¡°Disfruto mucho del silencio¡±
A los 82 a?os, Alfred Brendel, pianista y escritor austriaco, visita Espa?a Presenta el libro ¡®De la A a la Z del pianista¡¯ y charla con sus seguidores. En esta entrevista exclusiva, en el AVE Barcelona-Madrid, ofrece su visi¨®n de la m¨²sica... y la vida
Podr¨ªa decirse que Alfred Brendel (Weisenberg, Moravia, 1931), una de las grandes leyendas del piano, vive liberado tras abandonar los escenarios en 2008. Escribe, pasea, ve pel¨ªculas, lee dos peri¨®dicos al d¨ªa y hasta se olvida del tiempo. El que reg¨ªa su m¨²sica. Y el de los relojes. La entrevista era a las 11.00 en Barcelona, donde present¨® el lunes su nuevo libro, De la A a la Z de un pianista (Acantilado), un exquisito diccionario con sus impresiones sobre la m¨²sica. Pero no apareci¨®. En lugar de someterse a las preguntas de una de las escas¨ªsimas entrevistas que concede, se va a visitar el MNAC, templo del rom¨¢nico que tanto le apasiona. Al cabo de una hora y media llega aparentemente compungido. ¡°Lo siento much¨ªsimo, cr¨¦ame. V¨¦ngase conmigo en el tren y lo resolvemos¡±.
Dos horas despu¨¦s, aparece en la estaci¨®n de Sants acompa?ado de su editor, Jaume Vallcorba, que le despide camino a Madrid, donde hoy ofrecer¨¢ una conferencia sobre el sentido del humor en la m¨²sica (19.30 Auditorio Nacional). Ya en su asiento, se coloca un aud¨ªfono y pide sentarse a la derecha para poder escuchar con la claridad que le ha robado la vida a su o¨ªdo derecho.
Pregunta. Usted ha tenido dos grandes profesiones: escritor e int¨¦rprete. Ambas requieren una cierta soledad. ?C¨®mo la ha llevado?
Respuesta. Nunca me he sentido solo. No era antisocial ni social. Tampoco gregario, no necesito compa?¨ªa todo el tiempo. Pero estoy bien conmigo mismo, especialmente ahora que no oigo como antes. Y honestamente, disfruto mucho del silencio.
No me arrepiento ni un momento de haber dejado el instrumento
P. ?M¨¢s que antes?
R. Soy m¨¢s consciente del silencio y de sus beneficios. As¨ª como de lo importante que era para mi identidad poder o¨ªr. Al descubrir que esa parte ya no era completa, sent¨ª que me hab¨ªa perdido a m¨ª mismo. Ahora eso se ha corregido hasta cierto punto y, al menos, interpreto un papel.
P. ?No escucha m¨²sica ni va a conciertos?
R. Pr¨¢cticamente, no. Pero puedo escribir, dar conferencias, lecturas de mi poes¨ªa y hacer masterclasses para cuartetos de cuerda. Oigo mejor este tipo de instrumentos que el sonido del piano.
P. En ese silencio en el que ha aprendido a vivir, la m¨²sica le seguir¨¢ asaltando la cabeza.
R. No mientras escribo. Pero s¨ª viene durante la noche o por la tarde. A veces incluso oigo piezas que he tocado en el pasado y que intento mejorar mentalmente¡ la interpretaci¨®n, claro.
P. ?No se le van los dedos cuando sucede?
R. Mis manos, sobre todo la derecha, se mueven constantemente cuando estoy en la mesa. Eso no puedo pararlo. Pero en la pr¨¢ctica ya no toco.
P. ?Nada? ?No estudia de vez en cuando en casa?
R. No. A veces toco algunos ejemplos en mis conferencias. Pero la mayor¨ªa de la m¨²sica viene de los altavoces.
P. ?No echa de menos la relaci¨®n con el p¨²blico?
R. Tuve una buena relaci¨®n, pero no era un adicto al p¨²blico o al escenario. Antes de retirarme ya tuve la impresi¨®n de dar conciertos que no eleg¨ªa. Y cuando me retir¨¦ confirm¨¦ esa sospecha porque no sufr¨ª nada. [Se r¨ªe]. Adem¨¢s, sab¨ªa muy bien lo que quer¨ªa hacer los siguientes a?os.
P. ?Recuerda el d¨ªa que decidi¨® dejarlo?
El int¨¦rprete tiene el privilegio de despertar la m¨²sica de la partitura
R. Ten¨ªa 75 a?os, dos antes de hacerlo. Algunos amigos me insistieron en que continuara. Pero mi decisi¨®n era la buena. No me he arrepentido ni un solo momento. Aunque hubiese preferido hacerlo sin dec¨ªrselo a nadie, simplemente de un d¨ªa para otro. Pero no era posible: si tu agencia no te organiza conciertos para el siguiente a?o, la gente sospecha. As¨ª que pas¨¦ un tiempo despidi¨¦ndome. Es importante c¨®mo van los ¨²ltimos conciertos, y yo fui muy afortunado. La gente vio que todav¨ªa controlaba mi interpretaci¨®n cuando lo dej¨¦.
P. Antes de retirarse dijo que pasar¨ªa horas ante una pantalla viendo cine. ?Lo ha cumplido?
R. Es una de mis actividades favoritas estos d¨ªas y una pasi¨®n. Dos a?os atr¨¢s comisari¨¦ un ciclo de 14 pel¨ªculas en Viena. Se titulaba Entre el horror y la risa. Leo mucho sobre cine y veo pel¨ªculas para buscar m¨¢s material para estos ciclos. Son pel¨ªculas de entre los a?os veinte y los ochenta. Directores como Bu?uel y El fantasma de la libertad, Louis Malle, Ren¨¦ Clement, Hitchcock, Woody Allen¡ por Zelig, que es mi pel¨ªcula preferida. La ¨²ltima, Blue Jasmine, ?es fant¨¢stica tambi¨¦n!
P. ?Le gusta el cine de su paisano Michael Haneke?
R. S¨ª, aunque por naturaleza yo no sea un sadomasoquista. Me gust¨® mucho su ¨²ltima pel¨ªcula. Es un maestro, sabe lo que quiere. Por muy cruel que resulta, parece que sonr¨ªa durante el rodaje.
P. ?Sabe que es fan absoluto de Schubert? Debe de haberle escuchado tocar centenares de veces.
R. ?En serio? No le conozco personalmente.
Brendel pide agua con gas y se acomoda en el asiento. Sonr¨ªe todo el tiempo con sus ojos azules y tira de iron¨ªa para resolver cualquier pregunta inc¨®moda. A veces, pese a su fuerte acento, parece brit¨¢nico. Lleva viviendo all¨ª 40 a?os. Existe una afici¨®n incontrolable entre la prensa a preguntarle por Lang Lang y los nuevos pianistas. ?l ha dejado entrever muchas veces que no le entusiasma. Que alguna vez incluso le ha aburrido. Pero que lo importante ser¨¢ ver qu¨¦ hace en 20 a?os.
P. ?Empieza a estar harto de esa pregunta?
Glenn Gould es el tipo de int¨¦rprete que nunca me hubiera gustado ser
R. Deber¨ªa empezar a enfadarme un poco, s¨ª. Quiz¨¢ incluso negarme a hablar de los j¨®venes colegas. He estado en contacto con muchos de ellos, pero ya le digo que prefiero estar con cuartetos de cuerda. Hay m¨¢s j¨®venes y buenos violinistas que nunca.
P. En su libro se?ala que el esplendor de los buenos pianistas se encuentra entre los 40 y los 60 a?os. Con los violinistas, en cambio, sucede antes.
R. S¨ª, el pianista requiere mayor control. Es otro m¨¦todo. El instrumento no es una extensi¨®n de tu cuerpo como el viol¨ªn. El piano debe ser transformado, y no solo reproducido como un piano. Sugiere por s¨ª mismo muchas otras cosas. Una orquesta, la voz humana, tambi¨¦n asuntos po¨¦ticos, miedos¡ Los grandes compositores de piano, excepto uno, han sido compositores tambi¨¦n de ensembles. Chopin era el ¨²nico que se entreg¨® a ese instrumento e invent¨® una m¨²sica para el piano. Los otros, aportaron ideas que ven¨ªan de otros instrumentos. Eso es important¨ªsimo.
P. ?Chopin requiere un acercamiento distinto?
R. S¨ª, por eso hay especialistas de Chopin hasta la mitad del siglo pasado. Era una posibilidad para los grandes pianistas. La otra era el repertorio centroeuropeo. Yo me decant¨¦ por este cuando era joven, aunque me encantaban algunas de las piezas de Chopin.
P. ?Cree que hoy se est¨¢ perdiendo el respeto al compositor?
R. S¨ª, especialmente entre los pianistas. Porque no interpretan con conjuntos. Entender el texto del compositor es algo m¨¢s dif¨ªcil de lo que la gente cree. Y no es para nada autom¨¢tico. A veces se dice que la m¨²sica solo est¨¢ viva cuando suena. O cuando se toca. Yo no lo creo. La m¨²sica en gran medida est¨¢ en la partitura, pero durmiente. El int¨¦rprete tiene el privilegio de despertarla.
El nacionalisimo o el chovinismo no son para m¨ª. Me siento en casa con un buen libro o con la m¨²sica
P. Pocas veces cita a Glenn Gould. ?En qu¨¦ esfera le sit¨²a?
R. ?Nunca me ha o¨ªdo hablar de ¨¦l? Est¨¢ de suerte entonces. Tiene mi admiraci¨®n por su talento y su precisi¨®n. Pero lo que consigui¨®, o pretend¨ªa conseguir, para m¨ª es anatema. Es el tipo de int¨¦rprete que nunca me hubiera gustado ser. La mayor¨ªa del tiempo obstruye al compositor en lugar de entenderle. Todo el tiempo le dice a la pieza lo que debe ser. Cuando eres un compositor, puedes contradecir a tu padre. Cuando eres un int¨¦rprete, debes amarle. Si no, intenta ser compositor.
P. Y usted, ?nunca quiso ser director?
R. No, pero he aprendido m¨¢s de los directores y de los cantantes que de los pianistas. Como dirigirme a m¨ª mismo. Hay algunas marcas que te permiten dar descanso a tu batuta, pero la mayor¨ªa del tiempo has de ser tu propio director. Y me encanta decirles a los directores lo que deben hacer.
P. ?Cree que parte de los problemas que se atribuyen a los nuevos pianistas tienen que ver con el marketing de una industria en busca de estrellas del pop?
R. S¨ª, y lo hacen muy temprano. Porque las estrellas del pop siempre son j¨®venes. Y para el desarrollo art¨ªstico de un pianista y su ego eso no es bueno. Un pianista debe tener paciencia para saber que algunas cosas solo se logran en d¨¦cadas. Cuando yo ten¨ªa 20 no me mor¨ªa por ser una gran estrella en dos a?os. A los 50 vi que hab¨ªa conseguido ciertas cosas, pero quedaban m¨¢s a¨²n.
P. ?Le interesa la pol¨ªtica?
R. Sigo los peri¨®dicos, dos al d¨ªa para acordarme de la relatividad de las noticias. Soy un hombre muy esc¨¦ptico. Particularmente en estos d¨ªas de Internet, donde puedes informarte mal de forma exponencial.
P. En esta gran crisis, que ha afectado a Europa, la idea de la uni¨®n se desvanece frente a nuevos nacionalismos. ?C¨®mo vive este cambio?
R. He pasado mi juventud hasta los 14 durante los a?os de guerra. He visto el fascismo en Yugoslavia, los discursos de Goebbels y Hitler en la radio¡ vi la influencia que ten¨ªa la propaganda sobre la sangre y el territorio. Estoy curado para el resto de mi vida de eso: del fanatismo. Soy muy esc¨¦ptico acerca de las creencias de cualquier tipo. Ni el chovinismo, ni el nacionalismo, ni el patriotismo son para m¨ª. No necesito estar arraigado. Me siento en casa cuando tengo mis libros y mi m¨²sica. Grandes museos, buena literatura.
P. ?El mundo le sigue pareciendo absurdo?
R. S¨ª, pero las obras de arte han sido una reacci¨®n a ese absurdo de la vida.
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