Las contradicciones de Donald Rumsfeld, se?or de la guerra, al descubierto
El documental 'The Unkown Known' sobre el exsecretario de Defensa de EE UU se presenta en Venecia e inaugura la era de este g¨¦nero en la Mostra
Donald Rumsfeld "es el gato de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, que desaparece pero queda su sonrisa". As¨ª define el cineasta Errol Morris al exsecretario de Defensa de Estados Unidos en el documental The unknown known, que ha protagonizado la octava jornada de la Mostra de Venecia. Se trata de una larga entrevista al arquitecto de la ¡°guerra global al terrorismo¡±, desencadenada como respuesta al atentado sufrido por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. La proyecci¨®n del filme marca un hito: es el primer documental que irrumpe en la selecci¨®n oficial en los 70 a?os de vida del certamen cinematogr¨¢fico italiano. Y lo hizo con la cabeza bien alta y la espalda recta.
¡°Existe el conocido conocido, es decir lo que sabemos que sabemos. Existe el conocido desconocido, es decir lo que sabemos que no sabemos. Luego tenemos el desconocido desconocido, lo que ni quiera sabemos que no sabemos¡±. Es un juego de palabras, una broma listilla para confundir a los interlocutores. De esta forma, en 2002, Donald Rumsfeld, entonces secretario de la Defensa de EE UU, contesta a los periodistas que le preguntan si tiene la certeza de que Saddam Hussein est¨¦ preparando armas nucleares. Es el principio de 2002, en la Casa Blanca est¨¢ sentado George W. Bush y su gabinete est¨¢ buscando pruebas para atacar Irak. La ambig¨¹edad de su lenguaje y de su pensamiento centra el documental The unknown known, del maestro norteamericano del g¨¦nero.
El t¨ªtulo sigue el razonamiento de Rumsfeld, que hoy tiene 81 a?os y est¨¢ retirado, en la rueda de prensa del Pent¨¢gono, poco antes del ataque a Irak. ¡°Tengo que a?adir ahora que tambi¨¦n existe el desconocido conocido" - contesta a Morris, que le pregunta si no cree haberse equivocado, ya que ning¨²n arma nuclear fue encontrada: "La ausencia de pruebas no prueba su ausencia¡±, responde el militar que sigue jugando, escap¨¢ndose.
Los 105 minutos de The Unknown Known se organizan con fechas, grabaciones y material de repertorio, documentos oficiales. Todo construye un retrato del protagonista, h¨¦roe turbio y huidizo, que en 1962, con solo 30 a?os, fu elegido a la C¨¢mara de los representantes de Washington y siempre ocup¨® cargos importantes hasta llegar a ser Secretario de Estado para la defensa en 2001 y dimitir en 2006.
Vivi¨® la historia como protagonista, bajo varios presidentes, desde Richard Nixon, no muy amado (¡°Me quer¨ªa liquidar¡±) hasta Bush con la guerra, pasando por Gerald Ford, a cuyo lado estaba el d¨ªa en el que le dispararon. Pero son los ¨²ltimos seis a?os de su fulgurante trayectoria pol¨ªtica lo que interesa al director. En aquel periodo Rumsfeld se transform¨® en el se?or de la guerra. Las notas, casi apuntes, que dict¨® durante su trabajo como Secretario de la Defensa son la percha a la que se aferra la narraci¨®n. Morris le pide que las lea en voz alta. Algunas por supuesto, porque Rumsfeld es famoso por la avalancha de ¡°copos de nieve¡± - como los empleados del Pent¨¢gono llamaban a sus notas, un verdadero alud, 20 mil durante su cargo: peticiones, ¨®rdenes, reflexiones. Por ejemplo: ¡°dadme la definici¨®n de terrorismo, de guerrilla, de resistencia¡±. Luego vemos c¨®mo utiliza con habilidad los pliegues del lenguaje para contestar -sin hacerlo- a los periodistas.
La ambiguedad de ¡°un personaje por antonomasia¡± -le defini¨® Morris- es la cifra de todo este documental - estupendo, inteligente aunque no a la altura de algunas precedentes pruebas del director, como Standard operating procedure (2008) o The fog of War, que gan¨® un merecido Oscar en 2003. Morris investiga las decisiones m¨¢s controvertidas de la carrera pol¨ªtica de Rumsfeld. Su ret¨®rica lo0 esconde, lo mantiene alejado, ¡°a veces te preguntas si estaba actuando o interpretando un papel¡±, se pregunt¨® el drector presentando la pel¨ªcula en Venecia. Palabra tras palabra, su lenguaje se atornilla sobre s¨ª mismo, se pierde en la nomenclatura y llega a una paradoja: ¡°Rumsfeld est¨¢ acostumbrado a utilizar un lenguaje que quiere manipular al pr¨®jimo, pero acaba manipul¨¢ndose a s¨ª mismo. Es un personaje que no es conciente de s¨ª mismo, 'sin indicios', como dir¨ªamos en Estados Unidos,? sobre qui¨¦n en realidad', conlcuye Morris.
Rumsfeld est¨¢ acostumbrado a utilizar un lenguaje que quiere manipular al pr¨®jimo, pero acaba manipul¨¢ndose a s¨ª mismo. Es un personaje que no es conciente de s¨ª mismo, 'sin indicios', como dir¨ªamos en Estados Unidos, sobre qui¨¦n en realidad
Rumsfeld no ha sacado conclusiones ni ha hecho mea culpas de lo que represent¨® su cargo como Secretario de Defensa de EE UU y sus consecuencias para el mundo entero. "Es el gato de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, que desaparece pero queda su sonrisa", los decribe Morris. En esto es muy distinto de Robert Mc Namara, retratado en The fog of war, que acaba casi pidiendo perd¨®n frente a la c¨¢mara por la ofensiva en Vietnam.
La pregunta que el espectador acuna antes de entrar a la sala y sigue haci¨¦ndose durante la proyecci¨®n es: ?Qui¨¦n es Donald Rumsfeld? ?Qu¨¦ piensa de lo que hizo? ?De la guerra en Afganist¨¢n, de la de Irak, de Guant¨¢namo, de Abu Ghraib, del Patriot Act? Sobre todo ahora, cuando hace una semana, en una entrevista al Huffington Post, declar¨® ser contrario a la intervenci¨®n militar en Siria. ¡°?Por qu¨¦ ahora no y hace diez a?os s¨ª?¡±, arroja la cuesti¨®n Morris en la rueda de prensa.
Su pel¨ªcula no da respuestas. La entrevista deja solo en el escenario a ese hombre encorbatado, con los labios tan finos y la broma siempre lista, que se pierde en el humo de sus mismos juegos de palabras, definiciones, contradicciones. Morris es el anti Michael Moore simpre visible en sus documentales.
Errol Morris no aparece nunca; es una voz que pregunta, pero lo menos posible, prefiere que su personaje cuente y se cuente. ¡°Me prepar¨¦ much¨ªsimo. Cuando ¨¦l ment¨ªa o se contradec¨ªa al contestarme, yo volv¨ªa a preguntar. Pero no insist¨ªa m¨¢s. No quiero insistir al infinito. Prefiero que sus contradiciones emerjan por s¨ª solas¡±. Es su manera de desaparecer tras la c¨¢mara, es el rasgo de fabricaci¨®n de todos los trabajos de este documentalista consagrado.
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