Bayona
En el discurso de J. A. Bayona al recoger el Premio Nacional de Cinematograf¨ªa muchos han querido ver un desplante al ministro de Cultura
En el discurso de J. A. Bayona al recoger el Premio Nacional de Cinematograf¨ªa muchos han querido ver un desplante al ministro de Cultura. Pero esa versi¨®n empobrece el instante. Ambiciosas y trascendentes, las palabras del joven director olvidan de la relevancia de su ¨¦xito puntual para reivindicarse como un ejemplo mucho m¨¢s elocuente del acierto de toda una generaci¨®n, la de sus padres, y el fracaso rotundo de la siguiente, la que ahora detenta el poder institucional en Espa?a. Tendr¨ªamos que rebelarnos contra quien sintetice el discurso como un varapalo al ministro, all¨ª presente. Los ministros son una an¨¦cdota hist¨®rica. M¨¢s a¨²n si su cartera est¨¢ vac¨ªa de contenido y medios.
El agradecimiento de Bayona hacia la tenacidad de sus padres, por concederle aquello de lo que ellos carecieron y su capacidad visionaria para entender que hacer posibles las vocaciones firmes de sus hijos ser¨ªa el camino m¨¢s recto hacia su felicidad, resumen un sentimiento oculto de muchos. Puede que tampoco entonces fueran una inmensa mayor¨ªa, pero s¨ª pose¨ªan la suficiente determinaci¨®n para cambiar la deriva del pa¨ªs. Carec¨ªan de cultura y de maneras de canalizar su talento, pero pugnaron porque fuera posible alcanzar el desarrollo personal y la integraci¨®n profesional para los que ven¨ªan detr¨¢s. En las casas m¨¢s humildes se percib¨ªa una devoci¨®n por la educaci¨®n, la cultura, el conocimiento, que durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ha ido apag¨¢ndose en Espa?a, acomplejada frente al dinero, el poder y el oportunismo.
Basta recordar, como hizo Bayona, que la televisi¨®n p¨²blica era un escaparate donde un joven pod¨ªa ver pel¨ªculas de calidad, ciclos bien urdidos y programas de entrevistas y acceso a la inteligencia negados sistem¨¢ticamente bajo la dictadura del aud¨ªmetro y el mandamiento de dar a la gente lo que le gusta a la gente, atajo hacia el m¨ªnimo esfuerzo, la baratija y el lucro de unos pocos. A esa generaci¨®n derrotada y puede que hasta sumisa, pero que supo ver el triunfo en la siguiente estaci¨®n del tren de la vida, es a la que rindi¨® homenaje un acertad¨ªsimo Bayona. El ministro pasaba por all¨ª. Los pol¨ªticos pasan por all¨ª. Y por ac¨¢. Es la sociedad quien deber¨ªa avergonzarse de la renuncia a pelear por un mundo mejor para los que vienen detr¨¢s.
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