Un tono, unos actores, algo
Protagonizada por actores eminentes como Philip Seymour Hoffman y Christopher Walken, este filme supone un agradecible respiro
Despu¨¦s de una temporada sofocante viendo pel¨ªculas tan aparatosas como vanas, que a pesar de la refrigeraci¨®n de la sala consiguen aumentarme la pegajosa temperatura corporal y machacarme los o¨ªdos, pobladas por muertos vivientes empe?ados en tomar las indestructibles murallas de Jeric¨® (?es inocuo imaginar que los simbolistas, metaf¨®ricos y concienciados guionistas estaban pensando en la gloriosa Israel asediada por las deshumanizadas turbas palestinas), heroicos guerreros terr¨ªcolas manejando gigantescos robots y enfrent¨¢ndose a los monstruos que salieron del mar, a los parias de la tierra del siglo XXII hacinados en el vertedero terrenal y so?ando con acceder aunque sea un minuto al incontaminado y maravilloso planeta en el que viven los ricos (m¨¢s o menos como ahora, como siempre), ver una pel¨ªcula pausada e intimista como El ¨²ltimo concierto, en la que suenan m¨²ltiples interpretaciones del Opus 131 de Beethoven, en la que la c¨¢mara casi no se mueve, con planos que duran m¨¢s de 30 segundos, ambientada en el invierno de Nueva York, sintiendo el fr¨ªo y la hermosura de Central Park nevado, protagonizada por int¨¦rpretes eminentes que desprenden clase, supone un agradecible respiro, una moderada tabla de n¨¢ufrago.
?En la hoja promocional que recojo en el pase de prensa se han olvidado de ofrecer ni un solo dato sobre la personalidad del hombre que la ha dirigido. Solo informan de que se llama Yaron Zilberman. No recuerdo haber visto nada que lleve su firma. Su trabajo en El ¨²ltimo concierto me parece sensible y sutil, una historia triste contada con sobriedad y sin empalago.
EL ?LTIMO CONCIERTO
Direcci¨®n: Yaron Zilberman.
Int¨¦rpretes: Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener, Mark Ivanir.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 105 minutos.
Es la de un cuarteto de cuerda que llevan 25 a?os tocando juntos. Ofrecen imagen de armon¨ªa, parecen complementarse, cada uno asume responsablemente su papel en la exquisita creaci¨®n com¨²n. La demoledora noticia de que la enfermedad de Parkinson ha comenzado a cebarse en la persona que dirige este cuarteto sacar¨¢ a la luz miserias y frustraciones ocultas en un grupo que parec¨ªa inquebrantable, gente con la sagrada misi¨®n de transmitir la belleza y el sentimiento de la m¨²sica. Yaron Zilberman nos muestra que los magistrales int¨¦rpretes de una m¨²sica divina, los pobladores de un ambiente tan civilizado como culto, tambi¨¦n son transparentemente humanos. Que existen los secretos, las envidias, las pasiones subterr¨¢neas, la incomunicaci¨®n, la amenaza de que algo construido a lo largo del tiempo con tanta profesionalidad, esfuerzo, solidaridad y talento se quiebre definitivamente.
Yaron Zilberman ha elegido para dar vida a la crisis de estos virtuosos de la m¨²sica de c¨¢mara a un grupo muy atractivo de actores y actrices. Ese se?or bajito y gordo, dotado de una voz inconfundible y prodigiosa, llamado Philip Seymour Hoffman, lleva demostrando desde hace m¨¢s de veinte a?os un inmenso poder de credibilidad en todo tipo de personajes. Tambi¨¦n posee un instinto privilegiado para trabajar en pel¨ªculas que tienen algo que contar. Y cuando estas no funcionan, su presencia siempre consigue salvarse del naufragio. Ver y escuchar a este actor, en papeles protagonistas o en segunda fila, siempre me provoca admiraci¨®n y placer. Su f¨ªsico tal vez le niegue el estrellato. No le hace falta. No conozco ning¨²n actor mejor que ¨¦l. Christopher Walken siempre ha pose¨ªdo un aura inquietante, desprende turbiedad, tiene estilo. Aqu¨ª le ofrecen un personaje digno y conmovedor. Y lo borda. Catherine Keener es una actriz sutil y una mujer elegante. Paso un rato agradable en compa?¨ªa de interpretes tan dotados.
El ¨²ltimo concierto no es redonda, tiene bajones, me sobra el personaje de la hija traumada de ese matrimonio de m¨²sicos, pero posee un tono que se agradece especialmente en ¨¦pocas de sequ¨ªa, de ese apocal¨ªptico cine de verano protagonizado cansinamente por los efectos especiales.
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