Las doce mentiras
El dilema no est¨¢ entre m¨²sica digital y discos f¨ªsicos; ambos soportes van a convivir largo tiempo
El mes pasado, Digital Music News, el bolet¨ªn online californiano, publicaba un art¨ªculo que rebat¨ªa las principales falacias que circulan sobre la m¨²sica en la era de Internet. Me he permitido sintetizar y adaptar ese listado, eliminando los apartados m¨¢s localistas.
La buena m¨²sica siempre encuentra su p¨²blico. Un mantra que repiten incluso los que venden la m¨²sica m¨¢s infame. Deben relegarlo al mismo caj¨®n de mitos que ¡°los ni?os vienen de Par¨ªs¡± o ¡°el crimen se paga¡±.
Un artista puede vivir explotando su nicho. Deriva de la teor¨ªa de ¡°la larga cola¡±. Simplificando: tiendas de stock infinito, como iTunes o Amazon, permiten la supervivencia de propuestas minoritarias. Resulta tentador depositar la fe en ese principio pero las cifras son tozudas: ¡°Est¨¢ bien contar con la larga cola pero, si no tienes producto en la cabeza, ese 20% de productos m¨¢s demandados, lo pasar¨¢s mal¡±.
El hundimiento de las multis facilita la emergencia de propuestas frescas. Recuerden: MySpace iba a permitirnos puentear a los gigantes de la m¨²sica. Sin embargo, hoy sufrimos un atasco de millones de grabaciones caseras que nunca han amenazado la hegemon¨ªa de las multis.
Morir¨¢n las grandes compa?¨ªas. Gozosa unanimidad: todos, incluyendo sus antiguos empleados, se apuntaban para martillear el ¨²ltimo clavo en los ata¨²des de Sony, Warner, Universal o EMI. Pero solo EMI falleci¨®. Aunque debilitadas, las majors conservan las doradas reservas de sus inmensos cat¨¢logos y el know how para vender m¨²sica de gran consumo.
Los formatos digitales son m¨¢s rentables y los soportes f¨ªsicos desaparecer¨¢n. Ya, ya. Pero nunca nos explicaron los motivos de que iTunes tardara tantos a?os en dar beneficios. Y los pa¨ªses que mejor soportan la crisis discogr¨¢fica ¡ªJap¨®n, Alemania¡ª mantienen robustos mercados de compactos y elep¨¦s. No es ¡°uno u otro¡±; la escurridiza realidad suele inclinarse por ¡°uno y otro¡±.
El modus vivendi de los m¨²sicos est¨¢ en las giras. Era la oferta que no pod¨ªas rechazar: ¡°Regala tu m¨²sica ¡ªte la vamos a quitar de todos modos¡ª y grandes multitudes acudir¨¢n a tus conciertos¡±. Hoy vemos grupos que act¨²an en ac¨²stico, solistas que se presentan sin banda, artistas que tocan de Pascuas a Ramos. Las ¡°grandes multitudes¡± est¨¢n en sus casas, viendo el partido de la jornada.
Est¨¢ emergiendo la ¡°clase media¡± de los artistas. No usar¨¢n limusinas ni hoteles lujosos pero ganar¨¢n lo bastante para financiar su creatividad, pagar la hipoteca y alimentar a su familia. La teor¨ªa se ha transmutado en el agobiado artista a tiempo parcial, que hace m¨²sica por las tardes o los fines de semana.
Spotify es la soluci¨®n. Eso creen artistas a los que machacan con ¡°el futuro est¨¢ en el streaming¡±. Hasta que les llega el cheque por el uso de su m¨²sica y es calderilla. Nadie duda de las ventajas de Spotify pero todav¨ªa debe demostrar que estamos ante un modelo econ¨®micamente viable: desde su fundaci¨®n, cada a?o pierde cantidades monstruosas.
Google y YouTube son tus aliados. Nos aseguran: ¡°Te damos difusi¨®n¡±. En realidad, sus usuarios somos proveedores de contenidos y p¨²blico cautivo. Su inter¨¦s por la m¨²sica es dudoso: YouTube tiene filtros para eliminar el porno pero no hay un mecanismo autom¨¢tico similar para borrar m¨²sicas que ¡ªcon las leyes en la mano¡ª no hayan sido subidas por sus leg¨ªtimos propietarios. Malo para los profesionales, bueno para los espectadores curiosos.
El negocio est¨¢ en las camisetas, est¨²pido. No sacar¨¢s dinero de tus grabaciones, apenas cubrir¨¢s gastos con el cach¨¦ de tu concierto: la pasta est¨¢ en el merchandising. La verdad: a no ser que triunfes a lo grande o tengas un culto alrededor de tu proyecto, consid¨¦ralo una limosna.
Me hago cargo: ofrecer esta lista parece un ejercicio deprimente. Un regodeo en la miseria. Pero nadie tiene aqu¨ª soluciones milagrosas y el primer paso consiste en desmontar los espejismos, las piruletas con las que nos tienen enga?ados.
Babelia
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