¡°A¨²n acaricio las zapatillas de puntas¡±
Alicia Alonso aterriza en Espa?a con una nueva gira del Ballet Nacional de Cuba La bailarina celebrar¨¢ en Noviembre el 70 aniversario de su legendaria ¡®Giselle¡¯
Leyenda viva de la danza, Alicia Alonso (La Habana, 1920) aterriza nuevamente en Espa?a para una gira del Ballet Nacional de Cuba que arranca el viernes en Barcelona y que llevar¨¢, pocos d¨ªas despu¨¦s, a Madrid una de sus piezas m¨¢s hist¨®ricas y menos representadas en Espa?a, Copp¨¦lia. La bailarina, invidente desde hace a?os, apela al conocimiento, la intuici¨®n y la fantas¨ªa para explicar su inalterable papel al frente de la instituci¨®n cultural. Sigue componiendo coreograf¨ªas: las dicta. La ¨²ltima, anuncia, est¨¢ dedicada a su compatriota la cantante Esther Borja: ¡°Se titula En la luz de tus cancionesy celebra su 100 cumplea?os¡±.
Es inevitable un eufemismo a la hora de preguntarle a Alonso por su salud. ?De verdad le apetec¨ªa esta gira? ?No est¨¢ ya muy cansada? Como era de esperar, la simple duda ofende. ¡°Yo soy la directora, la responsable. Para lo bueno y para lo malo¡±, zanja.
Acompa?ada de Pedro Sim¨®n, su atento esposo, director del Museo Nacional de la Danza, Alonso celebrar¨¢ en Espa?a, en noviembre, el 70? aniversario de su Giselle, estrenada en Nueva York en 1943. La historia, ya legendaria, roza el follet¨ªn: la primera bailarina del Metropolitan Opera House enferm¨® y Alonso la sustituy¨®. La joven cubana aprovech¨® su oportunidad y Ant¨®n Dolin, su pareja en aquella Giselle, enloqueci¨® con su nueva partenaire. Hab¨ªa nacido, no hace falta decirlo, una estrella.
¡°Yo hac¨ªa maldades en el escenario, cosas imprevistas. Cuando bailaba era algo que me encantaba¡±, explica al referirse al humor que seg¨²n ella esconde, por ejemplo, Copp¨¦lia, coreograf¨ªa que hoy mantiene las esencias cl¨¢sicas que ella aprendi¨® de sus maestros rusos. ¡°Si mis bailarinas hacen maldades yo las rega?o, porque hay que tener mucha disciplina y jam¨¢s perder el estilo. Pero a m¨ª me costaba mucho tomarme todo en serio y siempre, siempre, me divert¨ªa por dentro¡±.
Es recomendable no perder de vista ese sentido del humor al contemplar a Alicia Alonso. Arreglada y maquillada como una gloria del pasado pero capaz de darle sentido con sus movimientos gatunos a la dispar colecci¨®n de anillos que adornan sus enormes y elegantes manos. Delicada pero temible, Alonso juega con su personaje y con su ceguera con tanta coqueter¨ªa que cuesta imaginar lo que deb¨ªa de ser esta mujer en plenas facultades f¨ªsicas.
Muy joven, los m¨¦dicos le advirtieron que ten¨ªa que elegir entre el ballet y sus ojos. Y ella escogi¨®. ¡°Yo ya no bailo f¨ªsicamente en escena pero sigo bailando en mi cabeza. Todav¨ªa acaricio las zapatillas de punta. Me las pongo, para susto de todos, y las acaricio...¡±, asegura abriendo y cerrando los dedos como un abanico que apunta a sus pies.
Curiosamente esta historia de amor loco naci¨® en el sur de Espa?a, en Jerez, durante un viaje con sus padres, cuando ten¨ªa 9 a?os. Volver a Andaluc¨ªa, como pretende en esta nueva gira del Ballet Nacional de Cuba, es para ella un sue?o. ¡°Lo primero que aprend¨ª fue la danza espa?ola. Casta?uelas y sevillanas. Precioso, pero no para m¨ª. El ballet me ha tenido demasiado ocupada toda mi vida¡±.
Disciplina militar (le ven¨ªa de sangre) y una ambici¨®n sin caretas: Alonso se jacta de haber desterrado el prejuicio de que los ¡°latinos¡± son solo buenos bailarines de folclore: ¡°Yo le he sacado el complejo a Latinoam¨¦rica¡±.
Sobre el secreto de su innegable fortaleza quiz¨¢ basta un consejo final, dedicado a los gobernantes que no aprecian las propiedades de la cultura: ¡°Una l¨¢stima, porque el ser humano la necesita para vivir y para so?ar. El ser humano se alimenta de fantas¨ªa: ballet, m¨²sica, pintura... no hay mejor est¨ªmulo para la vida. Ese es mi modo de ver y sentir¡±.
Babelia
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