El lenguaje de la naturaleza
El debate sobre la ciencia en espa?ol versa sobre c¨®mo traducir los neologismos del ingl¨¦s
1. En cierta ocasi¨®n un espont¨¢neo, uno de esos visitantes a los que nadie ha citado, entr¨® en el despacho de un conocido f¨ªsico y escritor al que llamaremos Swedenborg.
¡°Se?or Swedenborg¡±, le dijo, ¡°he desarrollado una teor¨ªa de la gravedad, el espacio y el tiempo que contradice a la relatividad general de Einstein¡±. Para apoyar su afirmaci¨®n el espont¨¢neo dej¨® caer sobre la mesa de Swedenblorg un manuscrito de 500 p¨¢ginas que hizo un ruido de los demonios.
¡°Su teor¨ªa es falsa¡±, dijo Swedenborg en cuanto se hubo apagado el eco de las 500 p¨¢ginas al golpear sobre la caoba.
¡°?Pero c¨®mo?¡±, protest¨® el espont¨¢neo, ¡°?c¨®mo puede usted decir que es falsa sin haberla ni le¨ªdo?¡±.
¡°Porque la relatividad general de Einstein cabe en media cuartilla, se?or m¨ªo¡±, le respondi¨® Swedenborg.
El lector se preguntar¨¢ qu¨¦ tiene que ver esto con la ling¨¹¨ªstica. El lector, haciendo honor a su nombre, tendr¨¢ que seguir leyendo.
2. El profesor Michael Ashburner, de la Universidad de Cambridge, es uno de esos cient¨ªficos obsesionados por el nombre de las cosas. Con los proyectos genoma en marcha desde hace 10 o 15 a?os, la proliferaci¨®n de mol¨¦culas de inter¨¦s biol¨®gico ¡ªprote¨ªnas, genes, metabolitos¡ª se ha hecho peor que las de las setas que atorment¨® a Linneo, y Ashburner, como ya hab¨ªa hecho exitosamente con otros retos planteados por la prolijidad de la naturaleza, quiso celebrar un congreso internacional para discutir de la nomenclatura est¨¢ndar, de la nueva artesan¨ªa de nombrar a las cosas que exig¨ªa la t¨¦cnica moderna. El premio Nobel Sydney Brenner inactiv¨® la iniciativa de Ashburner con una l¨¢pida de las suyas: ¡°La nomenclatura de la naturaleza son las interacciones entre mol¨¦culas¡±. Puedes llamar como quieras a A, T, G y C (las cuatro bases o letras con que se escribe el ADN), pero al final A solo se aparea con T, y G solo se aparea con C. Afinidades selectivas: el lenguaje de las cosas, o al menos de las cosas bioqu¨ªmicas.
El lector se preguntar¨¢ qu¨¦ tiene que ver esto con el papel de la lengua espa?ola en la ciencia; pero el lector, volviendo a hacer honor a su nombre, tendr¨¢ que seguir leyendo una vez m¨¢s.
3. La idea de que la naturaleza habla en el lenguaje de las matem¨¢ticas es de Galileo. Los griegos hab¨ªan desarrollado las matem¨¢ticas siglos antes, pero las consideraban como una forma de pensamiento puro, en contraste con la sucia ambig¨¹edad del mundo real. Fue Galileo quien se dio cuenta de todo lo contrario, de que las matem¨¢ticas, con toda su simplicidad y su pureza, eran quienes capturaban verdaderamente el mundo, sus razones y sus mecanismos y su modo elegante de generar los procesos y esconder la mano que los dirige. Fue Galileo quien entendi¨® el lenguaje en el que habla la naturaleza: la ecuaci¨®n, la simplicidad, la elegancia.
4. Newton, el pensador brit¨¢nico que fund¨® la ciencia moderna siguiendo la receta de Galileo y Kepler, no escribi¨® su obra capital en ingl¨¦s, sino en lat¨ªn. Era la lingua franca en que se entend¨ªan los fil¨®sofos naturales de la ¨¦poca. Hoy es el ingl¨¦s, no tanto debido a Newton como al liderazgo estadounidense en la materia desde principios del siglo XX. A finales del XIX no hab¨ªa cient¨ªfico en Europa que no supiera leer alem¨¢n, pero en los a?os diez y veinte del pasado siglo Thomas Hunt Morgan y su nueva gen¨¦tica con la mosca Drosophila melanogaster convirtieron el ingl¨¦s en la lingua franca de la ciencia, y en esa situaci¨®n seguimos.
5. Por criterios estrechamente demogr¨¢ficos o estad¨ªsticos, el chino podr¨ªa emerger en el siglo XXI como la nueva lengua com¨²n de cient¨ªficos y tecn¨®logos. No es descartable. Pero de momento cualquier cient¨ªfico del planeta tiene que dominar el ingl¨¦s, tanto como tiene que saber matem¨¢ticas, f¨ªsica, qu¨ªmica o biolog¨ªa. Hoy por hoy, la ciencia es en ingl¨¦s, y esa es la lingua franca en que todo cient¨ªfico tiene que leer y escribir. Esto es bueno para todos: nadie quiere que los chinos empiecen a publicar su ciencia en chino en las pr¨®ximas d¨¦cadas, ?no? Pues ah¨ª est¨¢. La naturaleza habla en matem¨¢ticas o en interacciones moleculares; y los estudiosos de la naturaleza hablan en ingl¨¦s. ?Ciencia en espa?ol? No hay. Redondeando un poco.
6. La mayor parte del debate ling¨¹¨ªstico sobre la ciencia en espa?ol versa sobre c¨®mo traducir correctamente los neologismos que surgen continuamente en la literatura t¨¦cnica. Cuando llega la traducci¨®n, sin embargo, hace tiempo que ya est¨¢ asentado el anglicismo original, o alguna versi¨®n en ingl¨¦s tuneado que haya triunfado en la calle. Los acad¨¦micos, por ejemplo, hicieron un magn¨ªfico trabajo al proponer sus traducciones de hardware y software ¡ªsoporte f¨ªsico y soporte l¨®gico¡ª, pero llegaron tarde para persuadir a los periodistas y a la poblaci¨®n de que las adoptaran.
Sin embargo eran muy buenas traducciones. ?Sabe por qu¨¦ el lector? Porque iban directas al fondo de la cuesti¨®n. Porque eran ecuaciones que habr¨ªan funcionado tambi¨¦n en cualquier otro lenguaje.
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