Una m¨²sica en v¨ªas de extinci¨®n
La supervivencia del zar, un g¨¦nero arcaico, depende de un peque?o grupo de artistas Los islamistas conservadores lo rechazan por el papel de la mujer
A unos 150 metros del Parlamento, y rodeada de muros de hormig¨®n y patrullas policiales, se encuentra la peque?a sala de conciertos Makan, una aut¨¦ntica joya del panorama cultural cairota. Cerrado temporalmente a causa del toque de queda, el local desempe?a una labor fundamental. Adem¨¢s de ofrecer m¨²sica en directo, se encarga de filmar y almacenar en un archivo todas las expresiones musicales de Egipto venidas a menos o en peligro de extinci¨®n, como la m¨²sica zar, practicada hoy en d¨ªa por apenas una veintena de artistas.
¡°Es una m¨²sica muy antigua, que hunde sus ra¨ªces en el periodo preisl¨¢mico, y que se tocaba en todo el cuerno de ?frica. Con la modernidad, su marginaci¨®n avanz¨® deprisa, sobre todo en Egipto¡±, apunta Ahmed Megrabi, el fundador de Makan, un profesor universitario de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n que abandon¨® su c¨¢tedra para dedicarse a difundir los ritmos tradicionales del pa¨ªs.
La m¨²sica zar est¨¢ vinculada a un ritual de las religiones animistas de la zona que busca la armon¨ªa entre el cuerpo y los esp¨ªritus, as¨ª como entre los miembros de la comunidad. Por su dimensi¨®n social, en la pr¨¢ctica sol¨ªan participar todos, pero eran las mujeres quienes adoptaban un papel central. Son las que cantan y bailan, e incluso tocan los instrumentos, una tarea en la que pueden participar los hombres. Las letras de las canciones son normalmente compuestas por mujeres, con un punto de vista claramente femenino.
El toque de queda ha forzado el cierre temporal de la sala de conciertos
?El hecho de que la m¨²sica zar empodere de tal forma a la mujer, y le permita incluso expresarse a trav¨¦s del baile en p¨²blico, es una de las razones por las que los movimientos islamistas conservadores detestan este g¨¦nero. La otra es que su filosof¨ªa animista est¨¢ considerada por algunos una pr¨¢ctica de brujer¨ªa. Por esta raz¨®n, aunque no ha estado formalmente prohibida, las artistas han recibido presiones sociales para que abandonen su pr¨¢ctica, sobre todo en los ¨¢mbitos rurales, donde el islamismo es m¨¢s fuerte.
¡°Aprend¨ª esta m¨²sica de ni?a, a trav¨¦s de mi madre, una inmigrante de Sud¨¢n. Siempre se ha transmitido as¨ª, de una generaci¨®n a otra¡±, explica Um Saleh, el alma carism¨¢tica del grupo Mazaher, que toca una vez a la semana en Makan. ¡°A partir de los 11 a?os acompa?aba a mi madre en las actuaciones y, desde entonces, a esto me dedico¡±, cuenta esta mujer de sonrisa afable, que lamenta que sus hijas no se hayan interesado en su m¨²sica. ¡°Para aprenderla, hay que sentirla en el coraz¨®n. Si no, es imposible¡±.
?Entre los instrumentos musicales propios de la zar figuran los tambores, la flauta, la gaza(una especie de platillos) y un tipo de arpa originario de la ¨¦poca fara¨®nica. En Egipto, las canciones son en ¨¢rabe, si bien incluyen numerosos vocablos de otras lenguas habladas en tiempos inmemoriales y, a veces, ni tan siquiera las artistas conocen su significado exacto. Su permanencia en las melod¨ªas se explica por la transmisi¨®n oral. Su tema principal es el amor ¡ªa la familia, a la comunidad o a Dios¡ª, m¨¢s que el amor rom¨¢ntico habitual de la m¨²sica egipcia contempor¨¢nea.
¡°El Ministerio de Cultura no tiene ning¨²n inter¨¦s por preservar y fomentar las expresiones art¨ªsticas tradicionales de Egipto. Solo le interesa la cultura m¨¢s comercial¡±, se queja Megrabi. Por esto y por el fuerte impulso entre la juventud de imitar las tendencias que llegan de Occidente, la m¨²sica tradicional del pa¨ªs se est¨¢ muriendo. Adem¨¢s, los medios de comunicaci¨®n tampoco est¨¢n interesados en difundir la rica herencia musical del pa¨ªs, y apuestan por j¨®venes que se limitan a copiar los ritmos occidentales. Tan solo algunos s¨ªmbolos de la m¨²sica egipcia, como Um Kalthum, escapan a este olvido.
Para evitar la desaparici¨®n de la m¨²sica zar y otras tambi¨¦n en peligro, Makan ha creado tres escuelas, y realiza cursos para los j¨®venes interesados en los viejos ritmos e instrumentos. ¡°Nuestro objetivo no es solo que esta m¨²sica sobreviva. No concebimos la cultura como inmutable, sino que queremos que pueda mezclarse con otros ritmos y dar lugar a nuevos estilos. Para eso no podemos perder nuestras ra¨ªces, y limitarnos a copiar lo que viene de fuera¡±, afirma el fundador de la sala.
Originalmente el objetivo era una catarsis colectiva
explica Um Saleh
De momento, en su haber ya tiene un ¨¦xito: llenar cada noche Makan, y no solo con extranjeros, sino con p¨²blico local de todas las edades. Y cada noche, vibran con Um Saleh y su grupo. ¡°?Vosotros sois Egipto!¡±, grita una joven, cuya voz sobresale entre un coro de alaridos y aplausos, en uno de los ¨²ltimos conciertos antes de la imposici¨®n del toque de queda. Las dimensiones de la sala y su c¨¢lida iluminaci¨®n crean un clima de intimidad entre los m¨²sicos y el p¨²blico. Varios asistentes se acercan a los artistas para felicitarlos e intercambiar opiniones sobre la velada. A la salida, algunos compran el ced¨¦ del grupo por unas 50 libras (unos 6 euros), contribuyendo as¨ª al sostenimiento de la fundaci¨®n vinculada al local, que no recibe ning¨²n subsidio.
¡°Originalmente, el objetivo de la m¨²sica zar era una especie de catarsis colectiva, que ahuyentara los conflictos y uniera a la comunidad. Viendo la reacci¨®n de la gente aqu¨ª, parece que su efecto sigue vigente¡±, comenta Um Saleh, sentada frente a la puerta de Makan, luciendo el elegante vestido negro con bordados dorados de su actuaci¨®n. Polarizado y martirizado por el ¨²ltimo estallido de violencia, Egipto necesita m¨¢s que nunca el poder cat¨¢rtico y curativo de la m¨²sica zar.
Babelia
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