Bu?uel de carne y hueso
El ¨²nico libro sobre su obra que interesaba al cineasta era el que Max Aub dej¨® in¨¦dito al morir Ahora se edita un volumen con los textos y grabaciones que sirvieron de base a esa obra m¨ªtica.
El autor de Un perro andaluz alardeaba de indiferencia respecto a lo que se escrib¨ªa sobre ¨¦l. Con una excepci¨®n: Luis Bu?uel, novela. Un encargo hecho a Max Aub en 1967 por editorial Aguilar, truncado en 1972 por la muerte del escritor.
Puedo dar fe del recelo y curiosidad del cineasta ante aquel proyecto. En junio de 1980, tras medio mes de estancia en su casa de M¨¦xico, me desped¨ª de ¨¦l antes de regresar a Espa?a. Y al preguntarle si ten¨ªa alg¨²n encargo me pidi¨® que averiguara el paradero del original.
Gracias a Federico Alv¨¢rez, yerno de Aub y director en Madrid del Fondo de Cultura Econ¨®mica, tuve acceso a aquel c¨²mulo de documentos, notas y cintas magnetof¨®nicas. El material, ordenado en m¨¢s de un centenar de carpetas, sobrepasaba las cinco mil hojas, que servir¨ªan de base al volumen de 561 p¨¢ginas que en 1985 edit¨® en Aguilar bajo el t¨ªtulo Conversaciones con Bu?uel. Todav¨ªa sigue siendo una de las mejores fuentes de informaci¨®n sobre el realizador.
Max Aub, que hab¨ªa colaborado con Bu?uel en ¡®Los olvidados¡¯, se desespera mientras prepara la biograf¨ªa porque no encuentra ni un solo cura que hable mal de ¨¦l
Pero ?y el proyecto original, Luis Bu?uel, novela? Este ¨²ltimo t¨¦rmino,aplicado a un personaje de carne y hueso, se lo inspir¨® un libro de Louis Aragon, Henri Matisse, roman. Aunque modelos propios no le faltaban. En carta al cineasta, Aub defin¨ªa su proyecto como una especie de "Jusep Torres Campalans de nuestra generaci¨®n". Es decir que, junto a este ap¨®crifo suyo y Vida y obra de Luis ?lvarez Petre?a, el dedicado al director habr¨ªa completado un tr¨ªptico biogr¨¢fico sobre las vanguardias. Y supon¨ªa la reincidencia en un formato lib¨¦rrimo, donde en lugar de integrar los ingredientes novel¨ªsticos (documentaci¨®n ambiental, personajes, opiniones¡), se iban a ofrecer ¨Ccomo dir¨ªamos hoy-- deconstruidos e interactivos.
Llama la atenci¨®n que, a la hora de su balance sobre el vanguardismo, Aub comenzara situando el epicentro en un pintor cubista como Picasso --eso ven¨ªa a ser en 1958 su Campalans-- y terminase recurriendo a un cineasta surrealista como Bu?uel. Lo cual le permit¨ªa retratar el siglo veinte, cuyos exponentes m¨¢s caracter¨ªsticos habr¨ªan sido el jazz y el cine.
Tales querencias f¨ªlmicas supon¨ªan un trasunto de su propia experiencia vital. Adem¨¢s de profesor en la Escuela de Cine de M¨¦xico, hab¨ªa colaborado en obras como Sierra de Teruel (L¡¯Espoir) de Andr¨¦ Malraux y Los olvidados de Bu?uel. Y se han rodado casi una treintena de pel¨ªculas sobre argumentos o guiones suyos.
Sin embargo, el realizador aragon¨¦s no iba a resultar presa f¨¢cil de cobrar. Aub se desespera al no encontrar ni un solo cura que hable mal del cineasta. Comprueba, consternado, que Bu?uel conoce una inacabable recua de cl¨¦rigos a lo largo y ancho del mundo, con los que puede pasarse horas hablando de teolog¨ªa y que, a la hora de la verdad, constituyen su m¨¢s s¨®lida red de apoyo, junto a los comunistas. Por primera vez ha recurrido al magnetof¨®n, aun sabiendo que no garantiza mayor veracidad. Sabe de las limitaciones de cualquier novela al desentra?ar el hond¨®n ¨²ltimo de la realidad, ya sea el Quijote o El laberinto m¨¢gico. De manera que decide proporcionar al lector las distintas versiones. No para que escoja, sino para que las tenga todas por ciertas.
En venganza por el libro el cineasta le reserv¨® al escritor un papel de asesino en ¡®El discreto encanto de la burgues¨ªa¡¯, pero Aub muri¨® mientras se rodaba la pel¨ªcula
Viendo que el libro parece inevitable, y cur¨¢ndose en salud, el realizador trama una significativa revancha en El discreto encanto de la burgues¨ªa, que se dispone a filmar en 1972. En ella hay un jardinero moribundo que pide confesi¨®n. Acude un obispo y el agonizante le cuenta que muchos a?os atr¨¢s envenen¨® a sus amos, que resultan ser los padres del prelado. Este lo escucha, lo absuelve muy cristianamente y, a rengl¨®n seguido, agarra una escopeta y lo deja seco. Pues bien, el director hab¨ªa asignado a Max Aub el papel del asesinado asesino moribundo. El escritor no pudo interpretarlo. Muri¨® mientras se rodaba la pel¨ªcula.
Un Bu?uel de cuerpo entero se encontraba al final de la novela en la que deber¨ªan haber desembocado tantos esfuerzos. Pero el intento qued¨® inconcluso. Y a partir de ah¨ª s¨®lo caben reconstrucciones.
La que ahora presenta Carmen Peire s¨®lo coincide parcialmente con la prologada por Federico Alv¨¢rez. En otros aspectos es bien distinta. Sigue, seg¨²n sus propias palabras, el esquema de uno de los manuscritos de Aub. Y con ese criterio se rescatan y editan los archivos denominados ¡°pr¨®logos¡±, los catalogados como ¡°biograf¨ªa¡± y los que recogen las opiniones de Bu?uel sobre la religi¨®n, el cine o la pol¨ªtica. A ello se suman las del escritor acerca de las vanguardias art¨ªsticas. Y sobre ese bastidor se han entretejido las conversaciones entre el novelista y el director, transcritas de sus grabaciones magnetof¨®nicas. No todas, sino las encontradas en la Fundaci¨®n Max Aub de Segorbe, que se ofrecen en DVD. El resto, al parecer, se ha perdido.
Es una presentaci¨®n m¨¢s adecuada a los prop¨®sitos del escritor, especialmente en la Segunda Parte, ensay¨ªstica. Cierto que Aub arrastra algunos errores, como fechar sistem¨¢ticamente Un perro andaluz en 1928 (en compensaci¨®n, es el primero en datar Las Hurdes correctamente, en 1933). Otros son de tanto bulto que ha de tratarse de lapsus, como la nula apreciaci¨®n de influencias del ultra¨ªsmo en la promoci¨®n de Lorca, que no se corresponde con los hechos. Discutibles resultan sus opiniones sobre Dal¨ª. Y su apuesta por la lectura manierista de modernismos y vanguardias quiz¨¢ desti?a en exceso sobre el surrealismo.
Aub conoce de primera mano el proceso cultural internacional e hispano, de modo que no se deja engatusar por artificios como la famosa Generaci¨®n del 27
Pero en todo momento sabe muy bien de lo que habla y sus juicios siempre son atendibles. Es consciente de que las ¨¦pocas no se suceden, sino que se encabalgan, y que en la suya el arte deriv¨® en una aventura de la met¨¢fora. Sus p¨¢ginas rayan a menudo a gran altura. Conoce de primera mano el proceso cultural internacional e hispano, de modo que no se deja engatusar por artificios contables como la famosa Generaci¨®n del 27. Antes bien, restablece un trenzado de tendencias mucho m¨¢s fluido y cre¨ªble, donde los regeneracionistas, bohemios, anarquistas y ultra¨ªstas se entremeten con literatos mucho m¨¢s de atril y cartapacio.
Con respecto al cineasta, esta edici¨®n facilita un acceso ordenado a sus vivencias, pel¨ªculas y tem¨¢ticas, incluido un ¨ªndice onom¨¢stico del que carec¨ªa la de Aguilar en 1985.
Todo lo cual marca las diferencias entre ambos libros. El presentado por Federico Alv¨¢rez consist¨ªa ¨Cb¨¢sicamente¡ª en la transcripci¨®n de las tres tandas de conversaciones de Aub con Bu?uel, seguidas de las cuarenta y cinco mantenidas con su entorno de familiares, amigos y colaboradores (aunque faltaban algunos tan importantes como Luis Alcoriza, Jean-Claude Carri¨¨re y Pep¨ªn Bello, los tres entrevistados por el novelista). Mientras que la edici¨®n de Carmen Peire atiende, de modo preferente, a la reconstrucci¨®n del proyecto original, la obra p¨®stuma de un gran escritor y testigo del siglo XX.
Con ello, el lector se va a encontrar en lo sucesivo ante una tesitura enriquecida, pero complicada. Por un lado, ahora se le ofrecen materiales ausentes de las Conversaciones de 1985. Por otro, no aparecen en ¨¦l las entrevistas con los allegados al cineasta, 360 p¨¢ginas de gran valor testimonial, acrecentado por el fallecimiento de la mayor¨ªa de ellos. Los interesados en Bu?uel preferir¨¢n el primero; los que rastreen a Aub, el segundo. Ambos resultan imprescindibles para quienes deseen completar el rompecabezas o recorrer el m¨¢ximo trecho del laberinto.
Luis Bu?uel, novela. Max Aub. Edici¨®n de Carmen Peire. Cuadernos del Vig¨ªa. Granada, 2013. 604 p¨¢ginas + DVD audio (101 minutos). 45 euros. Se publica la semana que viene.
Agust¨ªn S¨¢nchez Vidal es catedr¨¢tico de Historia del Cine en la Universidad de Zaragoza y autor de ensayos como Bu?uel, Lorca, Dal¨ª: el enigma sin fin (Planeta) o Luis Bu?uel (C¨¢tedra). Tambi¨¦n colabora en el volumen La Espa?a de ¡®Viridiana¡¯, coordinado por Amparo Mart¨ªnez Herranz y de inminente publicaci¨®n en las Prensas Universitarias de Zaragoza. Escribi¨® junto a Carlos Saura el guion de la pel¨ªcula Bu?uel y la mesa del rey Salom¨®n (2001).
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