Empat¨ªa con el mal rollo

A pesar de que su tercio final resultaba algo cargante, tedioso y no demasiado terror¨ªfico, Insidious se convirti¨® hace dos a?os en la mejor pel¨ªcula del g¨¦nero de la temporada gracias, entre otras cosas, a una eficac¨ªsima apoteosis del mal rollo en el que se daban la mano las pel¨ªculas cl¨¢sicas de fantasmas y casas encantadas, y un cierto toque casi social instalado en la visi¨®n continua de un cr¨ªo enfermo, en coma, rodeado de cables y m¨¢quinas m¨¦dicas. Por si fuera poco, semejante mezcla, no apta para padres primerizos, se hac¨ªa acompa?ar de forma colateral de una sabia utilizaci¨®n del bicho raro como concepto c¨®mplice, casi como gui?o cin¨¦filo para fan¨¢ticos, en el que se pod¨ªan identificar con una imposible pareja de especialistas en espiritismo reci¨¦n salida de una pel¨ªcula de y para cafres sin complejos.

Tras su ¨¦xito, la segunda parte estaba cantada y en Insidious: cap¨ªtulo 2 su director, James Wan, se las arregla para conformar una pel¨ªcula que es, al mismo tiempo, secuela inmediata del desenlace de la original, y precuela en una doble vertiente: primera, del personaje del padre, con el que adem¨¢s saca partido al evidente lado oscuro de un int¨¦rprete de inquietante atractivo f¨ªsico como Patrick Wilson; y segunda, del rol de la apacible m¨¦dium que ayudaba a la familia protagonista. Despu¨¦s del triunfo de la primera entrega, de su siguiente trabajo, Expediente Warren, y sobre todo por haber revolucionado el g¨¦nero con Saw y lo que posteriormente se dio en llamar torture porn, da la impresi¨®n de que Wan parece libre de hacer lo que le venga en gana. As¨ª, casi sin tomarse nada en serio, y hace bien, articula una primera media hora donde se produce una elegante estilizaci¨®n de la nada, y una desbocada segunda mitad en la que confusi¨®n sexual y travestismo igual sirven para provocar miedo que para provocar la carcajada.