La Viena de fin de siglo se ¡®retrata¡¯ en Londres
La National Gallery evoca en 80 obras la ¨¦poca previa a la Primera Guerra Mundial
Ria Munk ten¨ªa solo 24 a?os cuando en 1911 se suicid¨® de un balazo en el coraz¨®n. Su familia, jud¨ªa y poderosa, encarg¨® a Gustav Klimt tres retratos de la desdichada Ria. En uno, aparece en el lecho de muerte. Tumbada y rodeada de flores, a¨²n resulta, m¨¢s de un siglo despu¨¦s, la viva encarnaci¨®n de la sensualidad. En el otro, Ria contempla con l¨¢nguido desd¨¦n al espectador en un ¨®leo cargado de variadas simbolog¨ªas modernistas. Adem¨¢s de servir de testimonio del tr¨¢gico paso de la muchacha por este mundo, el conjunto resulta un fenomenal resumen del poder del retrato para atrapar la clase de contradicciones del siglo XX que hicieron de Viena, entonces capital del imperio austro-h¨²ngaro, no solo el centro del mundo sino el lugar de los m¨¢s terribles presentimientos fratricidas, que desembocaron en dos guerras mundiales. De estos y otros misterios se ocupa en la National Gallery de Londres la exposici¨®n Frente a la modernidad: el retrato en la Viena de 1900.
Aquella fue en aquel tiempo una ciudad entregada a la cultura, tal como la describi¨® Stefan Zweig en sus memorias, El mundo de ayer. Un centro experimental para las nuevas concepciones del arte, la m¨²sica, el dise?o y la arquitectura m¨¢s innovadores. Los nombres de Freud, Musil, Broch, Kraus, Wittgenstein, Dvorak o Mahler se fundieron en un abrazo irrepetible con los Loos, Klimt, Schiele o Kokoschka para firmar una de las m¨¢s brillantes p¨¢ginas de la cultura europea.
Y dentro de ese maelstrom creativo, el g¨¦nero del retrato sufri¨® una radical transformaci¨®n. Los pr¨®speros burgueses y las ya preeminentes clases medias no reparaban en gastos para resultar inmortalizados y, lo que es a¨²n m¨¢s excepcional, mantuvieron una actitud abierta ante el af¨¢n experimentador de los artistas. A esa confianza mutua est¨¢ consagrada la muestra, que junta alrededor de 80 obras procedentes de colecciones europeas y de EE UU, y para la que la National Gallery ha movido una de sus obras m¨¢s emblem¨¢ticas: Retrato de Hermine Gallia, pintado por Gustav Klimt en 1904.
La muestra alberga valiosas pinturas de colecciones de Europa y EE UU
Gemma Blackshaw, catedr¨¢tica en la Universidad de Plymouth, ha organizado el recorrido en cap¨ªtulos que funcionan como barrios mentales de aquella Viena. Solo de una sociedad multicultural como la de esos a?os pudo salir una concentraci¨®n de talento como la expuesta. ¡°Tenemos aqu¨ª los rostros de esas clases medias y altas que protagonizaron la historia¡±, explicaba esta semana en el museo con vehemencia, para a?adir: ¡°Los descubrimientos de Freud que convulsionaron entonces la sociedad, tambi¨¦n influyeron en el g¨¦nero del autorretrato¡±.
La primera sala est¨¢ dedicada a los antiguos vieneses a partir del recuerdo de la muestra celebrada en 1905 en la galer¨ªa Miethke. La importancia de los retratados se adivina en los detalles. A veces bastaba con los destellos de las joyas (como en Retrato de mujer de negro, obra de Klimt, hacia 1894). En otras ocasiones, el mensaje viajaba a bordo de la suntuosidad del mobiliario.
El concepto de familia y su influencia en la formaci¨®n del individuo, trastocados uno y otra por las novedades del psicoan¨¢lisis, dan como resultado obras tan inquietantes como La familia (autorretrato) de Schiele (1918). Prestado por el Belvedere, este ¨®leo podr¨ªa servir de mausoleo para enterrar la idea de la familia, una instituci¨®n que empezaba a ser atacada de frente.
Cap¨ªtulo aparte merece la porci¨®n dedicada a los retratos inacabados. En algunos casos, todo se debi¨® a desacuerdos entre artista y cliente. Pero no siempre fue as¨ª. Es el caso de Amalia Zucherkandl, retratada por Klimt entre 1917 y 1918 antes de convertirse al juda¨ªsmo. Las sesiones quedaron interrumpidas por el estallido de la I Guerra Mundial. El artista muri¨® en 1918. De ella sabemos que en 1942 fue enviada a un campo de exterminio. El retrato inacabado de Gustav Klimt la muestra envuelta en una bella mirada azul, con los hombros al aire; el artista no lleg¨® a tiempo de pintar el vestido. Peque?os trazos parecen indicar que el trabajo est¨¢ a medias. ¡°O puede que no, explica la comisaria. Nunca lo sabremos¡±.
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