Magia sobre el escenario
La actriz argentina Norma Aleandro inicia en Espa?a una gira con la obra Master class, que recrea las ense?anzas de Maria Callas
Norma Aleandro, la gran se?ora del teatro en espa?ol, nos abre la puerta de su casa en Buenos Aires. El cr¨ªtico teatral Eduardo Haro Tecglen hablaba de ella como ¡°la primera dama del teatro en este idioma y sus nobles variantes¡±. Y el cr¨ªtico de cine ?ngel Fern¨¢ndez-Santos escribi¨® en este diario: ¡°Puro oro cinematogr¨¢fico es todo cuanto toca la alquimia interpretativa de Norma Aleandro, que tiene tal capacidad de transfiguraci¨®n que a la memoria se le escapan sus incontables y sutil¨ªsimas mutaciones, los saltos y meandros de la l¨ªnea gestual de su personaje¡±.
En el cine interpret¨® a la madre burguesa de una ni?a secuestrada durante la dictadura en La historia oficial (1985), el primer filme argentino en ganar el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera. Fue tambi¨¦n la madre de Ricardo Dar¨ªn en El hijo de la novia y ha trabajado en decenas de pel¨ªculas, para cine y televisi¨®n. Pero en el teatro lo ha sido casi todo. Ahora llegar¨¢ a Espa?a entre octubre y noviembre para estrenar en varias ciudades la obra Master class, del autor estadounidense Terrence McNally. La pieza gira en torno a las lecciones de canto que dio Callas al final de su vida en Nueva York. En Master class se ve a una Callas a veces despiadada con los alumnos. ¡°Eso es parte de esta visi¨®n teatral, dram¨¢tica y din¨¢mica que le dio McNally. Pero ella trataba bastante bien a la gente, y ten¨ªa humor¡±, aclara la actriz.
En la entrada de su casa, hay un macet¨®n con una camelia blanca imponente. Se avanzan unos veinte pasos por un patio y de nuevo surge otro con una camelia roja. El sal¨®n donde nos recibe mide m¨¢s de cuatro metros de altura, las paredes est¨¢n forradas con la madera de un barco americano que ten¨ªa m¨¢s de 200 a?os cuando lo desguazaron. Hay cientos de libros, un cesto lleno de pi?as secas para alimentar la chimenea, una estatua de Buda y ning¨²n televisor. El sal¨®n da a un jard¨ªn con piscina.
En la estancia tan delicada se cuela, de forma inevitable, el ruido de alguna obra en Buenos Aires. Pero cuando acaba de posar, se sienta en un sill¨®n como una chiquilla, con las piernas cruzadas al estilo indio, comienza a hablar y ya no hay ruido que pueda competir con el contenido de su conversaci¨®n. Tiene 77 a?os y no dejan de brillarle los ojos cuando habla sobre teatro.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ es para usted una diva?
RESPUESTA. Cuando yo empec¨¦ el teatro, que empec¨¦ muy chiquita porque mis padres eran actores, diva se le llamaba a los muy grandes cantantes de ¨®pera. No se usaba para teatro ni para cine¡ ¡ªNorma Aleandro se queda unos segundos callada mirando al fondo, sonr¨ªe y replica¡ª. ?Por qu¨¦ me haces esa pregunta?
P. Muchos aficionados la ven a usted como una diva.
R. No me tomo tan en serio, por suerte, porque vivir¨ªa tristemente mi vida. He conocido y conozco gente con much¨ªsimo talento que de pronto no tuvo las posibilidades. O se le atrancaron los caminos en la vida y no pudo terminar de realizar lo que estaba haciendo. Esto no es una carrera, que todos salen a ver qui¨¦n llega primero. No me creo una diva, pero prefiero que me digan esas cosas a que me digan: ¡°Mir¨¢ que mala es¡±.
P. En Master class su personaje de Callas dice que en el teatro es importante todo, hasta el polvo del escenario.
R. Para ella son importantes todos los detalles: la luz, el vestuario, el peinado y el polvo del escenario. Y es verdad: llega a estar sucio el escenario, larga polvo, se te atraganta en la garganta y no pod¨¦s hablar o te da tos. O se arrodilla el rey y se levanta sucio. La artesan¨ªa, que es lo que yo hago, est¨¢ llena de detalles. No te puede parecer una cosa m¨¢s importante que la otra, sino que todas son importantes porque todas van armando eso que est¨¢s haciendo, que es complejo. Es complej¨ªsimo.
P. Tambi¨¦n dice su personaje que lo m¨¢s importante es el momento de la entrada en el escenario.
R. Ella dice que as¨ª como te presentas ante el p¨²blico es como te presentas en la vida. Y Callas le da el ejemplo a una alumna: ¡°Si un hombre entra a tu ba?o sin llamar, ese hombre es un cerdo. Y la vida entera demostrar¨¢ que es un cerdo¡±. La entrada es una manera de decir no ¡°aqu¨ª estoy¡±, sino ¡°c¨®mo soy¡±. Si entra un rey tiene que entrar un rey, no puede entrar un actor con un disfraz, con una peluquita. Tiene que entrar un rey. Puede ser bajito, enorme, puede tener barba, puede ser pelado, no importa. Pero tiene que ser un rey. ?C¨®mo lo es? Desde adentro, no hay otro lugar. No hay otro lugar para contar.
Callas tambi¨¦n dice cosas muy bellas en el discurso final: ¡°Cuanto m¨¢s envejezco menos s¨¦ de la vida, pero s¨¦ que lo que hacemos sirve¡±. El arte, est¨¢ hablando del arte. ¡°No se caer¨¢ el sol porque no haya m¨¢s Traviatas. El mundo seguir¨¢ girando, con o sin nosotros, pero hemos hecho de este mundo algo m¨¢s bello y m¨¢s sabio gracias al arte¡±. Es verdad, yo lo creo.
P. ?Qu¨¦ es para usted un buen actor?
R. A m¨ª lo que me interesa de un actor, como espectadora, es no ver al actor, ver al personaje. No darme cuenta ni c¨®mo lo hizo, ni qu¨¦ hizo, ni si se parece o no a ese personaje que estoy viendo. En ning¨²n momento ver al actor.
P. ?C¨®mo se consigue actuar cada noche sin que la rutina mate el talento?
R. Eso es lo m¨¢s dif¨ªcil de este hermoso oficio: hacer todas las noches ese inventito de interpretaci¨®n y que no sea repetir como un loro lo que hiciste la noche anterior. Si un pintor tuviera que pintar el mismo cuadro todas las noches a las nueve tendr¨ªa que empezar a encontrar much¨ªsimas cosas para poder hacerlo. Y eso es algo de lo que yo me preocupo much¨ªsimo y lo hablo con mis compa?eros profesionales. Es complicad¨ªsimo que no se arme rutina. Y estamos muy contentos con este elenco de Master class, que es maravilloso, porque hemos logrado mucho de eso. Nos salen funciones mejores que otras, o que nos gustan a nosotros m¨¢s que otras. Pero rutina, no.
P. ?C¨®mo lo han conseguido?
R. Yo les propongo a los actores no torcer el rumbo, pero no caminar el mismo pasto. Y tiene que ser algo tan cuidadoso, que no termines tocando otra melod¨ªa. Pero s¨ª que te sorprenda m¨ªnimamente. Y, sobre todo, no perder nunca algo que en el teatro es tan imprescindible como en la vida: escuchar al otro. Y otra cosa muy compleja: incorporar todo lo que tiene el teatro, desde el maquinista entre bastidores, al telar de arriba, a la luz que ten¨¦s ah¨ª, al compa?ero que est¨¢ por entrar, al p¨²blico que est¨¢ sentado ah¨ª y a la se?ora que se mueve por all¨¢. Todo hay que incorporarlo como parte de la actuaci¨®n. Si lo pon¨¦s afuera te pelea en contra. El p¨²blico te ayuda mucho, tira tu energ¨ªa, est¨¢ trabajando como est¨¢s trabajando vos.
P. ?Recuerda alguna clase magistral que haya recibido usted?
R. Yo hab¨ªa visto en Jap¨®n el kabuki; y una cosa es leer sobre el kabuki y otra cosa es entrar a la sala y ver kabuki. La primera vez que entr¨¢s, lo primero con que te sorprend¨¦s es que no terminen de apagar la luz de la platea. Todo eso yo lo sab¨ªa, pero cuando me sent¨¦ y empezaron a recitar as¨ª, que no entend¨ªa nada, yo dije: ¡°Estoy dos minutos y me voy¡±. Pero hab¨ªan pasado seis horas y no me quer¨ªa ir. Impresionaba ver aparecer a un hombre viejo muy maquillado flotando como una geisha. De pronto ese viejito era una mujer sin lugar a dudas. Se ve¨ªa el trabajo que hab¨ªa detr¨¢s de siglos. Fui bastantes veces al kabuki. Pero una vez que estaba en un festival en Caracas fuimos a ver a la ¨²nica compa?¨ªa de kabuki que sale fuera de Jap¨®n. Daban una clase magistral. El cabeza de la compa?¨ªa, que era el que hac¨ªa el papel de mujer, entraba con un pantaloncito negro pegado al cuerpo, con el torso desnudo. Y daba pena porque era muy viejo, muy flaco, con toda la cara arrugada¡ ?l nos contaba por qu¨¦ cada personaje se maquillaba con determinado color. Hasta que el viejo tambi¨¦n se arrodillaba y se empezaba a poner la pintura blanca en la cara. Y se pintaba las cejas y la boca. Luego tra¨ªan los servidores de escena una peluca enorme, negra, llena de ganchos y de flores, y se la pon¨ªan. Y le pon¨ªan una bata, y se la abrochaban atr¨¢s, y otras batas. Y luego un kimono, de un color y de otro, y ve¨ªas c¨®mo los enrollaban por dentro de tal forma para soltarlos despu¨¦s en escena. Y cuando se levantaba solo ve¨ªas a una joven que luchaba por su amor. Me sirvi¨® mucho, porque uno siempre dice: ¡°?Cu¨¢l es la magia en el escenario, qu¨¦ magia ten¨¦s que lograr?¡±. Los viejos magos dec¨ªan: ¡°No pod¨¦s sacar un conejo de la galera si no pones un conejo antes en la galera¡±. Y aqu¨ª eso es muy cierto. O
Master class. De Terrence McNally. Direcci¨®n: Agust¨ªn Alezzo. Int¨¦rpretes: Norma Aleandro, Carolina G¨®mez, Lucila Gandolfo, Marcelo G¨®mez. Teatros del Canal. Madrid. Del 9 al 27 de octubre.
Babelia
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