Juan Linz y el secesionismo
El soci¨®logo advirti¨® que en Espa?a habr¨ªa graves problemas siempre que hubiera espa?oles deseosos de dejar de serlo
Mi ¨²ltimo encuentro con Juan Linz, fallecido la semana pasada, fue hace doce a?os, en Ronda, en un curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, que dirig¨ªa Eduardo Sotillos en julio de 2001. Era uno de los muchos cursos que todav¨ªa entonces se programaban sobre la Transici¨®n. Nos encontr¨¢bamos all¨ª como ponentes Charles Powell, Gabriel Cisneros, Eduardo Haro Tecglen, Pedro Altares y algunos m¨¢s.
En aquella ocasi¨®n, Juan nos habl¨® de sus trabajos en Yale y, entre otros temas, de su colaboraci¨®n con el profesor Alfred Stepan en la investigaci¨®n de las relaciones de los ej¨¦rcitos con la sociedad civil, uno de sus grandes temas en el estudio de los reg¨ªmenes que ¨¦l defin¨ªa como ¡°autoritarios¡±, y que distingu¨ªa de los que consideraba propiamente ¡°totalitarios¡±.
Inevitablemente, tambi¨¦n se suscitaron temas y problemas todav¨ªa subsistentes en nuestra sociedad. Y, entre otros, surgi¨® la cuesti¨®n de las tensiones secesionistas. En un momento dado, Juan pronunci¨® una frase que me impact¨®: ¡°En Espa?a¡±, afirm¨®, ¡°tendremos graves problemas siempre que haya espa?oles deseosos de dejar de serlo¡±. Confieso que entonces me pareci¨® una frase redonda, impactante, efectista, pero relativamente exagerada y subjetiva.
Sin embargo, a lo largo de estos ¨²ltimos a?os, los acontecimientos me han tra¨ªdo mil veces a la memoria aquella rotunda frase de Juan, que ha ido revel¨¢ndose progresivamente como una constataci¨®n acertad¨ªsima, propia de la inteligencia penetrante de un riguroso cient¨ªfico social.
Desde entonces, en todos estos a?os, record¨¦ gratamente aquel encuentro, y tambi¨¦n otras horas, pasadas con Juan tiempo atr¨¢s, incluida una comida anterior en su casa de Madrid, con su esposa Roc¨ªo y su ancian¨ªsima madre, cercana entonces a los cien. Pero, sobre todo, una y otra vez, los hechos pol¨ªticos han hecho acudir a mi memoria aquel grave diagn¨®stico, aquella frase lapidaria del inolvidable profesor, que, lejos de resultar exagerada y efectista, se ha ido ratificando como absolutamente cierta, insospechadamente exacta, siniestramente ajustada a la realidad.
Prudencio Garc¨ªa es profesor del Instituto Universitario Guti¨¦rrez Mellado de la UNED.
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