Hugo, de Lope de Vega o Ch¨¦jov. Su biograf¨ªa nos lleva m¨¢s lejos: desde el Oso de Oro de Berl¨ªn por Intimidad en 2001 hasta la puesta en escena de El anillo del nibelungo de Wagner por petici¨®n de Pierre Boulez en Bayreuth considerada hist¨®rica, o La reina Margot, con cinco premios Cesar en 1994. Pero siempre le asalta la duda, y decenas de preguntas que cuestionan todo lo que hace, qu¨¦ significa exactamente por ejemplo que una historia cobre vida en el teatro. Y su mente, a veces sus manos dibujando los escenarios, tratan de controlarlo todo. ¡°Soy un autoritario, afectuosamente¡±, ha afirmado en el curso de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo La narraci¨®n y el cuerpo del actor, que tuvo que abandonar a mitad de camino por encontrarse enfermo.
¡°No se trata de descansar o de ser feliz, sino de descifrar algo complicado. La duda es una herramienta muy ¨²til que algunos colegas se pierden. ?Le va a interesar a alguien?¡±. Sus preguntas se refer¨ªan a dar vida a las obras teatrales en un escenario, e iba lanzada a un grupo en que los actores eran mayor¨ªa, al que pidi¨® que se acercara f¨ªsicamente con sus sillas para poder crear un ambiente m¨¢s cercano. ?Es el teatro el medio para contar historias complejas?, se segu¨ªa interrogando. El caso es que, desaparezcan o no el cine y la televisi¨®n, el director franc¨¦s concluye que siempre ser¨¢ una necesidad.
En el escenario de un teatro, hay movimientos o situaciones que, aunque nos parezcan normales, no lo son, indica. Por ejemplo, est¨¢ la representaci¨®n de una historia en la que entran y salen los personajes y deben hacerlo con la mayor naturalidad, o de la manera que fluya con la narraci¨®n. ?De qu¨¦ forma lo hacen? ?C¨®mo desaparece un cad¨¢ver de la escena? ¡°Hay trucos del teatro m¨¢s reciente, pero esto crea una falsa modernidad¡±, se?ala el director, por lo que ¨¦l ve necesario ritualizar ese momento. O los cambios de escena ¡°muy dif¨ªciles¡± y en lo que existen ¡°muchas torpezas¡± porque se toman como normales.
En un teatro la distancia entre los cuerpos no puede cambiar mucho, tambi¨¦n con respecto al espectador. ¡°El trabajo del director es lograr que todos miren al mismo tiempo a lo mismo¡±, a la vez que ofrecer a ese p¨²blico ¡°una historia clara y accesible, pero no masticada¡±, conseguida a base de una responsabilidad y de un esfuerzo que se asemejan a un combate con el texto. Ch¨¦reau ha buscado ¡°narraciones fuertes, que permiten una verdadera visi¨®n de la realidad¡±. Por eso, explica, no disfruta con la Nouvelle vague. La construcci¨®n de un mundo coherente, ¡°un espejo en el que la gente se pueda mirar¡± y ¡°el dibujo de un recorrido¡± es una obsesi¨®n que le persigue.
Despu¨¦s, est¨¢n los actores, y para dirigirlos Ch¨¦reau pone la comparaci¨®n siguiente: ¡°Tengo un carn¨¦ de conducir pero no s¨¦ c¨®mo es el motor¡±. De esta manera, el director, a su parecer, ¡°no es un sacerdote con el que el actor se confiesa¡±; hay que dejar que los actores se equivoquen, se pierdan, ¡°no rectificar inmediatamente¡±. ¡°No podemos secar a los int¨¦rpretes, a veces, los hacemos sufrir por muy poca cosa¡±. ?l mismo fue actor y afirma que se encontraba ¡°mejor f¨ªsicamente en el escenario que en la vida¡±, pero que no ten¨ªa ¡°el suficiente narcisismo¡±.
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